Como muchas jóvenes promesas sudamericanas, Sergio Peña
emigró a Europa apenas cumplió la mayoría de edad; sin embargo, tuvo que
regresar al Perú antes de volver a dar el salto a la élite.
Gonzalo Rodríguez (@Rodriguezbar7)
Parentesco
inseparable. Tras destacar con Alianza Lima a los 17 años, la prensa peruana
sacó al descubierto que Sergio Peña Flores era el hijo de la prima hermana de
Paolo Guerrero, el intratable delantero que le había dado -por aquel entonces-
el Mundial de Clubes al Corinthians.
De
brazos y piernas delgadas, pero con la estatura suficiente (1.77 cm) para la
posición de volante mixto, Peña quería resaltar en la primera división de Perú por
sus condiciones y no por el lazo que lo une con Guerrero, aquel que lo
perseguirá a donde vaya, así como que, inevitablemente, hará dudar sobre su
verdadera capacidad y la forma en que llegó al primer equipo aliancista a pesar
de su corta edad.
Tal
y como los atacantes viven de los goles, los jóvenes valores lo hacen de las
oportunidades. En marzo del 2013, el nacido en 1995 saltó al campo en el minuto
67 de un enfrentamiento ante Universitario de Deportes -nada más y nada menos
que el clásico rival-, y completó una magistral asistencia para Yordy Reyna a
segundos de que árbitro diera el pitido final.
(Minuto
2:20)
Tres
mágicos dedos que respondieron al desmarque de Reyna. ‘Peñita’ había sido el
gestor de su propio éxito. A lo largo de dicha temporada, se convirtió en el
primer recambio para el entrenador Wilmar Valencia, pues ingresó desde el banco
en 20 ocasiones (e inició en una más), con lo que alcanzó los 803 minutos de
juego –cifra correspondiente a nueve partidos de 90 minutos-.
Depués
de haber conocido las instalaciones del Udinese de la Serie A y del Granada de
La Liga por invitación del propio Giampaolo Pozzo, dueño –entonces- de ambos
clubes, Sergio Peña viajó a España para unirse a los entrenamientos del filial
del equipo ‘nazarí’. Apenas y mayor de edad, el joven volante había emigrado al
‘Viejo Continente’; el sueño de codearse con la élite había iniciado.
Es su sobrino, ¿no es así?
Peña
no fue el jugador que la selección peruana Sub-20 necesitó en el 2015 para
clasificarse al Mundial de la categoría en Nueva Zelanda. Tampoco lo había sido
cuando Perú fue sede de los Juegos Bolivarianos 2013.
Lo
peor, no obstante, es que tras un año y medio en el Granada ‘B’ (de la tercera
división del país ibérico), disputó menos minutos que cuando se hizo
profesional con Alianza Lima. Como muchos otros -Edison Flores, Andy Polo, Jean
Deza, Álvaro Ampuero, etc.-, el ‘potrillo’ tuvo que regresar a su club de
origen para recuperar el nivel que lo llevó a lo más alto.
El diablo
“Más
sabe el diablo por viejo, que por diablo”, reza un popular dicho del habla
hispana. Y es que alguien como Giampaolo Pozzo, que ha sabido descubrir –junto
a su hijo Gino- a futbolistas de la talla de David Pizarro, Sulley Muntari,
Alexis Sánchez, Juan Cuadrado, entre otros, sabía de antemano que el potencial
de Sergio continuaba escondido: no volvió como propiedad de ningún equipo de
territorio blanquirrojo, solo fue cedido.
Jugó
poco para el conjunto victoriano (240 minutos repartidos en ocho encuentros),
pero le bastó para ser prestado a la Universidad San Martín, donde, de la mano
de ‘Chemo’ Del Solar, se convirtió en titular indiscutible para los ‘albos’ e,
incluso, se ganó un llamado a la selección peruana de Ricardo Gareca.
(Highlights
de Peña en la San Martín)
La
experiencia de Pozzo no le jugó una mala pasada en esta ocasión, sino que, por
el contrario, lo ha respaldado. Sergio Peña Flores regresó al Granada ‘B’ en
diciembre del 2016, viste el dorsal número 10 y sido titular en todos (16) los
juegos de su equipo.
El
sobrino de Paolo Guerrero se ha convertido en un habitual convocado para Perú y
ya suma tres fechas dobles como parte del combinado inca; hasta ha debutado en
clasificatorias (ante Venezuela) y en un amistoso oficial (frente a Paraguay).
Publicar un comentario