Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
Rosario Central le cumplió a su público y ganó el partido más importante del calendario: el clásico regional ante el eterno rival Newell´s Old Boys por 2-0. El Gigante de Arroyito se llenó para presenciar uno de los derbis más populares del balompié argentino en una soleada tarde, aunque para el lado de los leprosos fue una jornada gris; se pierde contra el vecino y se alejan más de un River Plate que es claro favorito al bicampeonato.
Rosario Central le cumplió a su público y ganó el partido más importante del calendario: el clásico regional ante el eterno rival Newell´s Old Boys por 2-0. El Gigante de Arroyito se llenó para presenciar uno de los derbis más populares del balompié argentino en una soleada tarde, aunque para el lado de los leprosos fue una jornada gris; se pierde contra el vecino y se alejan más de un River Plate que es claro favorito al bicampeonato.
Miguel Ángel Russo
plantó un 4-4-2 mientras que la visita usaba un versátil 4-3-3. El cotejo
iniciaba con muchos balones largos, lo que hacía que la pelota no tuviese claro
dueño. La visita se perfilaba a proponer su juego con el transcurrir de los
minutos. Acá esta una de las llegadas, que genera Ustari con un saque largo que
Tévez logra recibir para armar un contra de dos delanteros y tres defensas. El
ataque no prosperó, pero avisaban los rojinegros.
Los canallas no
volverían a ser sorprendidos por los despejes del portero contrario, de a poco
pudieron conseguir que su rival perdiese el rumbo de la creación y no pudiese
hacer daño con inteligentes posicionamientos que fueron un dolor de cabeza para
la segunda línea de volantes visitantes. En esta imagen hay un ejemplo de cómo
Rosario no dejaba pasar fácilmente la pelota hacia su arco.
A casi media hora
de juego el estadio colmado de hinchas de Rosario estalló de emoción con el
primer tanto del partido. Un centro que buscaba el pequeño espacio entre los
dos centrales fue rematado de cabeza por Franco Niell, un golazo por la
ubicación del servicio y la lucha del ariete con los defensores.
No
había tiempo que perder para los leprosos. Si bien la defensa contraria marcaba
sobriamente sus piezas ofensivas, el equipo apeló por las individualidades para
conseguir el empate. En esta acción el exSunderland Nacho Scocco se desprende
de tres marcadores y logra rematar cruzado al segundo poste. Era más Rosario,
pero en ningún momento su contrincante dio pelota por perdida.
Parecía
que el juego se iba equilibrando, pero en una jugada desafortunada para Ustari
significó el 2-0 que le sirvió mucho a los de Russo para liquidar el duelo con
otro hipotético gol. El asedio de la localía no caducaba con el pasar de los
minutos y los leprosos tenían que jugar de espaldas al arco para acompañar
jugadas en colectivo, estaban casi anulados en ataque.
El trencito Valencia
Espigado
ariete oriundo de tierras cafeteras al norte de Sudamérica, 1.85m de estatura,
piel negra, robusto, fuerte. Un jugador con estos rasgos es llamado,
irónicamente, “el trencito”. Se trata de José Adolfo Valencia, el exSanta Fe es
motivo de pesadillas para los defensas que tuvieron que perseguirlo toda la
tarde para que no confirmase la goleada.
En
esta ocasión aprovechó la pifia del central para ganar la carrera en posición
lícita y extenuar a sus perseguidores. No iba a anotar hoy, pero hacer
retroceder a un equipo que pierde un clásico es una puñalada si se hace de
forma repetitiva.
El
desespero hizo que los ánimos se caldeasen, algo recurrente en los partidos de
tanta rivalidad histórica. Nacho Scocco, ídolo de la facción roja y negra en Rosario,
defraudó a su equipo con una innecesaria expulsión luego de un gesto de reclamo
con el linier que no vale la pena recordar. La tarjeta roja en la mano del principal
colapsó a una oncena agotada, frustrada y, ahora, diezmada.
La
clave para que el triunfo canalla fuese tan clara fue simplemente ubicación
estratégica de sus volantes, descubrían los costados cada vez que Newells
buscaba hacer juego por el centro del campo. Aquí se ve como la ofensiva de los
de Gustavo Raggio no encontraba la forma de romper el cero. Raggio renunció al
banquillo leproso tras el final del compromiso.
El
“trencito” Valencia seguía haciendo de las suyas en Arroyito. En esta ocasión
ganó su espacio corriendo por la espalda de los centrales que lo avizoraron muy
tarde y tuvieron que detenerlo in extremis cerca de un lesionado Ustari. La
piedad no salía de los botines del colombiano y por esa razón no fue goleado el
club del cual Lionel Messi es confeso hincha.
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