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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)

"En las canchas de Buenos Aires y de Montevideo, nacía un estilo. Una manera propia de jugar al fútbol iba abriéndose paso, mientras una manera propia de bailar se afirmaba en los patios milongueros. Los bailarines dibujaban filigranas, floreándose en una sola baldosa, y los futbolistas inventaban su lenguaje en el minúsculo espacio donde la pelota no era pateada sino retenida y poseída, como si los pies fueran manos trenzando el cuero. Y en los pies de los primeros virtuosos criollos, nació el toque: la pelota tocada como si fuera guitarra, fuente de música." Eduardo Galeano

En el refranero popular, asistemático y a veces contradictorio, se dice que ”el tamaño importa” y también “que no importa”. Obviamente todo depende del contexto.  En el caso del fútbol en Uruguay, el país más pequeño del cono sur, el tamaño no importa.

Fueron los primeros campeones de la Copa América (y los que más veces la han conseguido); estrenaron el oro en los primeros Juegos Olímpicos en los que hubo fútbol y fueron los primeros campeones mundiales de la FIFA. Antihéroes eternos del Maracaná y rivales a vencer en cualquier partido; líderes actuales de la clasificación rumbo a Rusia ¿Cómo hicieron para ser tan competitivos de inicio?

Como todos sabemos, el fútbol se inventó en Inglaterra, pero tuvo una interesante evolución a inicios del siglo pasado por el cauce del Río Danubio, llevando el deporte de las patadas a Austria y Hungría. Años más tarde navegaría, en buques de migración inglesa, hacia el Rio de la Plata. Tanto Argentina como Uruguay se vieron beneficiados a largo plazo por los primeros tránsitos del balón por el continente.

No solo eran ingleses los obreros que pateaban un pedazo de cuero en los recreos de su labor, también llegaron los danubianos, de posiciones más acomodadas y que concebían el fútbol como una actividad tanto para ricos como pobres. Pronto, el carácter extranjerizante de esta exótica práctica fue adoptada por los nativos.

Cuando los locales pudieron internarse considerablemente en el juego, abogaron por la tecnificación exhaustiva del estilo con el que se pretendía jugar. Los primeros amateurs le daban mérito a la experiencia y ya en el retiro se dedicaban a trabajar en escuelas, que ya tenían canchas de fútbol.

Antes ya existían clubes balompédicos construidos por inmigrantes, pero luego heredados por los rioplatenses. Las dinámicas extranjeras pasaron por un filtro criollo. Henry de Motherlant escribió maravillado luego de ver un partido de uruguayos en París: “Aquí tenemos el fútbol de verdad. Comparado a esto, lo que jugamos ya no es más un hobby escolar”. Al poco tiempo proliferó una especie de boom competitivo.

Más por la parte húngara (que influyeron más en el juego) que de la inglesa (fundadores de los primeros clubes de fútbol), la disciplina podía crecer casi automáticamente en la región: se había vuelto popular con la gran oleada de colonias europeas. De hecho la AFA fue nombrada primeramente en inglés y luego se hizo la traducción al castellano, aunque esto no alteró el orden de sus siglas. Clubes como River Plate o Racing no tienen nombres anglosajones por casualidad.

En ese tiempo, la alineación de los equipos era un 2-3-5 (Cuánto hemos avanzado). En la primera línea estaba el delantero centro, los delanteros interiores -uno a cada lado- y los extremos. Francisco Varallo, interior de la primera selección mundialista argentina reveló que en “Sudamérica se trataba mejor al balón y con mayor proyección táctica (…) eran tiempos en los que los delanteros interiores se retrasaban y buscaban a los wings. Estos interiores eran fundamentales en la creación del juego, fueron ellos los que empezaron a driblar rivales. A estos movimientos de engaño y  con cadencia de tango le llamaron “gambeta”.

La Pizarra del DT Uruguay - Uruguay 30´s - Football tactics and formations


Tanta innovación se vio en el futuro. La primera final del mundo fue sudamericana: Uruguay-Argentina. Según el periodista italiano Gianni Brera, aquella  final evidenció que “Argentina jugaba fútbol con mucha imaginación y elegancia, pero la superioridad técnica no puede compensar el abandono de la táctica. Entre los dos equipos rioplatenses, los uruguayos eran las hormigas y los argentinos, las chicharras.”


El fútbol llegó a unirse con la cultura regional a tal punto que logró enraizar la actividad lúdica. Lo que llaman “garra charrúa” viene inspirado de una tribu indígena uruguaya, que si  bien no hay miembros de la misma que jueguen fútbol, existe ese vínculo de identidad. Pocos en el mundo usan términos tan genéticos para sus escuadras nacionales.

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