Diego
Baquero (@DiegoBaco23)
En el mismo lugar, donde todo empezó el 3 de junio del 2012,
la ‘era Pekerman’ culminó un nuevo ciclo de trabajo consiguiendo el único
objetivo que se buscó, clasificar a la Copa Mundial de Rusia 2018. Con un
extraordinario planteamiento táctico, la selección colombiana de José Pekerman
alcanzó la sexta clasificación de Colombia a una Copa del Mundo.
Después de usar en la mayoría de las
Eliminatorias el módulo 4-2-3-1, el técnico argentino se decidiría por un 4-4-2
para el partido definitivo frente al onceno dirigido por Ricardo Gareca. Equipo
corto, compacto y con una orden clara: la presión no sería alta (en tres
cuartos de cancha) sino en la mitad y esta no sería una presión al balón sino
al espacio. Pekerman no quería manejar el esférico -no necesitaba tenerlo mucho
más tiempo sino perderlo poco y lejos de su propio arco y recuperarlo mucho y
cerca al arco contrario-. El balón sería para los dos centrales de Perú, a
quienes no se presionarían nunca, pero todos los posibles receptores si estaría
referenciados y en caso de que éstos recibieran, la marca no se iba a hacer
esperar.
El resultado defensivo fue que Perú, menos el
tiro libre en el que consiguió el gol, no pateó ni una sola vez al arco.
Ofensivamente, la idea fue aprovechar la velocidad y gambeta de James y
Cuadrado, y la potencia de Falcao y Zapata. El resultado: casi 8 aproximaciones
al arco de Pedro Gallese.
La gran apuesta de Pekerman, por supuesto cuestionada
por los habituales críticos en la previa, fue la inclusión de Duvan Zapata en
el once titular, quien nunca estuvo en el once titular en las Eliminatorias.
El resultado fue inmejorable; ya que el atacante actuó como una de las figuras
de la cancha y el técnico argentino se salió con la suya. Con él, buscó ganar
presencia aérea en ataque, para que mediante envíos largos, éste logrará o bien
que el equipo reposará en él y se activaran las transiciones defensa – ataque o
bien que se activaran los espacios a la espalda de la última línea peruana
luego de que Zapata logrará ganar el duelo aéreo.
Ahora bien, más allá del excelente parado táctico
del equipo colombiano, lo que realmente hay que resaltar es que se consiguió
nuevamente el objetivo de clasificarse al Mundial en las Eliminatorias más
difíciles de los últimos tiempos de la mano de una generación extraordinaria de
futbolistas guiados por un estratega que no solo logró cambiar la mentalidad de
los jugadores sino que los hizo ganadores.
Después del tremendo golpe -casi de knock-out- que propinó la selección
de ParaguayPekerman y sus ayudantes debían levantar a la selección Colombia. El
cuerpo técnico los mentalizó, les mostró de qué manera jugar el partido y los
jugadores entendieron y recibieron el mensaje. Les hicieron saber que no todos podían
ser la guitarra principal y que las segundas guitarras a veces son más
necesarias que la principal. “El talento
es como una banda sinfónica en donde todos son un instrumento y hoy nosotros
fuimos instrumentos y cada uno dio lo mejor de sí para que pudiera sonar esa
buena melodía” fueron las palabras de Juan Guillermo Cuadrado en el gramado
del Estadio Nacional de Lima tras confirmarse la clasificación colombiana. El
director de la orquesta, José Pekerman, demostró una vez más que tiene toda la
capacidad para, otra vez, liderar una nueva participación del equipo tricolor
en un Mundial.
A pesar de haber logrado el objetivo a muchos
no les basta e insisten en que la clasificación al Mundial es mérito únicamente
de los jugadores. Sin embargo, si la selección de Colombia terminaba fuera de
Rusia 2018, por supuesto, ¿existe alguna duda que las críticas estarían
direccionadas únicamente a José Néstor Pekerman y su cuerpo técnico? Para dolor
y tristeza de muchos, quedó demostrado que los jugadores creen y están con
ellos a muerte.
Y es que muchos de los que estaban
expectantes por la eliminación del equipo colombiano y critican sin cesar,
argumentan su posición diciendo que el ADN del futbol colombiano es el toque,
la gambeta, la tenencia de balón y que con Pekerman eso se perdió. Y todo lo
contrario. El ADN de Colombia con la llegada de José Pekerman dejó de ser el de
venirse abajo ante cada estrepitoso fracaso y el de quedar siempre a las
puertas de los Mundiales bien sea por un gol o por un punto.
El nuevo ADN pasó a ser el de un equipo ganador,
que no se cree mejor pero tampoco peor que nadie, sino que simplemente cree en sí
mismo. Dos clasificaciones consecutivas al Mundial, una semifinal en Copa
América y la mejor participación en la historia en un Mundial son los
argumentos que avalan el trabajo de Pekerman. No obstante, algunos exigen el
fútbol de Colombia como si fuera Alemania, Argentina o Brasil. Pero, ¿quién en
el culpable de que ello suceda? El mismo Pekerman, que llevó al futbol
colombiano a lo más alto y mal acostumbró a muchos que desconocen la realidad del
futbol local y mundial y se nublan ante cada éxito que este equipo consigue.
José lo hizo otra vez y aquellos que ansiaban
el fracaso, tendrán que seguir esperando.
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