Agustín Vigo
(@AgusVigo)
Hace cinco años,
Agustín Balbo murió al ser atropellado por un auto que corría una “picada” y
cuyo conductor era Oscar “sapito” Gómez. El mismo estuvo un mes en prisión, fue
liberado y aguardaba el juicio correspondiente. Gómez es hincha de Belgrano de
Córdoba, pertenece a la Barra Brava y va a la cancha desde que fue liberado ya
que nunca tuvo Derecho de Admisión en su contra. Habitualmente se cruzaba por
el barrio con los padres y hermanos de la víctima fatal de aquella “picada” y
se daban peleas y discusiones, hecho que motivó a la madre de Agustín a
reclamar el inicio del juicio y seguridad para su familia.
El domingo
pasado, se jugó el clásico cordobés entre Belgrano y Talleres, Gómez acudió al
estadio al igual que el hermano de Agustín, Emanuel Balbo. Ambos se cruzaron en
la tribuna de Belgrano y se produjo el inicio del final para Emanuel: Gómez
comenzó a golpearlo y a gritar “es de Talleres”, lo que motivó a algunas
personas a continuar la golpiza y arrojarlo al vacío. Emanuel llegó al hospital
con muerte cerebral y una situación irreversible según los médicos. Gómez se
encuentra detenido, al igual que otras cuatro personas acusadas del crimen.
Lamentable final, una muerte más en el fútbol argentino.
Habitualmente se
escucha la frase “el fútbol es el reflejo de la sociedad”. En estos casos de
violencia aflora lo peor de cada uno de los actores sociales, podemos reconocer
el alto nivel de intolerancia entre seres humanos y falta de solidaridad con el
otro. Cada uno de nosotros (periodistas, jugadores, entrenadores, dirigentes,
políticos, policías, hinchas) debemos pensar en nuestro rol social, en qué
podemos hacer para desalentar los hechos de violencia y convivir con alguien
que ama una camiseta distinta a la nuestra.
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