"Resultado no doy
nunca, pero River va a ganar", decía Rodolfo Donofrio, presidente de River,
a Fox antes del partido. Lamentablemente para el directivo, su equipo salió a
cubrirse bajo el paraguas.
Por Copa Sudamericana,
estallaba 'La Bombonera' por revivir otro Boca Juniors - River Plate. La última
vez que se midieron por competencia internacional fue en la semifinal de la
Libertadores 2004. River ganó 2 (Cristian Nasuti y 'Lucho' González) -1 (Carlos
Tévez) en los 90', pero Boca triunfó en los penales.
Ahora, 10 años después,
Boca salía así:
Por su parte, este era el
dibujo inicial del 'Muñeco' Gallardo:
El partido inició con un
vértigo tremendo que hacía que las transiciones defensa - ataque de cada equipo
se ejecutarán con una velocidad que rayaba en lo impreciso. Aquí, las 3 razones
de por qué el juego no pasó del empate:
1) La pelota no pasó por
Pisculichi y Chávez: ambos jugadores, más allá de aparecer junto al balón en
alguna pelota parada, deambularon sobre el césped de 'La Bombonera' haciendo
símil a Aníbal sobre los Alpes. Los jugadores de técnica y criterio necesitan
alimentar sus ideas con segundos de posesión, cosa que no tuvieron esta vez.
2) River, y en especial
Ponzio, fue una máquina de pegar y no de jugar: el exZaragoza quizás debió ver
la roja por reiteración de faltas, luego de llegar tarde a en muchas ocasiones.
River no tuvo una primera salida clara en las pocas ocasiones en las que le
tocó proponer para llegar al arco de Agustín Orión. Al sentirse perdido en un
horizonte de piernas azules, al 'Millonario' no le quedaba otra que pegar; lo
curioso es que Boca cayó en el juego y también repartió. El partido terminó con
9 amonestados. River cedió espacios porque llegó tarde en todo el encuentro
3) Gago, Erbes y Meli
jugaron de a ratos: a pesar del poco material ofensivo que se puede rescatar
del encuentro, el trío de volantes de Arruabarrena anuló por completo el
trabajo que intentaban hacer Carlos Sánchez y Ariel Rojas. En las primeros
minutos, la triangulación de los mediocampistas xeneizes hizo que Barovero
tuviera que responder a la llamada de peligro, luego se limitaron a anular el
flujo del poco juego de River. El dominio de los locales fue inocuo.
El temor a ser vulnerado y
perder, influyó en quel compromiso no apuntara a un vencedor. El 27 se decide
el finalista, el miedo quedará como anécdota.
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