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Norbey Danilo (@NorbeyDanilo)
Al ver el auge de colectivos capaces de establecer paradigmas en el dinámico sistema del balompié, es proeza que lleguen a la cabeza las apologías enmarcadas y resaltadas a más no poder sobre los modelos tácticos que influyeron en algún momento en el desarrollo del fútbol, ideas determinantes que terminaron por ser una revolución, un fragmento de ruptura a los estilos predefinidos e intocables, llevados a cabo con tal intensidad que se convertieron en una completa evolución táctica.

Desde la pluralidad ofensiva de la máquina del River Plate de Renato Cesarini e inclusive el dinamismo del ataque del Millonarios de la época del Dorado al estilo 2-3-5 (a la WM – Piramidal) con un magnifico Adolfo Pedernera y un extraordinario Alfredo Di Stéfano, pasando por la revolución de Gusztáv Sebes, la naturalidad de Brian Clough y sin duda alguna la rebelión del fútbol total de Rinus Michels, sin dejar atrás la filosofía de Bob Paisley o el paradigma de Helenio Herrera, los modelos tácticos revolucionarios han terminado por ser el alimento innato del avance tanto individual como colectivo del juego fútbol.

Tras recordar estos épicos perfiles de transformación, es posible determinar, dentro de un complejo número de posibilidades y alternativas, cuáles son, de acuerdo a los resultados y lo que ha implicado para la universalidad y perfeccionamiento del juego, las evoluciones tácticas más significativas en los últimos 20 años.

Fútbol sin extremos, proyección de las defensas modernas. Tras casi una década del brillo del fútbol total de Arrigo Sacchi, sería en 1998 cuando Aimé Jacquet implantaría sigilosamente una breve revolución táctica que significaría el principio de las facetas posicionales y de sacrificio de cara al nuevo milenio. Jugar sin extremos y con un hombre objetivo en ataque (capacitado para jugar de espaldas y ejercer de pívot).


Visto como un 4-3-2-1 (Pirámide o árbol de Navidad), este planteamiento táctico tuvo por contracultural el hecho de unir un fútbol no totalmente lateralizado con el regreso al centro del campo de dos niveles, una leve separación entre los volantes ofensivos y los volantes defensivos, simulando brevemente el fin de la formación WM, que permite mayor seguridad a la hora de controlar y maniobrar, así como una transición más compacta al momento de suceder hacia el ataque. La libertad se ve expresada en lo que generalmente conviene que es que el destinatario del pase no esté detenido en el sitio de recepción sino llegando a él.

Formaciones sin delanteros, una versión primitiva del fútbol actual. Tras la llegada del nuevo milenio, la evolución táctica tuvo varios pioneros, algunos arriesgaron tratando de regresar estilos del siglo pasado mientras que otros intentaron imponer un punto de inflexión siendo más creativos y libertarios. En ningún momento se pasó por la cabeza de los estrategas del juego que el fútbol mutara hacia modelos vertiginosos con más dinamismo posicional a la vez que se ejercía una presión de sacrificio y orden. El AS Roma del 2005-2007 de Luciano Spalletti propicio lo que fue el futuro de las tácticas, un juego con “falso 9” o “cero delanteros”.  


El hombre objetivo tradicional, de envergadura furtiva pasaba a segundo plano cediendo sus chances a un individuo talentoso, que sobre el papel aparentaba ser un punta nato pero que sorprendía por su disposiciones de avance y retroceso con el fin de brindar aperturas y rupturas, haciendo un equipo más concreto a la hora de atacar y sincronizado al momento de defender. 

Presión, posesión, posición y rondos, el fútbol total moderno. Pese a que Michels, Sacchi, Van Gaal, Cruyff establecieron conceptos como la presión, la posición e inclusive la caprichosa posesión, fue Pep Guardiola quien en medio de un contexto de desorientación ubicó la brújula en el centro del campo y ordenó lo que terminó siendo la mayor evolución de la última década. Teniendo rasgos de la Roma de Spalletti y mucha herencia del fútbol total del pasado siglo, fue el paradigma que se estableció en la nueva era, con una disposición sin delantero definido y un compromiso apabullante, la posibilidad de ir de verdad al duelo lo daba el orden.  


Fue la apuesta, mantener el balón, presionar coordinadamente después de la pérdida y posicionarse con el fin de ocupar espacios determinando el ancho de la cancha a favor, muy conocido como la superioridad numérica en zonas, fortalecida por la flexibilización posicional de los jugadores.  

Otro valioso aspecto, fluidez posicional, asumiendo el rol que pida el juego y no lo que dicte una posición fija, movimiento que nutre el principio de paredes y toques de primera con el fin de generar espacios (los famosos rondos, velocidad real para eliminar rivales acumulados). Se erradicó la idea incrédula de correr entre cuatro o cinco rivales sin progresar en bloque.

Guardiola ha expuesto en la última década su postura ortodoxa mediante sistemas de revolución táctica, a tal punto, que ha llegado a plantear los sistemas de hace más de medio siglo como el completo WM o WM Piramidal, aplicados en Barcelona, Bayern Múnich y actualmente al Manchester City. En tiempos heterodoxos, la reconfiguración del pensamiento táctico llego de la mano del hijo prodigo de Cruyff.

Sin duda, es gracias a estos trabajadores de la táctica que hoy día se vislumbran equipos que son netamente tácticos y que sin dudarlo, lo aplican en muy buenos términos. El Independiente de Holan, el Lanús de Almirón, el Napoli de Sarri, el Hoffenheim de Nagelsmann, el Real Betis de Setien y hasta el mismo Manchester City de Guardiola, colectivos que aplican aquella sucesión de la primera década del actual siglo.
 

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