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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)



Para la segunda jornada de la Copa América, el Estadio Nacional de Chile estaba colmado y con ganas de ver a su combinado enfrentar a México. Encuentro de rumbos cambiantes, con muchos goles. Desde el punto de vista neutral, es la presentación más entretenida en lo que va de certamen. Ambos supieron sorprender al rival cuando se veían amenazados en el trámite. Se trata del tipo de partido en los que fulguran virtudes de ataque; y denotan falencias en la cobertura.

Jorge Sampaoli dibujó su rombo, con Alexis Sánchez como único punta. Para profundizar hacia Jesús Corona, Mauricio Isla avanzaba hasta la línea de volantes. Buscar superioridad en la mitad de la cancha es imperativo patrón en la “roja”. Con Sánchez apoyando al “Mago”  Valdivia para que reciba de cara al arco, el despliegue tenía sentido. Pero no fue suficiente. El pelotazo, que se dejó extrañar en el partido inaugural, apareció y Eduardo Vargas no pudo consumar el juego directo. México esperaba.

La orden de Miguel Herrera era morder, anticipando los movimientos de la segunda línea defensiva forzaba los envíos largos a su mitad de terreno. Cuando Chile se fastidió, jugó por abajo y pecó. La transición que desembocó el 0-1 Matías Vuoso evidenció a cinco camisetas del tri ante los tradicionales 3 del fondo. A balón parado anularía la diferencia en un parpadeo con el gol de Vidal, pero sus compañeros de abajo tendrían problemas por los aires con el testazo de Raúl Jiménez. El pupilo de Simeone cabeceaba el 1-2. Un “piojo” estaba causando estragos en la calvicie del estratega ex Universidad de Chile.

Hacía falta la resiliencia en los australes. Este concepto (con el cual ha filosofado Marcelo Bielsa, maestro de Sampaoli) es la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Y apareció Alexis que se volvió el receptáculo de juego en cada progresión. Ese que cumple roles de toda envergadura en Londres. Su comunión en el pase hacia Arturo Vidal es de dos eruditos. Con un trazo largo pudo aclarar la triangulación, precediendo a la anotación de  Vargas. La dupla del “niño maravilla” y el “rey” repetiría. 3-2.


Vuoso volvería a estremecer las redes santiaguinas para el desaire de los locales. El diagnóstico es la falta de coordinación defensiva. Pasividad mal entendida en lo colectivo para enfriar al rival. Ecuador -rival anterior de los chilenos-  no tuvo más que tímidas incursiones de Jefferson Montero solo contra el mundo. Herrera buscó encarar y hacer daño cuando Isla dejó naufragando a sus compañeros de fondo. Y con éxito. Los norteños se llevaron un punto importante demostrando que, pese a las notorias ausencias, no llegaron a pasear en la Copa América.

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