Marcar un gol, sea de la
forma que sea, siempre será una gran alegría y estará cargado de mucha emoción.
El gol es el principal objetivo del
futbol, es el fruto de muchas horas de entrenamiento y trabajo en equipo.
La alegría que se muestra luego de marcar un gol, sin duda alguna, es una de
las cosas más espontáneas que hay. Es algo tan natural como el agua misma, es un
momento en el cual se te olvidan tus problemas y en el cual todos te felicitan como si
estuvieras cumpliendo años.
El reglamento del futbol
permite hacer celebraciones razonables,
sin embargo, la celebración no debe ser excesiva. Según
las reglas, celebrar un gol con tus compañeros o entrenador es algo que está
permitido. También está permitido que tus compañeros te lustren el botín,
lanzarse a la grama simulando que esta fuera una piscina, meterse el balón
debajo de la camiseta. De hecho, están permitidos ya que se consideran que no
son festejos desmedidos.
Pero, la euforia de anotar un gol tiene sus límites que los establece
claramente el reglamento de la FIFA, está prohibido por ejemplo: Abrazarse con
espectadores, árbitros, policías, fotógrafos, entre otros. Quitarse la ropa,
bien sea la camiseta o el short. Saltar sobre vallas publicitarias. Realizar
algún tipo de festejo coreográfico que ocasione pérdida de tiempo. Hacer gestos
obscenos o racistas, entre otros. Si se incumple con alguna de estas normas, el árbitro en todo su derecho puede
amonestar o expulsar al jugador, dependiendo de qué tan “grave” fue el
festejo que realizó.
Hay un hecho muy curioso
que sucedió en Enero de 1989 cuando se jugaba un partido de la Liga Venezolana que enfrentaba al
Marítimo contra Arroceros, el partido estaba igualado a 1, había sido un
partido muy parejo y ya no faltaba mucho para que finalizara el encuentro.
Cuando el brasileño Edilberto, que
pertenecía al Marítimo consiguió marcar el tan ansiado gol, que le permitía a
su equipo lograr una importante victoria.
Sin duda, Edilberto estaba
muy emocionado por haber marcado el gol, de hecho, estaba tan emocionado que se
abrazó con la primera persona que encontró, para su desgracia, se abrazó con Antonio López quien era el árbitro del
partido. Lógicamente el árbitro no se esperaba esa expresión de cariño del
jugador brasileño, y no dudó en mostrarle la tarjeta roja al emocionado goleador, es decir, a Edilberto, quien tuvo que salir del
campo de juego con un sabor de boca muy agridulce, ya que no es muy común que
en un mismo partido logres marcar un gol y también salgas expulsado y muchísimo
menos en tan poco tiempo de diferencia entre ambos sucesos.
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