FIFA.com
El hincha de San Lorenzo
de Almagro ya lo sabe: penal a favor y a disfrutar del ritual, que es siempre
el mismo. El 20 se para dentro de la medialuna, casi recto a la pelota, y
espera que llegue el pitazo del árbitro. Un par de pasos lentos, aceleración
zapateando el piso y el freno, centímetros antes del balón. El resto
simplemente es romperse la garganta gritando gol, el gol de Néstor Ortigoza.
Ortigoza, 30 años, es la
usina de fútbol junto a Juan Mercier en el mediocampo del campeón de la Copa
Libertadores de América, pero en el fútbol sudamericano es más famoso todavía
por un talento distintivo: ser (casi) infalible pateando penales. Ejecutó 27,
erró sólo uno. La técnica no la aprendió en Argentinos Juniors, donde estuvo
desde los 9 hasta los 26 años, sino lejos de la cualquier academia. La fue
puliendo en torneos clandestinos de penales, disputados en la zona oeste de los
suburbios de Buenos Aires.
“Mi tío Manuel me llevaba
de muy chico a jugar campeonatos de penales los viernes desde las 10 de la
noche hasta las 6 de la mañana. Se jugaba por plata”, recuerda a FIFA.com.
“Durante un año y medio me paraba detrás de mi tío y lo miraba patear. Después
iba por la calle apuntándole a los árboles hasta que empecé a patear yo. Ahí le
agarré el golpe. Había que ganar para poder comer, viajar, comprarte algo de
ropa”.
Aquel golpe por la
supervivencia es exacto al del profesionalismo de hoy. “Te empiezan a estudiar
y se complica, pero igual yo nunca cambié la técnica. Espero al arquero hasta
lo último. Si no se mueve, le pego fuerte a un palo. Lo decido en el momento,
pero hay que tener mucha coordinación, porque es difícil cambiar a un paso de
la pelota, pero yo ya lo tengo incorporado”.
Dos
penales, dos historias
La noche del 13 de agosto
de 2014 la presión de convertir fue por la gloria: final de vuelta de la
Libertadores, el título más soñado en la vida de San Lorenzo, 0-0, penal a
favor. “Cuando agarré la pelota, empecé
a mirar alrededor… la cancha explotaba, pero hice lo de siempre. El arquero de
Nacional estaba como para esperarme, pero iba a ser muy difícil que me
esperara. Tenía demasiada ansiedad y yo bajé mis revoluciones. Yo me decía ‘soy
el mejor, soy el mejor’… No quise ni ajustarla al palo ni pegarle arriba. Lo
esperé, jugué con su desesperación. Él iba a moverse antes, y se movió antes”.
Pero el de la tarde del 1
de julio de 2012 fue diferente a todos. “Ése fue el más difícil”, dice con
disfrute. San Lorenzo perdía 1-0 con Instituto y descendía de categoría. “La
gente nos insultaba y la autoestima estaba mal. Cuando agarré la pelota vi a un
nene y al padre llorando, rezando al cielo. Y yo me preguntaba ‘¿qué estoy
pateando?’ Era irse a la B, pero me gusta la presión, el desafío. Me siento
cómodo, me agrando”. La historia es conocida. Ortigoza la clavó en un ángulo y
ése fue el inicio de un camino de resurrección del club que tendrá una próxima
parada: la Copa Mundial de Clubes de la FIFA.
No sabemos si Marruecos
2014 lo verá pateando un penal, pero seguro será testigo del juego de este
argentino nacionalizado paraguayo –jugó la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica
2010™ con la Albirroja- que maneja como mediocentro adelantado los hilos del juego
del Ciclón y le transmite su personalidad avasallante, esté quien esté
enfrente.
“Al Real Madrid le tengo
ganas porque se habla mucho de ellos. Nosotros somos como el relleno y a mí no
me gusta ser el relleno. No vamos a ir a pasear ni a ser sparrings de nadie.
Esos jugadores son como robots, pero se pueden equivocar también. Hoy te digo
que son máquinas, pero cuando empiece a rodar la pelota, el mejor soy yo. Yo y
mis compañeros”.
Pese a lo que pueda
interpretarse, no hay petulancia en el tono de Ortigoza, tampoco impostura. Hay
un líder convencido de que la única manera de jugar –y ganar- es creyendo en
uno mismo, como cuando pateaba penales de madrugada. No importa que al presente
de San Lorenzo se lo mire de reojo por ese 14º puesto en el Torneo Transición,
con apenas seis victorias en 17 partidos. Johnny cree en el gen.
"Hoy nos está
costando agarrar una identidad pero vamos a llegar bien. Lo que tenemos es la
personalidad del jugador argentino. Es difícil ganarle, no es fácil. Fijate
cómo le ganó el Barcelona a Estudiantes (en 2009, 2-1 en tiempo suplementario)…
¡Ahí nomás! Uno dice el Barcelona, el Real Madrid… ¡nosotros también somos
buenos! Y vamos a estar a la altura, vamos a ser protagonistas”.
Publicar un comentario