Muchos de los
sobrenombres que llevan los clubes o las hinchadas empezaron siendo
despectivos, pero el hincha terminó adoptándolos con gran afecto y los
convirtió en un símbolo de identidad. Es el caso de los “manyas”, los
“bosteros” y hasta de los “gallinas”. Y el de varios más. Los del equipo rival
les pusieron el apodo como forma de agravio, pero con el correr del tiempo los
agraviados terminan aceptando el apodo, a mucha honra.
Comencemos por
casa este recorrido de historias, narrando el origen del apodo “manya”.
Guiseppe Scarone fue un emigrante italiano que llegó desde Savona para
emplearse en el ferrocarril. Enseguida se encariñó con el club y los colores, y
soñó que algún día uno de los suyos vistiera la blusa del Curcc. El 11 de
noviembre de 1890 nació su hijo Carlos, que en 1909 vistió la aurinegra, para
alegría de su padre. Ese año, Nacional perdió un clásico 4-2, en el que Scarone
convirtió tres goles. El tano Giuseppe estaba loco de la vida.
Hinchada de Peñarol |
Su hijo fue
campeón con el Curcc en 1911, y en 1913 partió hacia Buenos Aires. No tuvo
suerte y volvió a los pocos meses, argumentando que no triunfó por estar
“enfermo” y que Peñarol no lo asistió debidamente. Nacional lo tienta y se va
para el Parque Central. Se dice que al partir hacia Argentina le habría dicho a
su padre: “¿Quedarme en Peñarol para qué? ¿Pa’ mangiare merda?”. Esta frase se
habría difundido entre los hinchas de Nacional, que lo tomaron como una burla
hacia los carboneros, que después, por deformación del idioma, quedó en
“manyas”. En el primer partido de Carlos Rasqueta Scarone contra sus ex
compañeros, no se cansó de hablar y decir: “Jueguen ustedes, que son unos
mangiamerdas”.
Hasta hace algunas
décadas, decirle “manya” a un hincha de Peñarol era un agravio. Hoy la hinchada
carbonera asume con orgullo ese apodo.
Del otro lado del
río
Hinchada de River Plate // Pasión Monumental |
Para los boquenses
ser “bostero” y para los riverplatenses ser “gallinas” se convirtió en un
símbolo distintivo y, de ningún modo, en una vergüenza. Lo mismo ocurre con los
“cuervos” de San Lorenzo o los “quemeros” de Huracán.
La primera
denominación que tuvieron los hinchas de Boca fue “xeneizes”, que significa
“genoveses”. El apodo de “bosteros” surgió de un cántico de los hinchas de
River Plate con motivo de las continuas inundaciones que sufría el barrio con
la sudestada: “La Boca, La Boca se inundó y a todos los bosteros la mierda los
tapó”.
Los “bosteros” no
tuvieron el suficiente ingenio como para pagarles con la misma moneda a los de
River, que pasarían a ser las “gallinas” recién en 1966, por una ingeniosa
broma de la hincha de Banfield. Con la llegada del profesionalismo (1931),
River trató de armar un gran equipo y contrató a Carlos Peucelle, por quien
pagó 10.000 pesos a Sportivo Buenos Aires. Allí nació el mote de “millonarios”.
Pero tras perder la Libertadores de 1966 con Peñarol les quedó el apodo de
“gallinas”, que lo acompaña hasta la actualidad.
Una semana después
de esa final con Peñarol (que ganaba River 2-0 y terminó perdiendo 4-2), el 29
de mayo, en el estadio de Banfield, los hinchas del equipo local arrojaron a la
cancha una gallina con una banda roja adherida a sus plumas, en una original
chanza que aludía a la tremenda derrota de Santiago. Esa jornada marcaría el
nacimiento del mote de “gallinas”.
Canallas y
leprosos
En la década de
1920, Rosario Central y Newell’s fueron invitados a jugar un partido amistoso a
beneficio del Patronato de Leprosos de la ciudad de Rosario. Pero Central se
negó a participar, entonces los hinchas de Newell’s castigaron esa actitud con
el grito de “¡canallas!”, mientras que desde el otro bando les respondieron
exclamando “¡leprosos!”.
Hinchada de Newell's |
Al principio, de
manera peyorativa, los de Central llamaban “leprosos” a sus rivales y los
rojinegros “canallas” a sus rivales de siempre. Con el tiempo, cada hinchada
tomó el apodo con orgullo y así se los conoce hoy.
Triperos y
pincharratas
Los clásicos
rivales de La Plata también llevan sus apodos por iniciativa de las respectivas
hinchadas rivales.
