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Luis Ortega (@LuisOrtegaVzla)

Se jugó al fútbol en Colonia, Alemania. Amistoso en el que se enfrentaban las selecciones de Alemania y Estados Unidos. La selección norteamericana venía de ganar en Holanda, un partido al que le dio vuelta en los últimos minutos después de estar abajo por 2 goles. Mientras que Alemania jugaba su primer partido de estas fechas FIFA. El combinado europeo que dirige Löw, saltó a la cancha con un 4-4-1-1. Al frente se encontraría con el seleccionado del entrenador, también alemán, Klinsman, quien propondría en la cancha un sistema de 4-3-1-2. Ese jugador enganche sería el capitán Michael Bradley, principal protagonista de la escuadra visitante.

Falencias en la defensa norteamericana.

El primer tiempo fue controlado totalmente por los alemanes. El equipo local se encargó de ponerle el ritmo deseado al partido, proponer en ataque e incluso anotar gol. Esta superioridad de los locales dejó ver distintas cualidades y errores en Estados Unidos.  Al momento de defender en su propia cancha, la escuadra dirigida por Klinsman dejaba muchos espacios. Era muy fácil, para el jugador alemán que tuviese la pelota, encontrar a algún compañero desmarcado y con mucho espacio en zona de peligro.




También, los laterales defensivos cerraban muy poco y llegaban tarde a la marca, lo que provocaba que apenas se efectuaran jugadas desde las bandas hacia el centro del campo, un jugador alemán esperando en el centro siempre estaría completamente desmarcado a la espalda del segundo defensor central. Así llegó el primer gol por parte de Gotze. Chandler no llega a una posición de ventaja defensiva, por lo cual Gotze recibe el balón completamente solo y define.








Michael Bradley, el alma del equipo.

Rendimiento perfecto. Dos palabras que describen el juego del número 4, en camiseta, del centrocampista estadounidense. Es fundamental en todos los funcionamientos del equipo. Es el hombre que marca la salida, el de la visión para los ataques e incluso uno de los más sacrificados físicamente.

Salida con el “Main Man”.

Muy pocas veces se le veía a Estados Unidos salir desde su cancha con un pelotazo largo como primera opción. El funcionamiento, siempre consistía en dar vuelta a la esférica de banda a banda en la línea defensiva hasta encontrar un espacio para que llegara el balón a Bradley. De ahí, los volantes por las bandas se proyectaban, y la mayoría de veces eran los receptores de un pase largo del centrocampista. También Bradley a veces optaba por retroceder e ir a buscar el balón hasta el borde de su área grande para salir jugando.



Y cuando se tornaba algo complicada la situación, él la resolvía de la manera más simple.




La presión alta de Estados Unidos y el desgaste del número 4.

Cuando Alemania intentaba salir con el balón en corto, Estados Unidos ejercía una muy buena presión. El delantero más cercano al balón iba a la marca y el otro marcaba los espacios. Bradley era siempre el primer volante en llegar a cubrir un posible receptor alemán para impedir la buena salida con el toque de pelota por parte del equipo local. Esto habla del gran desgaste del capitán norteamericano, siempre es el primero en buscar el balón en su cancha y el primero en ayudar a la línea de delantero a recuperarlo.



Estados Unidos poco a poco se va convirtiendo en un grande del fútbol mundial. Esta quizás ha sido una de sus mejores semanas en lo que a victorias sobre rivales de gran peso se refiere. Remontó y ganó 3-4 en Holanda contra la naranja mecánica y remontó y ganó en Alemania 1-2 contra los Campeones del Mundo. Lo que muestra el combinado estadounidense cada vez impresiona más. Y gran parte de esto se debe a su jugador clave, el capitán, Michael Bradley.



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