Héctor Lofredo (@AndresLof)
El Maracanazo, hazaña de Uruguay al ganarle a Brasil la final del mundial del 50, es
tal vez la más recordada mundialmente. Pero este estadio fue testigo también de
la vergüenza chilena, una historia de complot y engaños que ensucian a este
deporte.
Eliminatorias
para el Italia 90, el portero
chileno Roberto Rojas simuló
haber sido herido con una bengala. Fue suspendido de por vida.
3 de septiembre de 1989, Río de Janeiro fue la sede de este decisivo encuentro entre Brasil y Chile. Los australes
sospechaban de una intervención de la FIFA
para beneficio de Brasil.
El brasileño Joao Havelange era el presidente de dicho organismo. Todo comenzó
con el castigo a la “roja” por los incidentes en el partido de ida el cual
terminó empatado a uno. Dicho castigo hizo a Chile tener que jugar contra Venezuela en Mendoza,
Argentina. El partido los
trasandinos lo resuelvieron con un 5-0.
El partido se jugaba en el mítico Maracaná. A 20 minutos del final y con
Brasil arriba 1-0, cayó una
bengala desde las gradas y el portero chileno se desplomó entre el humo, con
las manos sobre el rostro, que al despejarse la visión, se le vio cubierto de
sangre.
Con el portero en camilla los jugadores chilenos
decidieron retirarse. Las 130 mil personas que acudieron al estadio no podían
creer lo que veían. La gente ni siquiera reaccionó cuando el delantero Patricio
Yáñez se tomó los genitales con la vista clavada en las gradas, gesto que hasta
hoy se conoce en Chile como “un ‘Pato’ Yáñez”.
En Santiago
una turba apedreó la embajada de Brasil.
Los medios chilenos pedían penas ejemplares para la selección de Brasil.
Cuando cayó la bengala y junto con ella el portero
chileno, jugadores de ambas selecciones rodearon al "condor".El árbitro
argentino Juan Carlos Loustau se
mantuvo al margen “me dio la sensación de que la bengala no había alcanzado
a Rojas... Ese día me sentí muy mal, porque siempre había confiado en los
jugadores”
En Suiza se produjo la confesión de rigor y las
explicaciones de Roberto Rojas,
que llegaron, a medias, meses después. “Yo me corté en el Maracaná”,
declaraba el portero chileno en mayo de 1990 al periodista de La Tercera Orlando Escárate. En parte
de sus declaraciones, el "Cóndor" señalo que tenía un bisturí vendado
escondido en los guantes y en cuanto vio la bengala se autolesionó. Días antes
del partido habían pactado con Fernando
Astengo dejar la cancha “a la primera cosa rara que pasara”. “Si
le pasaba algo a él, el equipo lo retiraba yo. Si me pasaba a mí, lo hacía él.
No teníamos clara la forma en que este acuerdo debía operar” Roberto Rojas aseguró que Alejandro Kock, en ese momento
kinesiólogo, también había
participado en el engaño: “En el vestuario me pasó un bisturí forrado con tela
adhesiva del que sólo quedaba un centímetro al descubierto”
Existe otra versión que dice que él mismo había
pedido el bisturí a la parte médica del hotel Atlántico Sur donde estaban
concentrados. Se dice también que el utilero Nelson Maldonado le había guardado los guantes 15 días tras el
incidente.
Pocos días después Rojas declaraba "soy culpable" al diario La Tercera: “Yo me corté en el
Maracaná”.
El fotógrafo argentino Ricardo Alfieri logró captar el
preciso momento en que la bengala cayó al menos un metro atrás del portero, lo
que contó esa misma noche, antes de revelar la imagen, a un reportero de una radio
chilena. “Quítele el micrófono a ese imbécil”, le ordenó su jefe, al aire, al reportero, cuando escuchó el
relato de Alfieri.
Rosemary Melo, la que lanzó la bengala fue detenida. Luego de ser interrogada fue
liberada.
En parte de la declaración el meta chileno dijo “Tuve
problemas en mi casa con mi mujer, mis compañeros me dieron la espalda... pero
si yo hubiera sido argentino, uruguayo o brasileño no estaría suspendido. Como
soy chileno no me dieron la posibilidad de reivindicarme”
“Me corté con una Gillette y la farsa se
descubrió. Fue un corte a mi dignidad”
El plan fue de varios jugadores con la intención de
hacer que el árbitro suspendiera el partido por culpa del público lo cual le
otorgaría los puntos a Chile.
Rojas llevaba un bisturí oculto en un guante y estaban también en la trama el
capitán chileno, Fernando Astengo
y otros jugadores, el fisioterapeuta Alejandro
Kock, el utilero Nelson
Maldonado y el técnico Orlando
Aravena. La suspensión perpetua de parte de la FIFA para el meta Rojas y Sergio Stoppel entonces
presidente de la Federación chilena de futbol. Aravena y Astengo fueron castigados
por cinco años. Chile no pudo participar de la próxima eliminatoria para el
mundial de Estados Unidos 94.
Para Juan
Carlos Loustau, el árbitro de ese partido, el episodio “fue el más
amargo de mi carrera”, según dijo al diario La Tercera.
El diario inglés The Times incluyó a Rojas entre los grandes tramposos del
fútbol, a la misma altura que Diego
Maradona y su gol con “la mano de Dios” a Inglaterra en el Mundial
de México ‘86.
La bengala
sirvió de excusa para el complot del propio protagonista y acabó por premiar a Rosenery Mello Nascimento Barcelos Da Silva
la joven de 24 años que lanzó el artilugio. Confesó que compró el artilugio en
la entrada de Maracaná. No
recibió pena. Poso desnuda en la portada del Playboy brasileño y se convirtió
en La Fogueteira.
Extraído de RAD
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