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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)


No importa cuán exitoso sea el nuevo técnico de la selección, las cosas no serán iguales que en la institución que catapultó su carrera. El tiempo y espacio son las nuevas taras del oficio. Comienza el diálogo con colegas que entrenan a tus jugadores en sus equipos y la federación debe acoplarse a tu línea de trabajo. Si hubiese una fórmula para triunfar a nivel de clubes, la de combinados nacionales sería más compleja. Acá ponemos en contexto por qué cuesta tanto hacer que los mejores de cada país logren congeniar en cancha.

Sistema lejano

Para empezar, El DT dibuja su pizarra a kilómetros de sus retratados. Contactos por distintas vías con los mismos pueden ir curtiéndolos de sus roles y funciones, pero nada supera el entrenamiento diario cuando se trabaja en un club. Disponer de una pre-temporada para amoldar un sistema de juego con entrenamientos diarios es un lujo en esta modalidad de la dirección técnica. El bosquejo táctico debe estar pensado a largo plazo para descartar azares.

No hay fichajes

Si una institución balompédica necesita un nuevo enganche, recurre al mercado de pases y lo compra. Pero, salvo algún naturalizado, las selecciones no fichan. Se puede hacer una base de datos con los futbolistas a disposición y buscar variantes allí. Otra opción son las categorías inferiores –una suerte de cantera. Las apuestas por jóvenes emergentes suelen ser quiméricas, pues el período de eclosión de su talento puede demorar lapsos incompatibles con la agenda federativa.

Enlace homólogo

Cuando Laurent Blanc decidió usar a Di María por la derecha (el costado de Messi) en el PSG, Gerardo Martino no debió estar muy contento. Los entrenadores suelen platicar cuando comparten a un miembro, para desentrañar su máximo potencial o para pedir su continuidad. Algo así como una relación ganar-ganar. Sin embargo, cuando el puesto de uno de los dos se encuentra en “jaque”, cada quien ordena las fichas en orden de salvarse el pellejo.

Los amistosos

La venidera fecha FIFA es una de las más esperadas por los estrategas sudamericanos. Son amistosos, exámenes en los que se evalúan elementos, facetas de juego y mecanización de automatismos. Un entrenamiento con público. En ellos no esta la presión de la competencia, algo que miran con recelo los técnicos de clubes. Ya quisieran tener un amistoso a mitad de temporada para probar al jovencito de las inferiores sin depender del resultado.

Cuando sobra y falta tiempo

Con un ritmo laboral estancado por la continuidad de las ligas a nivel mundial, se planifica mucho para aprovechar al máximo el tiempo de gestión. Hace falta visión, disciplina en la idea, capacidad para captar problemas y rapidez para zanjarlos. Los jugadores viajan por horas y sacrifican vacaciones para vestir la camiseta nacional, así que hay que hacer veces de psicología para levantar el ánimo colectivo. A un club lo golean en casa y a la semana consigue el desahogo. Una selección puede lacerarse perdiendo un partido importante y luego pasar meses sin una revancha. Ser motivador con cada elemento es esencial. 

Todos estos factores –y varios más- entrampan la senda a las metas que rezan en sus contratos. Más importante que eso es un radio de afición superior al de cualquier club, el de todo un país. Que logren salir airosos en su labor y levantar de alegría a sus seguidores les convierte en héroes nacionales.

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