Matías Sabini (@SabiniMaty)
Después del retiro de Martín Palermo, el
máximo goleador de la historia de Boca, pasaron muchos jugadores que se
desempeñaron en el centro del área. Ninguno pudo dejar su huella. Él la está
dejando. Darío Benedetto, de los Juegos Evita Bonaerenses y una dolorosa pérdida,
a ser el mayor astillero del actual Xeneize.
Muchas veces la vida pone pruebas de oro a
las personas. Momentos de reflexión donde a partir de ciertas circunstancias,
el ser humano tiene que parar la pelota, levantar la cabeza y saber dónde está
parado y para qué está allí. Estos exámenes pueden llegar en cualquier momento.
A Darío Benedetto le tocó de chico.
A los 12 años sufrió la pérdida de su madre
mientras lo observaba en la final de los Juegos Evita, el torneo amateur más
grande de Argentina. Y ahí, detrás del alambrado, tenía la mirada de Alicia
Oviedo que de un momento a otro, así de repente, falleció tras sufrir un paro
cardiorrespiratorio. A partir de este momento, fue el punto de quiebre en la
vida del goleador.
Siendo jugador de las inferiores de
Independiente, decidió colgar los botines y no jugar más al fútbol en
consecuencia de la pérdida más importante de su vida. De ahí el gesto de mirar
el cielo tras convertir. Quizás la manera más linda de recordar a su madre y
sentirla cerca, acompañado, casi como gritar y hundirse nuevamente en un
abrazo, luego de cada grito de gol. Sin embargo, cuatro años más tarde, el
apoyo de su padre (Hugo) y sus hermanos (Lucas, Yesica y Adriana) fueron
fundamentales para que vuelva, a los 16, a luchar por su sueño.
A falta de ocho días para el cierre de los
fichajes y tan solo dos lugares libres, pasó una prueba en Arsenal de Sarandí y
comenzó a entrenarse allá por el 2006 siendo parte la séptima división. Lo que
pocos saben es que no era su única responsabilidad. En aquél momento no solo se
preocupaba por la pelota, sino también por su trabajo. Darío tenía por la
mañana su oficio de peón de albañil, antes de los entrenamientos de la tarde.
Ayudaba a su padre en las distintas obras en construcción y hasta llegaba tarde
reiteradamente a las prácticas por este motivo.
Antes de llegar a Boca, tuvo un camino
largo. No fue fácil. Llegó la Reserva, el debut en Primera División con Arsenal
en 2008, los préstamos a Defensa y Justicia y Gimnasia y Esgrima de Jujuy, el
regreso al Viaducto y luego el salto al fútbol extranjero. Benedetto llevó su
fútbol a México, primero en Tijuana y después en América. Pero claro, su sueño
era otro. Jugar en el club del cual es hincha y tiene grabado en su piel como
lo indica su tatuaje. El Pipa quería jugar en Boca. Y así fue… Tanto que de su
bolsillo, invirtió 1.000.000 de dólares para que se cumpla el tan ansiado deseo
de vestir la azul y oro.
Llegó el 6 de junio de 2016. Su rendimiento
fue de menor a mayor. También tuvo lesiones y hasta se había puesto en duda su
titularidad, pero el futbolista insistió y le demostró a Guillermo -y al
hincha- todo su potencial. Goles de cualquier tipo, importantes, en momentos
claves para coronarse en el Torneo de Primera División 2016/2017 y ser la figura
del Boca campeón con 21 gritos.
El goleador de Berazategui hoy se convirtió
es una de las piezas fundamentales del Boca de Guillermo. Todo lo que toca, lo
transforma en gol. Letal en el área y en el juego. El camino fue extenso, de
piedras y rosas. Hoy la realidad es otra, con alguien especial que lo observa
dese arriba y que, sin lugar a dudas, está muy orgullosa de la actualidad de su
hijo. Perseverá y triunfarás…
Publicar un comentario