Tom Wichter
Olimpo es un
fósforo que se enciende y se apaga al primer vientito. Como ante Vélez, un gol
cerca de los 20 minutos tiró abajo los planes de una noche que terminó en
goleada: 0-3 en cancha de Banfield y octava derrota en catorce partidos.
Todo intento se hace endeble cuando el factor anímico no acompaña. La
marca de Gil sobre Erviti pudo funcionar un rato, pero el primer duelo
individual que perdió el Colo casi termina en gol de Bertolo. Villanueva pudo
seguir de cerca a Noir para que el delantero no se diera vuelta con pelota
dominada, pero en el primer mano a mano de frente llegó el primer gol. Y con
esa frustración, la pregunta de siempre: ¿Y ahora qué?
No hubo
respuesta. Porque, pese a la ventaja, Banfield siguió jugando con la
agresividad de un equipo que va empatando. Y cuando el más fuerte se impone, el
débil obedece. El único síntoma de
rebeldía del Aurinegro fue en la última parte del primer tiempo, cuando la
diferencia de estatura permitió jugar lejos de Champagne y aparecieron los tan
esperados huecos defensivos locales. Pero en ese lapso el tiro de
Susvielles pegó en el palo y salió, y en ese momento la puerta se cerró para
siempre.
El desgaste de
Cobo y Gil en la zona media no pudo repetirse en el segundo tiempo. Ellos se
quedaron sin nafta, el Taladro no bajó la presión, Borja dejó de ser una
preocupación para la defensa y debió ser sustituido después de una amonestación
propia de su estado de ánimo. Así, el bahiense buscó el empate con pocas ideas
y materia prima ofensiva.
Y antes de que
Perazzo probara algo diferente, el local liquidó el partido. Los extremos, uno de los recursos más
interesantes del Taladro, fueron los grandes responsables: con espacios y mejor
de la cabeza para el uno contra uno, Noir avisó a los cuatro minutos del
segundo tiempo y concretó a los doce: desborde y gol de Erviti. Bertolo hizo el
tercero cuando ya no había esperanza.
Y no la habrá
por unas cuantas horas porque la digestión va a llevar su tiempo. Cuesta
encontrar un camino potable, una soga que permita pensar en que algo va a
cambiar antes de diciembre. Hay que escarbar fuerte y profundo para encontrar
una pizca de optimismo.
¿La media hora
de Cuero en cancha que insinuó un poco del desequilibrio del colombiano en las
primeras fechas? ¿Las próximas localías ante Quilmes, Rosario Central y Defensa
y Justicia como meta realista para acercarse a los veinte puntos? Que cada uno
se agarre de lo que pueda porque quedan cinco partidos para recuperar la
dignidad deportiva. Todo indica que, lamentablemente, la gran revancha será el
año que viene.
Extraído de http://aurinegro.com.ar/analisis/otro-golpazo/
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