Es cierto que nadie
esperaba este comienzo de Eliminatorias, pero también es muy cierto que, en los
últimos partidos, la Selección argentina venía dando señales de que podía venir
una recaída futbolística como la que vivió ante Ecuador y Paraguay.
El plantel no pudo superar
el golpe psicológico que representa jugar sin Lionel Messi y las lesiones
solamente mermaron el rendimiento de un equipo que tiene intenciones de
sostener una idea clara, pregonada por Gerardo Martino, pero que todavía está
muy lejos de ser plasmada.
Marcar cada uno de los
errores que cometió la Argentina en sus dos primeros partidos podría llevar
páginas y páginas, por lo que fueron seleccionadas 4 fallas técnicas – tácticas
que deberían ser prioridades a la hora de mejorar.
¿Sistema
o jugadores?
¿Qué debe ser primordial
en la cabeza de un entrenador: su sistema preferido o el tener los jugadores
para emplearlo?
El 4-3-3 favorito de
Martino se convierte en un 4-2-1-3 claro, que tiene una pieza clave: el
enganche. Allí, hasta ahora, la única opción que manejó el Tata fue la de
Javier Pastore quien, a excepción de algunos pasajes de la Copa América, jamás
encontró el nivel deseado.
Su escasa participación lo
encuentra, casi siempre, mirando su propio arco, presionado por el rival y siendo
obligado a jugar hacia atrás por la falta de apoyo.
Como si fuera poco, cuando
logra hacerse de la pelota no encuentra la compañía necesaria para hilvanar
juego ofensivo. Muy pocas veces se pudo encontrar con más de una opción, lo que
lo convierte en un jugador sumamente previsible.
Con el correr de los
minutos, comienza a desentenderse del juego y es cuestión de tiempo para que la
Argentina pierda la referencia directa en el armado.
Ante esta situación, y ya
sin nombres como Riquelme y con un D’Alessandro más cerca del retiro que del
nivel de Selección, cabe la pregunta: ¿qué debe priorizar Martino: su
preferencia táctica o la realidad que lo condiciona?
Los
jugadores están encasillados
Si hay algo que mostró el
Newell’s de Martino es el desorden dentro del orden. A pesar de parecer
anárquico, la mayor obra del Tata tenía movimientos preestablecidos con decenas
de variantes que terminaban desorientando al rival y generando espacios.
Esta Selección está cada
vez más lejos de esto: mientras el entrenador busca que los jugadores se
suelten, sus órdenes no hace más que encasillarlos en posiciones en las cuales
no se sienten cómodos.
Carlos Tevez seguramente
sea el caso más emblemático: “Consiguió su mejor rendimiento jugando de 9”,
afirma a viva voz Martino. Sin embargo, pasaron los años y el delantero de Boca
se transformó más en media punta que en goleador de área.
Con una naturalidad
pasmosa, desoye las órdenes del banco y termina apareciendo por la derecha,
izquierda o en la posición que debería ocupar Pastore.
La movilidad de Tevez en
todo el frente de ataque expuso en estas primeras dos fechas lo incómodos que
se encuentran Lavezzi por izquierda y Di María por derecha. Con la intención de
jugar con la pierna cambiada para desequilibrar encarando hacia adentro o, en
su defecto, volver a abrir la cancha con los laterales que pasan por su espalda,
no hacen más que contradecir lo que realizan en sus clubes.
Ambos compañeros en el
PSG, Lavezzi logró explotar más sus cualidades arrancando desde la derecha y,
desde la llegada de Ancelotti a su vida, Di María hizo lo propio en la
izquierda. A la hora de ponerse la camiseta de la Selección, ambos finalizan
sus jugadas individuales con centros cerrados que terminan favoreciendo el
rechazo de los centrales o la salida de los arqueros rivales.
¿Cómo
armar el mediocampo?
Las lesiones de Enzo
Pérez, Ever Banega y Fernando Gago, sumado al desgarro de Pablo Pérez
(convocable), dejaron como único acompañante de Mascherano a Lucas Biglia.
Sin embargo, su flojo
rendimiento ante Ecuador y la lesión que lo marginó del cruce con Paraguay
expusieron la sequía de variantes con las que contó Martino para este comienzo
de Eliminatorias.
La cadena Romero,
Mascherano, Biglia, Pastore debería ser normal para salir desde el fondo, pero
todo se corta con la poca participación de Biglia (2), lo que obliga a
Mascherano (1) al pelotazo o a descargar en los centrales, que terminan siendo
la vía de salida y pierden su posición.
Para colmo, la ausencia
del volante de la Lazio hizo que Masche compartiera el mediocampo con
Kranevitter, alguien con características similares que se pisó constantemente
con el jugador del Barcelona.
Ambos fueron alternando
las funciones: uno debía dar el puntapié inicial y el otro ser el conector
entre la defensa y ataque. Sin embargo, pocas veces se encontraron.
Cuando Mascherano (1) no
hallaba a Kranevitter (2), desacostumbrado a ese rol, no tenía otra opción que
tocar para los costados o buscar saltar líneas con un pelotazo largo.
Con Kranevitter (1)
saliendo y Mascherano (2) enlazando fue donde se vio la mejor cara de una limitada
(de recursos) salida desde el fondo. De hecho, el del Barcelona llegó a agarrar
la lanza, encarar la defensa rival y generar peligro.
¿No es hora de pensar en
una defensa con Mascherano como central y con Kranevitter como único volante
central?
Horrores
en el retroceso
Seguramente sea uno de las
fallas de mayor notoriedad en esta Selección. Con la idea de atacar
constantemente, los laterales suben a la vez, Mascherano se suma a presionar a
mitad de cancha pero los centrales no marcan lo suficientemente arriba, por lo
que, a la menor pérdida del balón, quedan solos contra los atacantes rivales.
Además, el marcar mano a
mano requiere de una ejercitación constante: la velocidad de los jugadores por
los costados (Valencia por derecha y Montero por izquierda, por ejemplo) hace
que un pique corto desacomode a una defensa endeble por donde se la mire y
genere enormes espacios en el fondo.
Ecuador fue quien más lo
aprovechó, mientras que a Paraguay le faltó peso específico y un poco de
ambición a la hora de hacer que el área argentina sufriera un poco más.
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