En el presente trabajo, mostraremos algunas situaciones que permitieron ver un partido bastante parejo sobre el césped del Arena do Grêmio.
Renato Gaúcho entendió que, para frustrar las parsimoniosas intenciones de su rival, lo ideal era salir a presionarlo bien arriba. Sin descuidar las espaldas de las líneas de presión, Grêmio saltó al campo con la obligación de no ceder espacio/tiempo a la primera línea de Lanús para fabricar sus avances. Al mando de Lucas Barrios y Luan, el equipo brasileño intentó no dar muchas ventajas desde la zona de "fabricación".
Lanús, por su parte, siempre buscó ser más frente a sus opositores. Grêmio presionaba con dos jugadores y el grana se plantaba con tres para gestar, sea desde zona de inicio como desde zona de desarrollo. Única similitud entre distintas latitudes: centrales amplios (fungiendo de stoppers). El incrustado variaba entre el portero y el mediocentro -según la ubicación del bloque, lógicamente-.
Uno de los beneficios de esta propuesta es la facilidad para eludir la presión. Al poseer un efectivo más para jugar (3v2), atraer a los que presionan hacia un costado libera a un central que puede salir en conducción y asociarse con mayor libertad con un compañero más adelantado. El mediocentro colabora en ese cambio de costado.
También es cierto que Lanús no generó mucho peligro y tampoco le fue sencillo crearlo. Grêmio, armado bajo una estructura defensiva muy ordenada, no permitió un desenvolvimiento fluido por parte de los jugadores argentinos. Las constantes vigilancias y un sistema de repliegue muy aceitado lo impidieron. Este fue el parado brasileño, uno que ha ejercido desde siempre:
Lanús, consciente de la buena capacidad de asociación por parte del 'tricolor gaúcho', también forjó su cerrojo. Sand -en punta- cubierto por cuatro jugadores (extremos e interiores) que debían interpretar cuándo salir a presionar un jugador según donde estuviera la pelota (lado derecho o izquierdo del campo). Sea para el lado que fuese la pelota, salían Sand y el extremo de ese costado a bloquear el avance, con un interior respaldando el movimiento o bien colaborando en el quite.
Los de Jorge Almirón no encontraron muchas ocasiones ni mucha comodidad para mostrar su juego (atascado por los mecanismos de presión y el poco espacio ofrecido por el rival). Por momentos mostró paciencia para buscar espacios que consiguió muy de vez en cuando. Cuando no fue así, se defendió e intentó salir a contraatacar. Grêmio, en gran parte del tiempo, sí supo desequilibrar y ocasionar varias chances peligrosas, mostrándose mucho más valiente que en otras ocasiones, aunque falto de creatividad. Adelantó más jugadores al ataque, quienes también entendieron que sus responsabilidades defensivas eran esenciales para lograr el resultado. Se espera un partido de vuelta muy apasionado y de un alto volumen de juego. ¿Mantendrá Grêmio su postura? ¿Qué hará Lanús para superar las barreras brasileñas? ¿Tendremos una nueva actuación heróica en La Fortaleza? Las respuestas las tendremos en el desenlace de este miércoles.
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