Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
Uno de los diez derbis capitalinos del
semestre congregó al Caracas FC ante el Deportivo Petare en el Olímpico UCV.
Dos escuadras con un presente dispar, los rojos llegan buscando acortar
distancias en la cima del Apertura y los azules luchando para salir
de puestos de descenso. El acontecer del partido nos dará a entender el
porqué de ambos contextos. Los pupilos de Saragó salieron con un 4-3-2-1
mientras que la oposición armó su dibujo táctico con un 4-2-2-2.
La prematura lesión de Ricardo
Andreutti, volante recuperador con historia en los dos planteles, hizo
que el banquillo visitante cambiase el dibujo táctico formando un 4-3-3. Muy a
pesar de perder a una pieza de estas características, los circuitos de Petare
no eran difíciles de anticipar y esto les restó avance hacia la cabaña de
Baroja. Cuando el cancerbero sacaba desde su portería, tenía cuatro receptores
en línea para armar un triángulo que siempre iniciaba con Jhonder Cádiz o Edder
Farías, pero no iba a encontrar un finalizador.
Los partidos del fútbol venezolano
suelen iniciar con dos conjuntos repartiendo pelotazos hacia el área del
adversario, esto hizo que el esférico siempre estuviese lejos de las porterías.
Con el avanzar de los minutos, Petare buscó profundidad con juego de toque por
las bandas buscando a Jacobo Kouffaty. El volante ex Monagas estaba claramente
estudiado por los defensores centrales de Caracas, quienes se
adelantaban para interceptar sus movimientos. El hombre más peligroso de los
parroquiales era anticipado cada vez que se buscaba triangular con él.
Otero, imán de faltas
Esta labor no pudo llevarse a cabo con
la misma efectividad para contener a Rómulo Otero, quien sí lograba llevar la
tenencia a profundidad hasta llegar a bordear el área del meta Schiavone.
El nacido en El Tigre fue un dolor de
cabeza a la hora del marcaje. Con rapidez llegaba a sectores importantes de
gestación con gambetas endemoniadas y un control de lujo tal que los defensas
no tenían más remedio que detenerlo con infracciones que se hicieron
consecuentes, pronto la última línea de los caballeros de Giraldo se
encontraba con dos amonestados. Precisamente el primer gol del cotejo
llegó a través de una pelota parada fabricada por un desborde de Otero en
el que había hasta tres mediocampistas detrás de su sombra.
Para el complemento, habría propuestas
de Caracas para completar circuitos que siempre terminaban con la definición de
Edder Farías. Cuando una de las triangulaciones alternó rematador, Cádiz le dio
el pase gol a Luis González que duplicaba la ventaja para que el Caracas
liquidase la contienda en una jugada sencilla. Más tarde, Valdeperas iba a
derribar a Otero por enésima vez en la noche y comprometería a sus compañeros
viendo su segundo cartón amarillo.
Con todo su esplendor, el 10 de la
Cota 905 fabricó el tiro libre de gol y una roja para los contrarios, con
un desequilibrio que no conoce fronteras y ese compromiso será premiado en esta
fecha FIFA con su primera convocatoria a la selección nacional con Noel
Sanvicente en cargo. Y no cobró ningún tiro libre.
Intentando emparejar la contienda, el
lateral derecho Arace solía adelantarse como un extremo para dar sorpresa al
elenco avileño, pero los problemas de comunión persistían. El juvenil fue el
punto más alto de una oncena que no se encontraba.
Falencias azules
Giraldo decidió darle ingreso a Darwin
Gómez, el ariete con mejor comunión con el gol de su plantilla perdiendo 0-2 y
con un guerrero menos. Kouffaty referenciado con notable agotamiento y Bautista
(de los mejores laterales izquierdos del torneo) en la enfermería dan un
panorama nada promisorio.
Arace no volvería a cumplir su rol
ofensivo y el que sugería diagonales era Juan Parada, que tuvo mejores
resultados, pero no llegaba con peligro. La línea de tres camisetas
contrarias en la mitad de la cancha cortaba mucho juego y lo más
destacado del registro ofensivo petareño fue un tiro libre de Gómez. Su
verdugo solo se apoderó de la posesión para quemar tiempo y buscaba
con cautela el tercero a través de las contras, que solían crearse a través incontenibles
escapadas de Francisco Carabalí, quien lograba trascender más de dos
cuartos de terreno.
Al final, el público citadino vio a una
fiera acechar a su presa, esperar al momento para sorprender y llevarse una
cosecha que cae bien para un largo viaje en el que tendrá que enfrentar
trajines más demandantes y rocosos.
Foto: Prensa CFC
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