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Jairo Ramos (@JairoRamos_) en @ElDoradoMGN


Si hay un equipo que ha marcado el Ășltimo par de dĂ©cadas para el Junior de Barranquilla, ese es el cuadro que dirigiĂł Julio Comesaña en el 2009: TeĂłfilo GutiĂ©rrez, VĂ­ctor CortĂ©s y, sobre todo, Giovanni HernĂĄndez. Aquel equipo representĂł una transformaciĂłn importantĂ­sima para el club, en un momento en el que el cuadro rojiblanco corrĂ­a el riesgo de, por primera vez en su historia, caer en el descenso. Y fue una mutaciĂłn descomunal. Sobre todo porque Junior, por primera vez en muchos años, volviĂł a jugar bien. Aquel tiburĂłn elaboraba un fĂștbol sumamente vistoso, asociativo y de ritmo pausado, que buscaba capitalizar principalmente sobre la cantidad de oportunidades que vertĂ­an desde los pies de Teo y, sobre todo, de G10. Tan eficiente era esta Ășltima estrategia, sin embargo, que acabĂł convirtiĂ©ndose en un arma de doble filo para Junior. Durante los años posteriores al 2009, Junior intentĂł desesperadamente realizar un sistema que dependiera menos de aquella clarividencia inusual de Giovanni, la cual se mermaba con el pasar de los años, pero no tuvo Ă©xito. Giovanni era una fuerza preponderante, y la vida sin Ă©l, o sin un jugador como Ă©l pareciĂł, por un tiempo, imposible. Pasado el pico de Giovanni, Junior siempre sufriĂł. Hasta que llegĂł Alexis Mendoza.

Alexis llegĂł a Junior determinado a cambiar al equipo desde la raĂ­z. Fue importante para Ă©l contar con el apoyo de la hinchada y la directiva, como viejo Ă­dolo del club: solo un hijo de Barranquilla, como Ă©l, podrĂ­a haber aguantado la tormenta mediĂĄtica que se generĂł con la impaciencia durante el periodo formativo de su Junior. Lo suyo carecĂ­a de figuras oportunas, y necesitaba tiempo. Y justo cuando comenzaban a tomar fuerza los editoriales en su contra, el Junior de Alexis comenzĂł a romper capullo. A despegar. Poco a poco, el barranquillero habĂ­a ido encontrando encaje para un grupo de futbolistas algo dispares, dentro de una idea que Ă©l consideraba era la Ășnica viable para transcender. Para cambiar al club. El Junior que Ă©l habĂ­a soñado era dueño de las posiciones y de la pelota, pero no dependĂ­a de un futbolista, sino de una sincronĂ­a casi perfecta en la zona del centro del campo, que le permitiera a sus futbolistas ofensivos hacer lo que mejor hacĂ­an: encontrar los huecos desde adentro. Ser libres para crear y dañar. Y cuando el fruto de ese proyecto cayĂł, su riqueza prontamente se hizo innegable.

En el 2015-II Junior dejó las bases para lo que debería ser su proyecto mås importante de la década. Y comenzando el 2016-I empezó a abrirse paso hacia un nuevo pico. Hay que hacer énfasis: el Junior actual juega mejor que cualquier otro Junior, desde del 2009 -mejor incluso que aquel cuadro que en el 2011 se coronó campeón montado sobre la espalda de Carlos Bacca-. El actual equipo no depende de un individuo. Sí, tiene futbolistas claves como Vladimir Hernåndez y Roberto Ovelar, pero queda claro que es mås lo que éstos dependen de los contextos que les provee el equipo para deslumbrar, que lo que el equipo necesita de ellos para generar esos contextos. El foco creativo de Junior parte de lo que se gesta cerca de la bomba central -la zona de influencia de Giovanni en su momento-, una zona que el equipo ha convertido exitosamente en un territorio de colaboración en el cual participan, mediocentros, mediapuntas y delanteros. Guillermo Celis, Yhonny Ramírez, James Sånchez, Vladimir Hernåndez, Jorge Aguirre y Roberto Ovelar: todos llegan ahí a sumar. Pelota y manejo de tiempos colectivo. La trinchera que alguna vez fue habitada tan solo por Giovanni Hernåndez, hospeda hoy una red de conexiones independiente: una situación que ni la salida del colosal Gustavo Cuéllar logró afectar.

Uno de los factores mĂĄs importantes de Junior para el nuevo año es la incorporaciĂłn de Jorge Arias. El central vallenato le aporta al equipo de Alexis el Ășnico detalle que faltaba de manera obvia con respecto a su idea central: la salida desde atrĂĄs. Durante la temporada pasada, Junior perdiĂł mucho a causa de la falta de tĂ©cnica asociativa en su pareja de zagueros, William Tesillo y AndrĂ©s Felipe Correa. Con la llegada de Arias la exigencia sobre los mediocentros en la salida desde atrĂĄs se ha hecho mucho menor; no solo se les exige menos en el regreso para gestar, sino que tambiĂ©n reciben Ă©stos el primer pase en mejores posiciones para poder comenzar a jugar. Arias, ademĂĄs, es sumamente resolutivo. Su tĂ©cnica le permite solucionar las situaciones complicadas a las que suelen llevar los pases de Correa y SebastiĂĄn Viera, y sacar, durante las posesiones, a la Ășltima lĂ­nea hacia delante con conducciones y pases limpios a receptores en lĂ­neas superiores.


Con el aporte de Arias, Junior comienza a hacerse mĂĄs cohesivo en las primeras zonas del campo, donde mĂĄs le costaba, y eso es fundamental. En la frontal, Alexis buscarĂĄ en Yony GonzĂĄlez un sustituto a medio plazo para Edinson Toloza, cuya desesperaciĂłn a veces conlleva a grietas en el esquema que su explosividad y genialidad ocasional no alcanzan a solventar. A la par, crece Jarlan Barrera, y comienzan a hallar su lugar con mejor precisiĂłn Ovelar y Aguirre en un sistema que mejora mĂĄs con la acomodaciĂłn de detalles que con alteraciones dramĂĄticas. Un modelo que, al contar con sus piezas a plenitud, despliega un juego ante el cual pocos en Colombia pueden aspirar a competir.

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