Diego
Sancho (@SanchoDiegoo)
Un
jugador que en Argentina es el favorito por excelencia como
consecuencia de la estela que dejó Diego Maradona. Aunque el máximo
ídolo de ese país era un jugador total, el “10” suele asociarse
a la figura que le da pausa a la dinámica ofensiva; el versado en
sorprender con el último pase y el más calificado técnicamente con
el balón en los pies.
Lo
que sucede es que para estar tan cerca del área y predominantemente
en el carril central, es importante que sepa actuar rápido. Para
equipos en los que el pase representa más un problema que una
solución, cuando adquieren a uno de estos jugadores suelen
reubicarlo a la primera línea de volantes para apoyar la salida.
Precisamente porque no hay varios jugadores que técnicamente dotados
para conducciones o pases al pie.
Suele
también pasar que las piernas ganan peso a la treintena. Se pierde
la sorpresa en ese sector y se tiende a retroceder al “10” hacia
el sector medular. A esta edad el jugador ya deja de retroceder,
cuenta con la pausa de la salida limpia y sabe calibrar las energías
en caso de que sea estrictamente necesario el sprint. El retrasado
por lo general es un jugador experimentado y que el entrenador va
conceder (esto en Europa no pasa) que no se sacrifique defensivamente
como sus compañeros.
Caso
como estos hay varios en nuestro continente. Ya el Juan Arango que
regresó México con los Xolos de Tijuana se retrasaba, Carlos
Lobatón en el atardecer de su carrera cumplía una función similar
y hasta el Jorge Valdivia lo empezó a hacer en Colo Colo. Son buenos
ejemplos de enganches sudamericanos. Son lentos, pero ya pueden
permitirse esa lentitud en otro sector de la cancha.
Algo
que Pablo Guede habrá advertido es que Valdivia, así se retrase,
sigue siendo “El Mago”. Por más que juegue más retrasado el
rival va a ir a presionarlo. No siempre con orden. Por eso suele ser
negocio retrasarlo para sacar al equipo contrario de su mitad de
cancha para luego tirar un pase largo (el objetivo de hacer rondos
llevado al fútbol). Hay casos donde Valdivia es presionado por hasta
tres efectivos: mucho espacio a sus espaldas.
Esto da libertades ofensivas a los que rodean a Valdivia. Uno de los mayores beneficiarios es Jaime Valdés. El “Pajarito”, de buen remate al arco desde media distancia, puede pasar al ataque mientras Valdivia conduce por el centro y sale campante luego de regates o conducciones inteligentes. Es de acotar que pocos equipos como el Cacique pueden permitirse este lujo de tamaños volantes en sus equipos. Se llegó a pensar que ambos jugadores pudieran estorbarse por ocupar roles similares, pero esa es la magia del fútbol: los que saben jugarlo, se entienden entre sí.
Ya
en Europa el “10” como lo concíamos es caduco. Los más
nominales de un tiempo pasado (Özil,
Cazorla, De Bruyne) han ocupado una banda y aprendido a hacer daño
hacia afuera. Se han visto forzados a presionar al rival. Algunos
hasta han tenido que ser retrasados como volante 5: la nueva función
de los enganches de antaño.
Publicar un comentario
Publicar un comentario