Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
En su libro Soccernomics, Simon Kuper y Stefan Szymanski calcularon que existen
tres variables básicas que producen el éxito deportivo a nivel mundial:
densidad de población, Producto Interno Bruto per cápita y experiencia en la
disciplina en cuestión. Se necesitó formar
un equilibrio que justifique el hecho de que países como Alemania (puesto 6 en
el Índice de Desarrollo Humano 2014), España (puesto 20 en el Índice de
Desarrollo Humano 2010) e Italia (puesto 16 en el Índice de Desarrollo Humano
2006) se hayan quedado con las últimas ediciones de la Copa del Mundo.
Venezuela está en el
puesto 71 del IDH (la última publicación
disponible es del 2014). Si asociamos sus años de precaria experiencia, un PIB
en caída libre y una densidad de población promedio entenderemos el presente futbolístico
del país. El deporte no es un mundo aislado del contexto fuera de las canchas. Si
hay violencia en las calles, lo normal es que en las gradas también lo haya.
No hacen falta tantos
datos oficiales para darse cuenta de que en Venezuela el futuro está lleno de
azar. Esto lo sabe Adalberto Peñaranda, quien se fue a un país con un IDH
considerable: España. Específicamente a Granada, una ciudad con pasado árabe.
Como es normal, fue acogido por el equipo filial por su joven edad y corto
recorrido.
Lo normal es que el futbolista sudamericano adolescente vaya graneándose cierto renombre en su liga local. Para ser visto por una institución que lo
haga titular del otro lado del mundo hace falta talento y trabajo. Acaso la decisión
apurada fue por haber recibido un impacto de bala en una fiesta. Quizá fue por
el tema de que su técnica de conducción de balón no es válida en las
irregulares canchas de la liga venezolana. Tal vez fue para mejorar su
situación económica. A lo mejor se sintió con motivado por el hecho de que un
ojeador italiano fuese a verlo en Caracas. Posiblemente fue un cúmulo de las
razones anteriores.
En sus primeros meses
jugó en la Segunda B española. Acumulaba 3 goles en menos de 400 minutos en el
tercer escalón del balompié hispano. La cifra goleadora se interrumpió por una
lesión. Cuando Adalberto fue dado de alta pasó muy poco tiempo para que el
cuerpo técnico del primer equipo le interrumpiera una siesta para informarle que
sería titular ante el Athletic de Bilbao. A partir de ahí la historia la
conocemos: es la joya del fútbol venezolano.
¿Hasta qué punto tuvo suerte de que todo haya surgido tan rápido? ¿Es
verdaderamente prometedor el rendimiento mostrado por el merideño? ¿Es temprano
para juzgar a Peñaranda?
Granada es una ciudad
mundialmente conocida por albergar uno de los palacios árabes más emblemáticos
de la ocupación nazarí: la Alhambra. Ubicado en la cumbre de la colina sobre el feudo
andaluz, de manera que se pueda defender de posibles tropas invasoras por
tierra. Es el destino turístico favorito de millones de personas cada año.
Desde las murallas del recinto se puede otear un extenso valle, incluyendo un pequeño
estadio en el medio de un barrio que alberga un club de fútbol de primera
división.
Para un poblado de menos
de trescientas mil personas es motivo de orgullo que su equipo este en la
máxima categoría del balompié nacional. Tampoco puede aspirar a mucho más.
Desde su ascenso en 2011, cerrar la temporada fuera de la zona roja ha sido
motivo de celebración para el equipo de Peñaranda. El merideño llega a un club que
no apaga las alarmas del descenso hasta el final. Y esta temporada no parece
cambiar de aspiraciones.
La estabilidad
institucional de los equipos que coquetean con el descenso suele ser tan
volátil como la situación cardíaca de los aficionados que los siguen. Una mala
racha le puede costar el puesto al entrenador. La llegada de un homólogo
significa un cambio de perspectivas desde varios aspectos en la plantilla,
incluyendo los tácticos. Si el entrenador del Granada, José Ramón Sandoval, es relevado de su cargo, su remplazo puede desconfiar de la falta de experiencia
de Peñaranda y prescindir de los servicios del venezolano. También existe la
posibilidad de que lo tome en cuenta, pero una de las razones principales del
debut del ex Deportivo La Guaira en Europa es por decisión del técnico
madrileño.
