Cuando el 5 de octubre el
Monumental se convirtió en un verdadero campo de lucha, más que de juego, por
la cantidad de agua caída, no fueron pocos los que dijeron a viva voz que “en
cancha seca había dos o tres goles de diferencia a favor de los dirigidos por
Gallardo”. Pero 40 días después y en la víspera de dos superclásicos coperos,
nadie –ni uno solo- se anima a decir, ni siquiera en voz baja, que a River
puede resultarle un mero trámite los 180 minutos con Boca.
¿Qué
cambió? En River, mucho. Ya no juega lindo –lejos está de hacerlo- y depende
demasiado de Teo y el otrora borrado por Ramón Díaz, Carlos Sánchez. Y, para
bien o mal, está peleando el campeonato local aunque con un cada vez más
estrecho margen, cuando llegó, ni más ni menos, que el momento de la
definición.
¿Las razones de esta caída
en el rendimiento? El físico, es probable, pero tal vez en los nombres propios
está la respuesta. Boyé, Driussi y Kaprof no son –en lo más mínimo- la sombra
del gigante colombiano Teo; y Ponzio o Solari no llegan a emparentar este
momento del uruguayo Carlos Sánchez.
Intertanto, Gallardo se
muestra fastidioso porque su equipo no es aquel que deslumbró y además sabe que
en los próximos 10 días se juega todo, con la premisa que ‘él objetivo’ es, por
mandato histórico, ganarle a Boca –ni siquiera alzarse con la Sudamericana-
porque de poco servirá luego un campeonato doméstico, otro más para el
Millonario, sino le gana a su eterno archirival.
En
Boca, parece, que la tan mentada mística está de vuelta y, aferrado a ella,
llega por estos días mejor que River. Claro, en el juego que muestra el Xeneize
no hay demasiados indicios de recuperación, pero la garra y el hambre de sus
precoces estrellas –Meli, Chávez y Calleri- han hecho de éste
equipo de El Vasco un duro hueso de roer. A esto hay que sumarle aquellos
“fantasmas” coperos que dejan mejor parado a Boca que River. Pero no todo es
color de rosas para los de la Rivera, porque sigue mostrando fallas en defensa
y un arquero que, de vez en cuando, crispa a los hinchas con sus errores.
Así las cosas, pareciera
que “los tantos” se emparejaron y, hoy por hoy, es Boca el que estaría mejor
parado para los superclásicos, pero con un detalle: River supo ser elegante y
efectivo hasta hace pocas fechas atrás y, si recupera la memoria, puede dar
vuelta todo y, como aquel 5 de octubre, ser el favorito.
Extraído de http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=647283
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