Por la ubicación
de su estadio en el bosque de La Plata, a Gimnasia y Esgrima se lo denomina “el
lobo”. Pero luego se le endosó un sobrenombre despectivo. En sus inicios, este
equipo acaparó a los sectores populares, de manera especial a los del barrio El
Mondongo, donde vivían muchos trabajadores de un frigorífico. De ahí que
despectivamente a sus seguidores se los llamó “triperos”.
Sobre el apodo de
“pincharratas” que llevan los de Estudiantes de La Plata hay dos versiones. Una
de ellas dice que fue porque los universitarios que simpatizaban con ese club
utilizaban a los roedores para experimentar en el laboratorio de la Facultad de
Medicina. La otra versión dice que fue por el sobrenombre de un desgarbado y
harapiento lustrabotas de la ciudad, que adhirió al nuevo club.
Por las canchas de
Montevideo
Ya les contamos cómo
surgió el apodo “manyas”, aunque Peñarol también tiene otros sobrenombres. Lo
de “carbonero” tiene una obvia relación con los orígenes ferroviarios del club,
y lo de “mirasoles” es por unas florcitas amarillas y negras similares a las de
girasol.
Hinchada Nacional (Uruguay) |
¿Y los bolsos? En
las primeras décadas de nuestro fútbol era común que las camisetas fueran
camisas, con bolsillo incluido. Pues, en donde estaba el bolsillo se ubicó el
escudo de Nacional, y así les quedó el apodo de “bolsilludos”, pasando luego a
ser “bolsos”. Lo de “tricolores” ni falta hace explicarlo, y lo de “albos” es,
obviamente, por su camiseta blanca.
Si hay un club que
tuvo su apodo en el mismo momento de elegir su nombre, ese fue Wanderers.
Cuando un grupo de muchachos decidió irse de Albion y armar su propio equipo,
los que se quedaron en Albion los criticaron por su actitud y les dijeron:
“Ustedes son unos wanderers”, que en inglés significa “vagabundos”, término
similar a “bohemio”. Hoy, la barra aliento de ese club se denomina Los
Vagabundos.
A Defensor le
llaman “tuerto” por el faro de Punta Carretas, que cuando alumbra parece estar
“mirando” con un solo ojo. Esta versión es un tanto rebuscada, ¿no? La otra
explicación no tiene ninguna documentación que lo pruebe, aunque es manejada
por varios hinchas violetas: en los primeros equipos de Defensor había algunos
jugadores tuertos, de aquí que sus rivales los apodaran de esa manera.
¿Qué relación
puede tener Sud América con los buzones? Cuando se fundó el club, en 1914, los
buzones montevideanos eran de color anaranjado, el mismo de las camisetas de la
IASA.
¿Y por qué los de
Rampla son “picapiedras”? A mediados de la década del 60, en ocasión de los 50
años del club, se decidió hacer una serie de reformas en el estadio, conocido
entonces como Parque Nelson. Las obras tuvieron como protagonistas a muchos
hinchas que se acercaban a picar piedra para cambiar el material de su
escenario.
Los de Progreso
son los “gauchos del Pantanoso”. Lo de Pantanoso es obviamente por el arroyo,
pero ¿lo de gauchos? El apodo se lo deben a Abraham Paladino, quien fuera
presidente. Paladino era floridense y cuando iba a la Asociación Uruguaya de
Fútbol lo hacía vestido de gaucho. “Allá vienen los “gauchos del Pantanoso”,
comentaban en la sede de la asociación cuando veían llegar a la delegación de
Progreso, encabezada por Paladino.
Por un tema de
identidad futbolística, Racing es conocido como “la escuelita”, aunque también
lleva como apodo el de “cervecero”, pues los jóvenes que le habían dado vida al
nuevo club se juntaban enfrente de la vieja cervecería Doble Uruguaya, lugar
donde tiempo más tarde tuvieron su primera cancha.
No hay demasiada
ciencia en los apodos de la mayoría del resto de los clubes, casi todos
surgidos de acuerdo al barrio o ciudad: los de Cerro son “villeros” por la
Villa del Cerro, los de Central “palermitanos”, los de Juventud “pedrenses”,
Liverpool son “los de la Cuchilla”, los de River son “darseneros” pues tuvo su
origen en la Aduana, donde están las dársenas.
Por sus colores o
diseño de camiseta, los de Rentistas son los “bichos colorados”, los de Danubio
“franjeados”, “tricoplayeros” los de Huracán, por llevar tres colores y ser de
la playera zona del Buceo. Los de Miramar son “cebritas” aunque también se los
conoce como los “monos de Villa Dolores” por su cercanía al zoológico. Lo de
“patas blancas” en el caso de Plaza Colonia se debe a sus medias blancas. Y lo
de “fusionados” en el caso de El Tanque Sisley surgió por la fusión de ambas
instituciones.
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