Ocurrió algo que la selección iba
a tener dentro de su crecimiento natural: adorar a un futbolista hasta su
retiro, por eso nos sentimos tan extraños sin él. Antes podíamos presumir de
logros, de victorias o de los técnicos que las impulsaron, pero no de un tipo
que haga historia con y sin la “vinotinto”. Eso es Juan Arango. Opacado en su época
por Juninho Pernambucano, David Beckham, Andrea Pirlo o el turco Calhanoglu, sus
tiros libres nunca fueron considerados como los mejores del globo. Para
nosotros es lo mejor y lo más grande que ha parido esta tierra. Le enseñó al
mundo dónde queda su país con su talento, como hizo Shevchenko con Ucrania; como
Drogba con Costa de Marfil.
Pedir su continuidad era
quimérico. Caminaba para ahorrar energía y recuperar o defender no era su
fuerte. El vigente cuerpo técnico le encontró fuera de Europa y con 34 años. Le
ofreció roles menos desgastantes y cada vez más lejos del arco, a veces
no empezaba en el once titular. “El Capi” entendió los mensajes implícitos de su
descenso funcional y dio un paso al costado. Después de más de una década
viéndolo con la selección, la más gloriosa de la misma, Arango no es más
vinotinto. Lo escribo, pero no aún no lo
asimilo.
¿Quién ocupará su posición?
Cabe acotar que escribimos su
posición y no su rol. Era un interior tirado hacia la izquierda para lanzar el
balón largo al delantero o rematar con su pierna hábil, también podía hacer de
mediapunta, era raro verlo fijado en la un solo sector. En su despedida jugó al
lado de Tomás Rincón, puesto que le correspondería a Luis Manuel Seijas. El de
Independiente Santa Fe es precisamente una propuesta seria para reemplazarle,
en su equipo ha mostrado características acordes a lo que “Chita” aspira:
robo del esférico, ataques posicionales y movilidad absoluta los desde el
primer pitazo hasta los tres últimos.
Los tiros libres
La circunstancia donde más le
extrañaremos. Cuando se disponía a cobrar sus famosos zurdazos con barrera
existía ese buen feeling de lo que
podía pasar. Además que muchas veces ayudaron a rescatar puntos o a reanimar a
los suyos. Acá también Seijas tiene créditos, se le vio pateando tiros libres
en los amistosos previos a las eliminatorias. Otra opción es Rómulo Otero,
más naturalizado con el pateo a distancia y no menos eléctrico. Es capaz de
generar la falta que convierte en gol. A largo plazo será cófrade del
mediocampo.
La herencia de la banda
El relevo en la capitanía es el aspecto
menos discutible tras su ida. Tomás Rincón en la Copa América demostró estridencia competitiva, es el líder natural del vestuario. Consolidado desde la era
Farías, pero ahora en un perfil más participativo en la gestación, menos
tarjetero en los cruces y más arengador. Al tachirense le calza justa la malla en
el brazo, junto a Arango fue titular domingo a domingo en la Bundesliga por
varios años y hoy cuerpea en el balompié itálico.
En esta primera serie de
partidos, Venezuela enfrentará figuras amenazantes y sistemas flexibles. De perder alguno de los dos cotejos, se hablará de su ausencia o
de la influencia de su ausencia. En este deporte están los que están, y cada
quien se arropa hasta donde le llega la cobija. Se recordará al Arango del 2009
y no al de 2015 que juega en Xolos y que
camina a partir del minuto 70. Sanvicente – que le da esguince de pupila un
jugador lento- no podía discriminarlo por una cuestión jerárquica, pero ahora
su panorama holístico es más rico para encontrar mayor eficacia en la ejecución
de su juego.
Ahora Juan tiene su nombre escrito
en millones de corazones. Es un ídolo hasta la tumba y podrá vivir para
contarlo. Por la radio escucha que un jovencito que lleva un año haciendo goles
como loco en Holanda (Christian Santos) ha perdido el chance de estar en la
selección porque en dos amistosos no pudo dar lo mejor de sí. Se queda pensando
en los tiempos en los que él empezó a jugar, era un milagro que un venezolano estuviese
del otro lado del charco; ahora son decenas de criollos. Quien abrió las
puertas de par en par al exterior fue él, dejó esa estela al fútbol de un país
falto de verdaderos legados.
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