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Matías Navarro (@Mati_Navarro)


Es cierto que nadie esperaba este comienzo de Eliminatorias, pero también es muy cierto que, en los últimos partidos, la Selección argentina venía dando señales de que podía venir una recaída futbolística como la que vivió ante Ecuador y Paraguay.

El plantel no pudo superar el golpe psicológico que representa jugar sin Lionel Messi y las lesiones solamente mermaron el rendimiento de un equipo que tiene intenciones de sostener una idea clara, pregonada por Gerardo Martino, pero que todavía está muy lejos de ser plasmada.

Marcar cada uno de los errores que cometió la Argentina en sus dos primeros partidos podría llevar páginas y páginas, por lo que fueron seleccionadas 4 fallas técnicas – tácticas que deberían ser prioridades a la hora de mejorar.

¿Sistema o jugadores?

¿Qué debe ser primordial en la cabeza de un entrenador: su sistema preferido o el tener los jugadores para emplearlo?

El 4-3-3 favorito de Martino se convierte en un 4-2-1-3 claro, que tiene una pieza clave: el enganche. Allí, hasta ahora, la única opción que manejó el Tata fue la de Javier Pastore quien, a excepción de algunos pasajes de la Copa América, jamás encontró el nivel deseado.

Su escasa participación lo encuentra, casi siempre, mirando su propio arco, presionado por el rival y siendo obligado a jugar hacia atrás por la falta de apoyo.



Como si fuera poco, cuando logra hacerse de la pelota no encuentra la compañía necesaria para hilvanar juego ofensivo. Muy pocas veces se pudo encontrar con más de una opción, lo que lo convierte en un jugador sumamente previsible.



Con el correr de los minutos, comienza a desentenderse del juego y es cuestión de tiempo para que la Argentina pierda la referencia directa en el armado.
Ante esta situación, y ya sin nombres como Riquelme y con un D’Alessandro más cerca del retiro que del nivel de Selección, cabe la pregunta: ¿qué debe priorizar Martino: su preferencia táctica o la realidad que lo condiciona?

Los jugadores están encasillados

Si hay algo que mostró el Newell’s de Martino es el desorden dentro del orden. A pesar de parecer anárquico, la mayor obra del Tata tenía movimientos preestablecidos con decenas de variantes que terminaban desorientando al rival y generando espacios.

Esta Selección está cada vez más lejos de esto: mientras el entrenador busca que los jugadores se suelten, sus órdenes no hace más que encasillarlos en posiciones en las cuales no se sienten cómodos.

Carlos Tevez seguramente sea el caso más emblemático: “Consiguió su mejor rendimiento jugando de 9”, afirma a viva voz Martino. Sin embargo, pasaron los años y el delantero de Boca se transformó más en media punta que en goleador de área.

Con una naturalidad pasmosa, desoye las órdenes del banco y termina apareciendo por la derecha, izquierda o en la posición que debería ocupar Pastore.





La movilidad de Tevez en todo el frente de ataque expuso en estas primeras dos fechas lo incómodos que se encuentran Lavezzi por izquierda y Di María por derecha. Con la intención de jugar con la pierna cambiada para desequilibrar encarando hacia adentro o, en su defecto, volver a abrir la cancha con los laterales que pasan por su espalda, no hacen más que contradecir lo que realizan en sus clubes.

Ambos compañeros en el PSG, Lavezzi logró explotar más sus cualidades arrancando desde la derecha y, desde la llegada de Ancelotti a su vida, Di María hizo lo propio en la izquierda. A la hora de ponerse la camiseta de la Selección, ambos finalizan sus jugadas individuales con centros cerrados que terminan favoreciendo el rechazo de los centrales o la salida de los arqueros rivales.

¿Cómo armar el mediocampo?

Las lesiones de Enzo Pérez, Ever Banega y Fernando Gago, sumado al desgarro de Pablo Pérez (convocable), dejaron como único acompañante de Mascherano a Lucas Biglia.

Sin embargo, su flojo rendimiento ante Ecuador y la lesión que lo marginó del cruce con Paraguay expusieron la sequía de variantes con las que contó Martino para este comienzo de Eliminatorias.

La cadena Romero, Mascherano, Biglia, Pastore debería ser normal para salir desde el fondo, pero todo se corta con la poca participación de Biglia (2), lo que obliga a Mascherano (1) al pelotazo o a descargar en los centrales, que terminan siendo la vía de salida y pierden su posición.



Para colmo, la ausencia del volante de la Lazio hizo que Masche compartiera el mediocampo con Kranevitter, alguien con características similares que se pisó constantemente con el jugador del Barcelona.

Ambos fueron alternando las funciones: uno debía dar el puntapié inicial y el otro ser el conector entre la defensa y ataque. Sin embargo, pocas veces se encontraron.

Cuando Mascherano (1) no hallaba a Kranevitter (2), desacostumbrado a ese rol, no tenía otra opción que tocar para los costados o buscar saltar líneas con un pelotazo largo.



Con Kranevitter (1) saliendo y Mascherano (2) enlazando fue donde se vio la mejor cara de una limitada (de recursos) salida desde el fondo. De hecho, el del Barcelona llegó a agarrar la lanza, encarar la defensa rival y generar peligro.




¿No es hora de pensar en una defensa con Mascherano como central y con Kranevitter como único volante central?

Horrores en el retroceso

Seguramente sea uno de las fallas de mayor notoriedad en esta Selección. Con la idea de atacar constantemente, los laterales suben a la vez, Mascherano se suma a presionar a mitad de cancha pero los centrales no marcan lo suficientemente arriba, por lo que, a la menor pérdida del balón, quedan solos contra los atacantes rivales.



Además, el marcar mano a mano requiere de una ejercitación constante: la velocidad de los jugadores por los costados (Valencia por derecha y Montero por izquierda, por ejemplo) hace que un pique corto desacomode a una defensa endeble por donde se la mire y genere enormes espacios en el fondo.

Ecuador fue quien más lo aprovechó, mientras que a Paraguay le faltó peso específico y un poco de ambición a la hora de hacer que el área argentina sufriera un poco más.






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