Todos conocemos la
creación de Mary Shelley. Un científico crea un monstruo a partir de la unión
de partes de cadáveres disecados. Más tarde, al comprender el horror que ha
creado, rechaza al engendro. No tenemos certezas, pero existen razones para
creer que el doctor Frankenstein estuvo en Buenos Aires en 1934 e intentó
repetir sus aberrantes prácticas en el fútbol argentino.
¿Qué pensarían los
italianos si la Federcalcio obligara al Chievo y al Hellas Verona a formar un
solo equipo? ¿O en España, si se determinara que el Leganés y el Getafe se
fusionaran, bajo apercibimiento de desaparecer de la Liga? Seguramente, lo
considerarían una locura. Sin embargo, los dirigentes argentinos lo hicieron y
el espantajo resultante fracasó rotundamente.
Se ha dicho sobradamente en
este espacio que la Argentina futbolera siempre fue pródiga en desatinos,
absurdos e incoherencias. El episodio que narraremos hoy es otro claro ejemplo
de ello, tal vez el más contundente.
En 1931, 18 equipos se
desafiliaron de la Asociación Argentina y crearon la Liga Argentina de
Football, lo que significó la entrada definitiva en el profesionalismo. La
nueva entidad no era miembro de FIFA, lo
que le daba carta blanca para resolver sus cuestiones internas. Bueno es decir
que, al mismo tiempo, se crearon federaciones rentadas en Rosario y Santa Fe;
pero, a los efectos de esta nota, nos concentraremos en lo ocurrido en Buenos
Aires.
Luego de los primeros
torneos, fueron visibles las diferencias económicas entre los clubes grandes y
los chicos. River, Boca, Independiente, Racing y San Lorenzo generaban las
mejores recaudaciones y eso les permitía tener los mejores planteles. Y no
deseaban subvencionar a los pobres. Querían desprenderse de los deficitarios.
Hubo propuestas para reglamentar ascensos y descensos, cosa que hasta el
momento no ocurría. Hasta que se les ocurrió que la solución era reducir de la
cantidad de equipos. La razón para esta decisión fue puramente económica.
Los grandes rápidamente
descubrieron que el gran negocio era jugar entre ellos. Con el esquema vigente,
había una veintena de clásicos por temporada. Buscaron entonces jugar un torneo
a tres ruedas para incrementar el número de enfrentamientos. Para eso, debían
sacrificar 4 equipos y reducir el círculo máximo a 14 escuadras.
La estrategia fue
descabellada. Arbitrariamente, Quilmes y Tigre fueron descendidos a la segunda
división, que por entonces agrupaba a las reservas de los clubes. Se eligió a
esos clubes no por méritos deportivos, sino en virtud de las escasas
recaudaciones que producían. Eso fue un
desatino; pero los Frankenstein argentinos todavía podían empeorarla.
Pocos días antes del
comienzo del torneo, obligaron a Lanús y a Talleres de Remedios de Escalada a
fusionarse y presentar un solo equipo. Otro tanto hicieron con Atlanta y
Argentinos Juniors. Si se negaban, serían expulsados de la Liga. Resignadas,
las instituciones acataron y para el campeonato de 1934 aparecieron dos nuevos
teams: Unión Atlanta-Argentinos Juniors y Unión Talleres-Lanús. La aristocracia
de la pelota estaba contenta: habían logrado su objetivo, despreciando los
problemas o intereses de los plebeyos.
La medida no podía ser más
despótica. La fusión no era deseada por nadie; ni por los dirigentes ni por los
jugadores ni, mucho menos, por los hinchas. Las instituciones elegidas para
unirse eran vecinas, pero esa vecindad implicaba fuertes rivalidades entre los
aficionados. Además, surgían innumerables complicaciones. Designar al
entrenador, por ejemplo. Seleccionar los jugadores, elegir los colores del
uniforme, decidir el campo donde jugarían de local; eran algunas de las
dificultades que los rehenes debían resolver a los apurones.
Atlanta y Argentinos Juniors acordaron alternar la
localía en ambas canchas; pero luego resolvieron jugar en el estadio del
primero, ya que tenía capacidad para que las hinchadas se ubicaran en graderías
separadas. El veterano Luis Célico, gloria bohemia, quedó a cargo de la
conformación del equipo, y como era de esperar, priorizó jugadores auriazules.
La vestimenta fue otro horror. Usaron una casaca roja con una V azul y
amarilla. En ocasiones, el azul y amarillo estaba en el bolsillo.
Los clubes del sur trataron de resistir. Cuando la Liga
cursó la orden de fusión, ambas entidades expresaron su desacuerdo, tanto con
la conveniencia como con la legalidad de la disposición. Pero la amenaza de
desafiliación fue determinante. Se conformó a las apuradas un plantel mixto,
que alcanzó a jugar un amistoso antes del comienzo del campeonato. Venció a
Sportivo Alsina por 3-2.
El 18 de marzo, comenzó la competencia. Y al igual que la
criatura de Mary Shelley; los monstruos avanzaron torpemente, tropezando y
trastabillando. La Unión Atlanta-Argentinos Juniors debutó como local en
la cancha del segundo miembro. Recibió la visita de Chacarita Juniors que ganó
2-1. Lo tragicómico era que cada hinchada alentaba solamente a “sus” jugadores.
Mientras tanto, en Remedios de Escalada, Racing derrotó 4-3 a Talleres-Lanús.
Ambas derrotas fueron prolegómeno de dos campañas malas.
La relación entre Atlanta y Argentinos Juniors duró hasta septiembre, cuando la
institución bohemia entró en crisis interna. La Liga desafilió al club y
Argentinos Juniors continuó solo, aunque con jugadores de la unión. El equipo
quedó en último lugar con apenas 9 puntos, tras ganar 2 partidos, empatar 5 y
sufrir 32 derrotas. Convirtió menos goles que partidos: escasamente 38. Su
valla fue vulnerada en 113 ocasiones. Su mejor resultado fue un triunfo sobre
Gimnasia y Esgrima La Plata por 4-2. Entre los marcadores adversos, cayó con
River por 8-1; con Racing por 7-2, con Estudiantes por 6-0, con San Lorenzo y
Vélez por sendos 6-1 y con Boca por 6-2.
La performance de Talleres-Lanús fue un poco mejor. Acabó
en la 12º posición con 27 puntos; producto de 8 victorias, 11 igualdades y 20
partidos perdidos. Marcó 50 goles y le anotaron 81. Su mejor triunfo lo
consiguió precisamente sobre su compañero de desgracia: 4-1 a la Unión
Atlanta-Argentinos Juniors; al que también derrotó por 2-0 en la segunda ronda.
En la restante, empataron 1-1; con la sociedad ya disuelta.
También se dieron el gusto de derrotar a Boca (2-1), a
San Lorenzo dos veces (2-1 en ambas) y a Racing (3-1). Sus peores caídas fueron
ante River Plate, por 0-6 y 0-5. Para 1935, las dos ligas
rivales se unieron y crearon la AFA. La nueva institución anuló las fusiones
compulsivas y restauró a Quilmes y a Tigre a la Primera división.
Extraído de Curiosidades del fútbol









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