Por Rubén Guerrero
Atilano (@RubenGuerreroA)
Reza un viejo
adagio que: “Hay que saber de dónde
venimos, para saber a dónde vamos”, y aplica para Junior Sornoza, volante
creativo del Independiente del Valle, ahora finalista de la Copa Libertadores.
El ‘10’ del humilde cuadro ecuatoriano, que ha sorprendido a propios y
extraños, pasó en este país, desde su primera experiencia internacional a nivel
de selecciones, a la inactividad y dudas con Pachuca, así como a una noche
digan de recordar, en la que humilló a uno de los grandes del balompié azteca.
Junior parece estar
unido a México de cierta forma. El idilio comenzó hace poco más de cinco años,
cuando Sornoza disputó con Ecuador el Mundial Sub 17 que se llevó a cabo en
distintas ciudades del país tricolor; en dicha justa, la selección que ahora dirige
Gustavo Quinteros llegó hasta los octavos de final, donde sucumbió por 2-0 ante
Brasil. Junior participó en la creación del juego ofensivo durante los cuatro
compromisos, acumulando 333 minutos.
Apenas unos años
más tarde, cuando su talento era digno de ser considerado, a finales del 2014,
Sornoza dejó a su amado Independiente del Valle para firmar por Pachuca, un
equipo protagonista en la Liga mexicana, que pelea por el título cada semestre.
“Se le ha hecho un seguimiento,
esperamos mucho de él, porque sabemos que tiene capacidad y talento”,
aseguró Andrés Fassi, presidente deportivo de la institución con el arribo del
ecuatoriano.
Apenas pasó un
semestre, cuando Junior había firmado 10 encuentros y solo un gol. Su salida
del Pachuca fue inminente, con más sinsabores que logros. Su accionar no pesó y
Diego Alonso, el entrenador, decidió prescindir de sus servicios. La deuda de
brillar en suelo azteca se incrementó entonces para, en algún momento, cobrar
una revancha.
El 24 de mayo de
este 2016, Sornoza sentenció a Pumas
a los tiros de penal, donde sucumbieron. La victoria desde los once pasos
significó el pase a semifinales de la Libertadores, la confirmación de
Independiente y la revancha de Junior, en un escenario que se le complicó
siempre. El ‘10’ colocó el balón cerca del área felina, retrocedió algunos
pasos y su tiro se coló entre las piernas de Alejandro Palacios, el cancerbero.
El tanto significó
el empate global 2-2, justo en el mejor momento de Pumas. Fue un balde de agua
fría. Aquella noche fue especial para Sornoza, que volvió a casa con un
pendiente consumado. Junior no niega sus orígenes, y en México ha aprendido de
todo un poco. Hoy, disfruta su presente.
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