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Ricardo Pinilla (@RicardoPinilla4en El Dorado Magazine (@ElDoradoMGN)


La lesión de Ángelo Rodríguez en el transcurso del semestre supuso para Alberto Gamero y su Deportes Tolima un punto de inflexión a rótulo táctico. En ese momento, el Tolima no ofrecía variantes más allá del 4-2-3-1, el centro al área y el recurso desde el banquillo de Santiago Montoya Muñoz. Pero como subrayábamos, esa baja del sanandresano, que coincidió con la versión más inoperante en el dribling de Jader Obrian, cayó como agua en mayo, porque fue entonces cuando Gamero pudo dar ese paso al doble 9, definiendo con claridad su propuesta ofensiva y determinando tanto el sino de su pérdida de balón como el encargo de Armando Vargas.

1- LA DOBLE PUNTA

Si Rodríguez explicaba muchas de las cosas que el Tolima ejecutaba en ataque, en términos de fútbol aéreo y directo, pues Ángelo metía muy pronto y muy arriba a los suyos en campo adversario desde el apoyo de espaldas, el juntarlo con el paraguayo Víctor Aquino fortaleció respectiva idea. Además es anormal ver en el balompié moderno a dos centrodelanteros de similares características físicas, técnicas y tácticas compartir cancha, así que pasa a un plano preponderante el volcar hacia ambos balón y juego.

Sin embargo, en escenarios de proponer con la pelota por largos lapsos contra repliegues acostados, el ataque posicional del Tolima se ve acusado por la escasa movilidad y media lentitud de Rodríguez como de Aquino, pues ocupan el área de forma parecida uno del otro, pisándose en numeradas ocasiones y disociando la fuerza aérea de la terrestre.

2- TRANSICIÓN ATAQUE-DEFENSA A LA VELOCIDAD DE LA LUZ

Los equipos de Alberto Gamero en términos de respuesta defensiva ante la pérdida de balón tienen la credibilidad que pocos conjuntos pueden crear con años de trabajo. En este caso, el Deportes Tolima no es la excepción del asunto. Se sustenta a través de una enorme virtud que dibuja de colores fuertes su mal desarrollo con la bola de tono grisáceo. Da igual la calidad, el lugar o el minuto donde se malgasta la posesión; el grupo recupera con velocidad, solvencia y seguridad la figura defensiva del 4+2. Y presumiblemente en cierto minuto del encuentro, en cierta mitad del campo o en cierto carril cualquier otro entrenador opte por presionar, pero el samario determina casi siempre, si el partido lo permite, correr hacia atrás y recuperar posiciones.

3- COMUNIÓN VARGAS

Volvamos al juego posicional del Deportes Tolima. Ante la escasez de pase interior, Armando Vargas ha salido a flote con su creatividad goleadora. ¿Cómo así? El equipo vinotinto y oro no les genera las máximas ventajas a sus atacantes, así que Armando Vargas tanto con su habilidad de conducir contraataques como su capacidad de marcar goles por su golpeo de balón a media y larga distancia compensa ese déficit del Tolima que tiene para desenvolver ocasiones de goles por performance colectiva.


Asimismo, sin poner en perspectiva su autosuficiencia para crear opciones de cara el arco, el barranquillero es el único capacitado en ordenar los ataques ibaguereños luego de sobrepasar la divisoria. Ubica las piezas tanto por fuera como por dentro, ofreciéndole tiempo tanto a la línea del mediocampo como a los laterales a que crucen el ecuador y que sumen en un ataque organizado que, por lo mencionado anteriormente, se percibe debilitado por órdenes estratégicas e insuficiencia interpretativa.

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