Por: Gustavo Laguardia (@AKD_GustavoL)
La enorme
alegría de pertenecer al selecto grupo de los mejores 16 equipos de América
comenzó a ser posible cuando promediaba el mes de noviembre del año pasado. Han
transcurrido casi cinco meses y once partidos; mejor dicho, casi cinco meses y
once finales; porque toda esta historia comenzó con tres finales y tuvo su
epílogo el miércoles 20 de abril de 2016, con una final más en la altura de La
Paz.
El objetivo del presente análisis es recorrer el camino realizado por Racing
hasta alcanzar un lugar en los Octavos de final de la Copa Libertadores.
El Torneo de 30 equipos desarrollado en Argentina durante el 2015 lo tuvo a Racing
como el 4º mejor ubicado en la tabla general, posición que lo hizo clasificar a
la liguilla pre-Libertadores de América 2016. En la primera instancia de dicha
liguilla, ‘la academia’ debió enfrentar a Estudiantes de La Plata en un solo
partido a ‘cara de perro’ (como se dice en los potreros), para dirimir el pase
a la final de la misma. Fue triunfo de Racing 2 a 1, con goles de Marcos Acuña
y Luciano Lollo de cabeza, el cual lo depositó en una final “soñada” con su
clásico rival, Independiente del mismo barrio. En aquella ocasión escribí en
esta misma página “Clásico de Avellaneda: el que gane la liguillaganará dos veces”, a partir de la doble significación que podía tener
vencer al clásico rival, por una parte, y clasificar a la Copa Libertadores,
por la otra.
En el primer juego en calidad de visitante, Racing se impuso por 2 a 0 con
goles de Gustavo Bou y Oscar Romero, además de una gran actuación colectiva.
Parecía cuestión ‘liquidada’, pero en el juego de vuelta en condición de local,
los albicelestes no pudieron sostener el 1 a 1, posterior al empate transitorio
de Luciano Lollo (otra vez con su cabeza), y ‘el rojo’ lo ganó de arremetida
sobre el final y con dos hombres menos 2 a 1, aunque no le alcanzó. De esta
manera, Racing consiguió la chance de acceder al repechaje.
Apenas comenzado el año, el 3 de febrero más precisamente, viajó el Racing Club
de Avellaneda a México para enfrentar en partidos de ida y vuelta al Deportivo
Puebla, lo que sería la primera experiencia en la altura de la presente
competición internacional. Fue 2 a 2 allá, con goles de Gustavo Bou y Ricardo
Noir. La revancha en Avellaneda finalizó 1 a 0 con otro gol de ‘la pantera’ Bou
y el viaje directo a la fase de grupos.
Racing pasó a integrar el grupo 3 junto a Boca Junior de la Argentina, Bolívar
de La Paz y el deportivo Cali de Colombia. Después de un comienzo tranquilo y
hasta un poco ‘relajado’, quizás, con victoria de 4 a 1 en la primera fecha
como local sobre el Bolívar, con goles de Lisandro López, Rogger Martínez,
Rodrigo de Paul y Marcos Acuña; empates en condición de visitante con Boca 0 a
0 y con el deportivo Cali 2 a 2, habiendo convertido Leandro Grimi y Lisandro
López en tierras colombianas, y triunfo de local ante el mismo Deportivo Cali
por 4 a 2, con goles de Leandro Grimi, Lisandro López, Oscar Romero de cabeza y
Rogger Martínez, todo pareció complicarse demasiado. Las dificultades vinieron
‘de la mano’ de la derrota como local frente a Boca por 1 a 0, cuando el empate
era casi un hecho y el punto dejaba a ambos en la próxima ronda. Pero sucedió
lo que no debía de suceder, a falta de 7 minutos para la finalización del
encuentro, el uruguayo Lodeiro concretó para ‘el Xeneize’ y dejó a ‘la
academia’ sumergida en un mar de dudas; para colmo de males, un día después, el
Bolívar consigue un punto en Colombia que lo pone a solo un triunfo y dos goles
de Racing. Y Racing debía afrontar su último encuentro del grupo 3 justamente
contra el Bolívar, como visitante, que es lo mismo que decir, en la altura y
con todas las de perder; “que te empieza a falta el aire”, “que la pelota no
dobla”, “que hay que practicar con una de vóley”, “que te quedas sin piernas
enseguida”, etc.
Lee también: Gustavo Bou, el hombre del gol
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Con un planteo defensivo en los papeles (4-4-1-1), pero organizado,
voluntarioso, solidario y genuino en el campo de juego, de manera especial
cuando la pelota y el aire estaban en su poder, Racing empató 1 a 1, después de
un par de minutos intolerantes a cualquier corazón académico, con un gol del
‘morocho’ cada vez más venerado Rogger Martínez. Y así se sobrevivió otra vez
al fútbol en ‘los tiempos del cólera’, a otra final de las que te dejan afuera,
a otro mandato de los cuales hay que hacer caso omiso como aquel de 1999 “Racing
Club…ha dejado de existir”, a otro tsunami de ‘malos deseos’ que auguraban
cansancio y lesiones para llegar debilitados al clásico del domingo, a otras
nuevas dificultades que siempre se hacen presentes…
Hay una frase popular que asevera “lo que no te mata te fortalece”, la cual
pareciera ser el slogan más representativo de estos últimos dos años en la vida
deportiva de la Academia de Avellaneda. Más de lo mismo, pero de lo bueno; en
boca del hincha sería más o menos del siguiente modo: “traigan finales que de
lo que hay que poner sobra”
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