Por: Carlos Beltrán (@Beltrancarlos6)
En las pasadas Eliminatorias al Mundial de Brasil
2014, Chile fue por así decirlo, la Selección en la que se sustentó gran parte
de la clasificación cafetera a la cita orbital. La gran victoria (1-3) en
Santiago y el empate histórico (3-3) en Barranquilla dieron el ticket directo,
aunado a un nivel pletórico por aquel entonces de la absoluta Colombiana en
todas sus líneas. Hoy la realidad es muy diferente, tras una gris Copa América
2015 y un inicio dubitativo en la presente ronda clasificatoria a Rusia 2018,
se avecinan dos partidos a priori considerados de alto riesgo para las
aspiraciones de la Selección. Lo anterior fundamentado en el hecho de que la selección
‘Austral’ es la vigente campeona de la Copa América disputada en su feudo, y
marcha con puntaje perfecto en las dos primeras fechas de eliminatorias,
desplegando un futbol excepcional, vistoso y efectivo, además de vislumbrar un
gran estado de forma de sus principales referentes, logrando que en el más
reciente ranking de la FIFA se ubique en el quinta posición desplazando a su
próximo rival de turno.
Por los lados de la Selección Colombia, para ser
sinceros son más las dudas que las certezas, se cuenta con una gran generación
de futbolistas, pero luego de la actuación en Brasil 2014 se creyeron el cuento
de que eran los mejores, que podían pasar por encima del que fuera, nadie los
bajó de la cima donde estaban, nos vanagloriamos por el mundial histórico que
se jugaron y fueron dejando atrás como ley del fútbol y la vida misma la
humildad que siempre los caracterizó, ahora navegan en un mar de
incertidumbres donde la filosofía del ‘Profe’ Pekerman parece estar perdiendo
sus réditos. Desde aquella gesta futbolística el colombiano promedio se
acostumbró a solo ver ganar a la Selección, a jugar bonito, a remembrar
actuaciones que datan de mucho tiempo atrás y que se pensaba no podrían volver
a la retina, pero que equivocados estábamos, nos encumbramos en un deporte que
sirve de cortina de humo para tapar la difícil situación política, económica,
social, etc, que vive el país. A lo anterior traigo a colación aquella frase del
actor mexicano José María Yazpik “Un país que le exige más a un futbolista
que a un político, está condenado a la mediocridad” triste decirlo pero es
el fiel reflejo lo que sucede en nuestra ‘tierrita’.
Dejando un poco de lado el tinte patriótico y
retomando el futbolístico, cabe destacar que en pro de una nueva ilusión a
nivel deportivo, se vienen partidos complicadísimos ante seleccionados de gran
jerarquía. Sea cual sea el resultado final, Colombia debe volver a retomar la
humildad, mentalizarnos en que no hemos ganado nada por ende no nos debemos
creer superiores, no nos rasguemos las vestiduras y perdamos la cabeza por un
partido de fútbol, es cierto que es el deporte que en el último tiempo nos ha
dado más alegrías que tristezas, pero hay cosas más importantes en que
preocuparnos, los que juegan son 11 personas del común y corriente que también
sienten y viven las derrotas y victorias como cualquier otro colombiano.
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