No
importa cuán exitoso sea el nuevo técnico de la selección, las cosas no serán iguales que en la institución que catapultó su carrera. El tiempo y espacio son
las nuevas taras del oficio. Comienza el
diálogo con colegas que entrenan a tus jugadores en sus equipos y la federación debe acoplarse a tu línea de
trabajo. Si hubiese una fórmula para triunfar a nivel de clubes, la de
combinados nacionales sería más compleja. Acá ponemos en contexto por qué
cuesta tanto hacer que los mejores de cada país logren congeniar en cancha.
Sistema lejano
Para
empezar, El DT dibuja su pizarra a kilómetros de sus retratados. Contactos por
distintas vías con los mismos pueden ir curtiéndolos de sus roles y funciones, pero
nada supera el entrenamiento diario cuando se trabaja en un club. Disponer de
una pre-temporada para amoldar un sistema de juego con entrenamientos diarios es
un lujo en esta modalidad de la dirección técnica. El bosquejo táctico debe
estar pensado a largo plazo para descartar azares.
No hay fichajes
Si
una institución balompédica necesita un nuevo enganche, recurre al mercado de
pases y lo compra. Pero, salvo algún naturalizado, las selecciones no fichan. Se puede hacer una base de datos con los futbolistas a disposición y
buscar variantes allí. Otra opción son las categorías inferiores –una suerte de
cantera. Las apuestas por jóvenes emergentes suelen ser quiméricas, pues el
período de eclosión de su talento puede demorar lapsos incompatibles con la
agenda federativa.
Enlace homólogo
Cuando
Laurent Blanc decidió usar a Di María por la derecha (el costado de Messi) en
el PSG, Gerardo Martino no debió estar muy contento. Los entrenadores suelen
platicar cuando comparten a un miembro, para desentrañar su máximo potencial o
para pedir su continuidad. Algo así como una relación ganar-ganar. Sin embargo, cuando el puesto de uno de los dos se
encuentra en “jaque”, cada quien ordena las fichas en orden de salvarse el
pellejo.
Los amistosos
La
venidera fecha FIFA es una de las más esperadas por los estrategas
sudamericanos. Son amistosos, exámenes en los que se evalúan elementos, facetas
de juego y mecanización de automatismos. Un entrenamiento con público. En ellos
no esta la presión de la competencia, algo que miran con recelo los técnicos de
clubes. Ya quisieran tener un amistoso a mitad de temporada para probar al
jovencito de las inferiores sin depender del resultado.
Cuando sobra y falta
tiempo
Con
un ritmo laboral estancado por la continuidad de las ligas a nivel mundial, se
planifica mucho para aprovechar al máximo el tiempo de gestión. Hace falta
visión, disciplina en la idea, capacidad para captar problemas y rapidez para
zanjarlos. Los jugadores viajan por horas y sacrifican vacaciones para vestir
la camiseta nacional, así que hay que hacer veces de psicología para levantar el
ánimo colectivo. A un club lo golean en casa y a la semana consigue el
desahogo. Una selección puede lacerarse perdiendo un partido importante y luego
pasar meses sin una revancha. Ser motivador con cada elemento es esencial.
Todos
estos factores –y varios más- entrampan la senda a las metas que rezan en sus
contratos. Más importante que eso es un radio de afición superior al de cualquier
club, el de todo un país. Que logren salir airosos en su labor y levantar de
alegría a sus seguidores les convierte en héroes nacionales.
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