Al
ver el auge de colectivos capaces de establecer paradigmas en el
dinámico sistema del balompié, es proeza que lleguen a la cabeza
las apologías enmarcadas y resaltadas a más no poder sobre los
modelos tácticos que influyeron en algún momento en el desarrollo
del fútbol, ideas determinantes que terminaron por ser una
revolución, un fragmento de ruptura a los estilos predefinidos e
intocables, llevados a cabo con tal intensidad que se convertieron en
una completa evolución táctica.
Desde
la pluralidad ofensiva de la máquina del River Plate de Renato
Cesarini e inclusive el dinamismo del ataque del Millonarios de la
época del Dorado al estilo 2-3-5 (a la WM – Piramidal) con un
magnifico Adolfo Pedernera y un extraordinario Alfredo Di Stéfano,
pasando por la revolución de Gusztáv Sebes, la naturalidad de Brian
Clough y sin duda alguna la rebelión del fútbol total de Rinus
Michels, sin dejar atrás la filosofía de Bob Paisley o el paradigma
de Helenio Herrera, los modelos tácticos revolucionarios han
terminado por ser el alimento innato del avance tanto individual como
colectivo del juego fútbol.
Tras
recordar estos épicos perfiles de transformación, es posible
determinar, dentro de un complejo número de posibilidades y
alternativas, cuáles son, de acuerdo a los resultados y lo que ha
implicado para la universalidad y perfeccionamiento del juego, las
evoluciones tácticas más significativas en los últimos 20 años.
Fútbol
sin extremos, proyección de las defensas modernas. Tras casi una
década del brillo del fútbol total de Arrigo Sacchi, sería en 1998
cuando Aimé Jacquet implantaría sigilosamente una breve revolución
táctica que significaría el principio de las facetas posicionales y
de sacrificio de cara al nuevo milenio. Jugar sin extremos y con un
hombre objetivo en ataque (capacitado para jugar de espaldas y
ejercer de pívot).
Visto
como un 4-3-2-1 (Pirámide o árbol de Navidad), este planteamiento
táctico tuvo por contracultural el hecho de unir un fútbol no
totalmente lateralizado con el regreso al centro del campo de dos
niveles, una leve separación entre los volantes ofensivos y los
volantes defensivos, simulando brevemente el fin de la formación WM,
que permite mayor seguridad a la hora de controlar y maniobrar, así
como una transición más compacta al momento de suceder hacia el
ataque. La libertad se ve expresada en lo que generalmente conviene
que es que el destinatario del pase no esté detenido en el sitio de
recepción sino llegando a él.
Formaciones
sin delanteros, una versión primitiva del fútbol actual. Tras
la llegada del nuevo milenio, la evolución táctica tuvo varios
pioneros, algunos arriesgaron tratando de regresar estilos del siglo
pasado mientras que otros intentaron imponer un punto de inflexión
siendo más creativos y libertarios. En ningún momento se pasó por
la cabeza de los estrategas del juego que el fútbol mutara hacia
modelos vertiginosos con más dinamismo posicional a la vez que se
ejercía una presión de sacrificio y orden. El AS Roma del 2005-2007
de Luciano Spalletti propicio lo que fue el futuro de las tácticas,
un juego con “falso 9” o “cero delanteros”.
El
hombre objetivo tradicional, de envergadura furtiva pasaba a segundo
plano cediendo sus chances a un individuo talentoso, que sobre el
papel aparentaba ser un punta nato pero que sorprendía por su
disposiciones de avance y retroceso con el fin de brindar aperturas y
rupturas, haciendo un equipo más concreto a la hora de atacar y
sincronizado al momento de defender.
Presión,
posesión, posición y rondos, el fútbol total moderno. Pese a
que Michels, Sacchi, Van Gaal, Cruyff establecieron conceptos como la
presión, la posición e inclusive la caprichosa posesión, fue Pep
Guardiola quien en medio de un contexto de desorientación ubicó la
brújula en el centro del campo y ordenó lo que terminó siendo la
mayor evolución de la última década. Teniendo rasgos de la Roma de
Spalletti y mucha herencia del fútbol total del pasado siglo, fue el
paradigma que se estableció en la nueva era, con una disposición
sin delantero definido y un compromiso apabullante, la posibilidad de
ir de verdad al duelo lo daba el orden.
Fue
la apuesta, mantener el balón, presionar coordinadamente después de
la pérdida y posicionarse con el fin de ocupar espacios determinando
el ancho de la cancha a favor, muy conocido como la superioridad
numérica en zonas, fortalecida por la flexibilización posicional de
los jugadores.
Otro
valioso aspecto, fluidez posicional, asumiendo el rol que pida el
juego y no lo que dicte una posición fija, movimiento que nutre el
principio de paredes y toques de primera con el fin de generar
espacios (los famosos rondos, velocidad real para eliminar rivales
acumulados). Se erradicó la idea incrédula de correr entre cuatro o
cinco rivales sin progresar en bloque.
Guardiola
ha expuesto en la última década su postura ortodoxa mediante
sistemas de revolución táctica, a tal punto, que ha llegado a
plantear los sistemas de hace más de medio siglo como el completo WM
o WM Piramidal, aplicados en Barcelona, Bayern Múnich y actualmente
al Manchester City. En tiempos heterodoxos, la reconfiguración del
pensamiento táctico llego de la mano del hijo prodigo de Cruyff.
Sin
duda, es gracias a estos trabajadores de la táctica que hoy día se
vislumbran equipos que son netamente tácticos y que sin dudarlo, lo
aplican en muy buenos términos. El Independiente de Holan, el Lanús
de Almirón, el Napoli de Sarri, el Hoffenheim de Nagelsmann, el Real
Betis de Setien y hasta el mismo Manchester City de Guardiola,
colectivos que aplican aquella sucesión de la primera década del
actual siglo.
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