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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)

Ahora que Venezuela ha salido airosa en algún que otro intercambio de golpes y Ecuador ha encontrado la parsimonia para jugar que no tenía antes de clasificar a mundiales, el mapa sudamericano señala a Bolivia como el rival menos favorecido en talento. Y si vemos su convocatoria comparada con las demás nóminas CONMEBOL, el fanático promedio podría identificar a duras penas a Moreno Martins.

La falta de jugadores diferenciales a nivel continental es una dificultad que ha pesado toneladas para que puedan competir equilibradamente un puesto en un mundial. La mayoría de sus jugadores militan en la liga local, casi todos en clubes de La Paz.

La cenicienta armada

Sin embargo, la geografía se ha apiadado del más débil y le ha dado una ventaja con respecto a la gran mayoría de sus retadores: le ha otorgado la altura. Hacer fútbol a 3600 metros sobre el nivel del mar requiere de un poder pulmonar reforzado dado a su presión atmosférica y la hiperventilación que producen esfuerzos físicos en aquellas lides. El desnivel local suele equipararse con el desnivel físico de la visita.

Los deportistas de máxima exigencia no están acostumbrados a este tipo de ambientes, en su intento por guerrear pueden sufrir dolores de cabeza y náuseas provocadas por la asfixia. Los pocos que pueden dar su mejor versión en este lugar del mundo son, precisamente, los paceños.

Aire para las piernas

Existen varias formas de aminorar la influencia de la altura en el cuerpo. Algunos equipos consumen viagra, ayudando a que al transporte de mayores cantidades de sangre, produciendo un mejor tráfago de oxígeno, entre otras cosas. 

Otro método es el uso de cámaras hipobáricas; espacios con dispositivos especiales para evaluar rendimientos físicos en distintos contextos de presión atmosférica. La gran mayoría de los equipos visitantes aterrizan en La Paz el mismo día del partido, se ha estipulado que el “mal de altura” aparece a las seis horas de estadía.

Se puede también optar por un proceso de aclimatación. Con llevar un par de semanas entrenando en la capital boliviana se puede reducir el riesgo de desgaste a causa de la hipoxia -falta gradual de oxígeno. Como en el calendario de un futbolista profesional no existen “dos semanas libres” para realizar esta prevención, se recurre, comúnmente, a las fórmulas de los párrafos anteriores.

La pelota no dobla

Hablemos de ciencia. Sabemos que si salimos al campo y pateamos un balón de fútbol, por su parte inferior, este volará y luego caerá por su peso. En el altiplano sucedería lo mismo, solo que permanecerá suspendido en el aire más tiempo dado a que al estar tan lejos del nivel del mar, la fuerza de atracción hacia el suelo es menor. Los saques de meta llegan más lejos dado a este nivel de ingravidez.

Los tiros libres no se patean con la misma potencia allá arriba. Tampoco el tiro describiría una “comba” en su trayectoria por la fricción del aire dentro del esférico. Es no quiere decir que no puede describir una curva, pero lejos de la magnitud del disparo en el llano. Un cobro a balón parado con efecto que puede ser un golazo en la costa, terminaría en la fila 7 del Hernando Siles.

Malicia local

Cada federación elige qué marca de pelota usarán durante cada proceso eliminatorio. En Sudamerica suele jugarse con circunferencias de piel rugosa para que esta pueda rodar más en el aire y consumar la parábola deseada en su movimiento. La verde prefiere balones lisos. Estos son idóneos para remate directos hacia el arco, sin curvas ni efectos alterando su envío. Por lo general, los porteros no están acostumbrados a este tipo de disparos.

Sin hablar meramente del juego hay cuestiones que influyen fundamentalmente en aquella acrópolis del continente, donde sube el mejor del mundo y baja sin aire, con 6 goles en la valija. No hay una forma perfecta para aminorar el fuerte embate de la hipoxia, por eso existen varios detractores de hacer fútbol allí. Para ganar un partido hace falta un plan táctico, ciencia, pulmones y actitud para administrarlos. 

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