“Con 18 años ha llamado a la puerta y la ha
derrumbado. Se lo ha ganado y hay que tener paciencia con él, que no tenga
muchos cohetes. Le he dado la enhorabuena pero le he dicho que en el fútbol lo
bueno de hoy se olvida mañana" José Ramón Sandoval sobre Adalberto Peñaranda.
Hay dos puntos
importantes para explicar el porqué del debut de un diamante en bruto. La
primera es por la falta de delanteros. La lesión del referente de área del
equipo (El Arabi) y un Thievy deseoso por cambiar de aires han decantado al
estratega a meter mano en las inferiores. Darle la oportunidad a un imberbe que
estaba recuperándose de su lesión dos divisiones abajo es arriesgado para un
club que necesita puntos. La jugada que no siempre suele ser exitosa tuvo su
excepción.
La otra razón es porque
la incorporación de Peñaranda, gestionada por un agente italiano, venía
encomendada por un gurú de las promesas jóvenes en el Viejo Continente: Gino
Pozzo. Con un apellido importante en el gremio metalúrgico, el dueño del
Granada CF ha desplegado un número importante de cazatalentos al mundo en
búsqueda de futbolistas con gran proyección a futuro. Del grupo de
representantes italianos han emergido a la élite jugadores como Mauricio Isla,
Claudio Pizarro, Juan Guillermo Cuadrado y Alexis Sánchez -solo por nombrar a
los sudamericanos-.
La venta de Alexis Sánchez al Barcelona ha sido el logro más importante de la gestión Pozzo en Europa
Ahora que Adalberto es
titular cada fin de semana en España todo parece ir viento en popa en orden de
evolucionar positivamente. O por lo menos eso sería lo normal para un
profesional. Recordemos que apenas es mayor de edad y su crecimiento fue solo
advertido por Empresas Polar antes de partir al exterior.
Volviendo a Soccernomics: “Solo un puñado de jugadores de talla mundial de cada
generación- Pelé, Maradona, Wayne Rooney- alcanzan la cima antes de cumplir los
18 años. La mayoría de los futbolistas llega a ella bastante más tarde. Solo es
posible estar seguros de su potencial cuando son mayores”. Pese a que esta la
capacidad, que es la base para su desarrollo, le hace falta más rodaje para
calibrar cuándo es que el futbolista es verdaderamente un producto acabado. Por
ahora está lejos, puede sumar o descuidar cualidades.
Al llegar al primer equipo como auxiliar ha tenido presentaciones muy
positivas. Movimientos interesantes para desmarcase con el balón, conocimiento
sobre cómo debe perfilar el cuerpo para recibir y buena técnica de conducción.
Ha podido exhibir sus recursos ofensivos con soltura porque Sandoval le dio
libertades en la cancha. En la prensa se le dibuja como delantero centro, pero
su posición real es más escorada por naturaleza. En una entrevista confesó que
su ídolo era Neymar y que le gustaba jugar por la izquierda, como el crack brasileño. El problema es que al
ser autosuficiente ofensivamente no depende del resto del sistema para hacer daño. Habría que ver si en un
grupo más cohesionado y trabajado con menos apuro pueda rendir en los mismos
términos.
Es algo inusual que un
joven venezolano ya esté viviendo lo que es competir en una liga de máxima
exigencia. Existen muchos asteriscos en su camino a la cima; el fútbol es
contexto. En caso de que con su individualidad llegue a ser más determinante de
lo que sugiere un jugador de su categoría, habría ligeras certezas sobre su
futuro. Además del Granada, los Pozzo son dueños del Watford (Inglaterra) y
Udinese (Italia). Los magnates que pueden permitirse la multipropiedad de
equipos suelen intercambiar jugadores con cesiones sin costo. Hoy en día cuesta
imaginarlo en jugar la Premier League, pero hay una posibilidad.
Al igual que Neymar,
desencadena corridas interiores con regates habilidosos. Su informe corte pelo
le aporta cierto parentesco superficial con el blaugrana. Hay quienes ya lo
comparan con él, y atentan con cimentar un carácter soberbio en el chamo recién salido del liceo. Ante tantas
novedades en su joven carrera, la cabeza adolescente de Adalberto no para de
soñar, quiere seguir creciendo. Estar en lo más alto. Como la Alhambra de
Granada, que tras años de sultanato fue invadida por los españoles con el
argumento de reconquistar el territorio que les pertenecía.
La Alhambra se eleva sobre Granada, como los sueños de Peñaranda
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