Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
Con ánimos de verle la
gracia a lo oneroso, el fútbol mundial necesitaba que Lionel Messi se lesionase
para que se entienda hasta qué punto influye en cualquier equipo. La cosa no esta
pormenorizada en su técnica de conducción, en sus desbordes, en su inteligencia
táctica ni en lo que ha ganado, si no el grado competitivo que lleva consigo. "Gracias
a Dios el enano frotó la lámpara y pudimos ganar", decía “Chiquito” Romero
luego del 1-0 ante Irán el último mundial.
Así es Messi, una máquina de ganar partidos que destroza el esfuerzo colectivo
adverso.
Sin Messi, no hay plan
Debemos tener claro que
tras 10 años contando con él, el Barcelona ha moldeando su plantilla
para que Messi sea el centro de su ataque. Ahora que no esta, el plan se diluyó.
En su remplazo, Luis Enrique coloca a Munir (o Sandro) por la banda derecha
conservando su 4-3-3, pero es falso que un joven canterano tendrá la libertad,
la capacidad o la compatibilidad del genio argentino. Por suerte, se cuentan
con dos grandes elementos en la última línea: Neymar y Luis Suárez. El primero,
por ser también el protagonista de un sistema ofensivo en su selección, será el que comandará el ataque en el
Barcelona.
Que tenga que "hacer de
Messi" no quiere decir que cumpla con sus mismos movimientos. Para empezar, la
posesión de Neymar es mucho menos garante de descarga y suele restarle sorpresa al juego con sus largas tenencias, este es punto más débil en el que se nota la
ausencia del rosarino. En donde sí hay semejanzas es el hecho de que son “falsos 9”, ambos suelen centralizar su movimiento
para que el equipo pueda mecanizar su despliegue sabiendo que en ese hombre
recae el cierre del avance.
El dibujo táctico nos
revela que Sergio Busquets es el miembro del mediocampo más próximo a Neymar. La
calidad de lanzador del español le hace importante a la hora de orientar la
zona de penetración de los atacantes. Cerca de Neymar puede hacer de
recuperador si pierde balones en su corrida hacia adentro o simplemente
habilitarlo con un pase raso. Hacen falta pelotas al pie, y Busquets puede
satisfacer esa demanda.
Sacar el conejo del sombrero
Es muy importante que
cuando la estrella canarinha se
direccione hacia el centro no interfiera con Suárez. El charrúa es fundamental
para que la dupla sudamericana sea eficaz, sus controles orientados y sus
diagonales sin el esférico son el contexto que Neymar necesita para encontrar el desenlace
final de cara al arco. Cuando Leo hace esos alley-oop
hacia la derecha, activa a sus compañeros de tridente. Y el automatismo de Neymar
para buscar el offside transitorio,
desembocando un ataque al espacio del “conejo” frente a la última zaga es un
recurso de clínica aplicación que les hace peligrosísimos. Su pasado reciente
es prueba de ello.
Ese Messi-sistema ya no
puede darse. Ahora que Neymar es el mariscal de campo, el accionar es fluido más por sociedades capaces de entenderse que por planificación estratégica. Hay
ciertos principios que se mantienen, pero en general se juega a lo que salga.
Esta esencia en la que los diez futbolistas buscan que el brasileño decida es
la misma que la que había en Santos. En Brasil hay poco plan de juego; se le da
crédito a su técnica individual para ganar dominio. Lo mismo que pasa en el
Barcelona. Y hasta ahora, funciona.
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