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Diego Baquero O. (@DiegoBaco23


Tras su llegada el pasado mes de Junio, Gerardo Pelusso y Cuerpo Técnico idearon una pre-temporada que el mismo uruguayo definió diciendo: “Nos preparamos para la guerra”. Finalizado el quinto mes del estratega de 61 años al mando de Independiente Santa Fe el presente es inmejorable y esa guerra se viene ganando sin embargo, las batallas más importantes y definitivas aún están por venir.

Transcurrido el mes de Noviembre, donde se jugaron 9 partidos en 28 días (un juego cada 3,1 días) y con los cuales se alcanzaron los 39 partidos a lo largo del semestre, se definió la Copa Águila donde se obtuvo el subcampeonato, se finalizó la fase de todos contra todos de la Liga Águila donde el equipo obtuvo la clasificación a fases finales y sacó ventaja en la ida de los Cuartos de Final y finalmente se llegó a la final de la Copa Suramericana, máximo objetivo del semestre.

Sin embargo, comenzando el mes, otro soldado abandonó las filas. Luis Quiñones quien venía actuando de muy buena manera y siendo una permanente solución ofensiva fue separado del plantel por motivos disciplinarios. Se sumaba entonces a las bajas de Dairon Mosquera, Daniel Angulo, Sergio Otalvaro, Carlos Valdes y Harold Cummings. Sin embargo, éstos últimos cuatro que comenzaron el mes sin lugar alguno debido a sus lesiones, se fueron reincorporando y los cuatro terminaron el mes jugando, recuperando sensaciones físico-atléticas y futbolísticas y aportando interesantes variables para la numerosa cantidad de batallas que afronto y afrontará el equipo cardenal.


Frente a esta adversidad (una más) Santa Fe apelo a tres variantes: La aparición de Yair Arboleda y los regresos definitivos de Daniel Angulo y Omar Sebastián Pérez. Se muto entre el ya instaurado 4-4-2, un 4-2-3-1 y un 4-3-1-2.


En los partidos ‘grandes’, con la base titular el equipo mantuvo su 4-4-2 como modulo principal y ante la baja de Quiñones, Angulo reapareció para hacerse con el peso ofensivo del equipo tratando de jugar de espaldas al arco rival, pivoteando y permitiendo con sus recepciones que el equipo tenga transiciones ofensivas. Con esto, Morelo juego más liberado por todo el frente de ataque y la constante subida de los volantes y laterales permitían buscar la amplitud necesaria para encontrar los espacios por dentro. Omar Pérez, quien a pesar de habituar como suplente con este módulo, se convirtió en una pieza importante del mismo sobre todo en las segundas partes de los partidos, ingresando bien sea por uno de los dos delanteros o por un volante, dependiendo del contexto y desarrollo del juego. En él respiraba el equipo, se apelaba a descansar con el balón en los pies y se agregaban características especiales tales como precisión en pelota quieta y pases entre líneas que permitieran derrumbar férreos sistemas defensivas. De a poco el 10 va recuperando sensaciones y es el mejor refuerzo que el equipo puede tener para las instancias definitivas. 

El 4-4-2 con la aparición de Angulo en remplazo de Quiñones

Con el 4-4-2 se buscó aprovechar al máximo las capacidades de la dupla goleadora, que a pesar de no haber marcado de a poco se reencuentra con el fútbol y solo será cuestión de tiempo para que empiecen a romper las redes. Una de las características de Angulo es el buen juego de espaldas que tiene y la capacidad de ganar balones por arriba. Siendo así, busca anticipar la jugada y ganar pivoteando para que Morelo pique a la espalda de los centrales.

Situación en la que Morelo queda mano a mano con el arquero rival tras asistencia de espaldas de Angulo

Además del ya conocido 4-4-2, Pelusso volvió a sus inicios y con la reaparición de Omar Pérez volvió a utilizar la figura del enganche de dos maneras. 4-3-1-2 y 4-2-3-1.

4-2-3-1. 4 defensores, 2 volantes centrales, dos externos con responsabilidades defensivas, un enganche y un delantero

Con el 4-2-3-1 se buscó rodear al enganche (Omar Pérez) y (se presume) evitar que el desgaste físico para el 10 fuera muy alto, debido a su larga inactividad y explotar la espalda de los laterales rivales buscando al 9 referencia que vive entre los centrales rivales. Este esquema se presenta como una alternativa importante, sobre todo para la Liga, donde los intérpretes para este esquema se acomodan muy bien a él, en especial los juveniles gracias a su velocidad.

El 4-3-1-2 se da con el regreso del rombo a la mitad de la cancha más los dos delanteros, por lo general uno que juegue por fuera y otro que tienda a centralizar su juego como referencia de área.

El 4-3-1-2 en cambio, fue el regreso a aquel sistema que marcó el inicio de la ‘Era Pelusso’ y con el cual el equipo se mantuvo invicto durante los 10 primeros partidos. Fue solo a partir de la lesión de Omar Pérez que este módulo dejó de utilizarse pero desde su recuperación volvió a estar presente; un módulo que no es desconocido por los jugadores y que, como está a la vista, trajo muy buenos resultados.

El lunar estuvo en la falta de contundencia y la falta de eficacia que estuvo presente durante el comienzo del semestre, pero que en los últimos partidos ha brillado por su ausencia. Ejemplo de ello es que Morelo, goleador del equipo suma más de 60 días sin convertir y Angulo apenas ha logrado marcar 1 tanto. Sin embargo, frente a la falta de contundencia de los delanteros aparecieron goleadores inesperados: Soto, Perlaza, Seijas y Arrechea y se dio el debut goleador de Arboleda y el reencuentro de Borja con el gol. Además, el arma de la pelota quieta volvió a tomar importante relevancia.


Sumado a las variantes tácticas de los partidos es importante resaltar la confianza de Pelusso en los juveniles: Monroy, Soto, Arboleda, Miranda, Rodríguez son ejemplo de ello. Bien sea por necesidad o por merecimiento, las jóvenes promesas del conjunto cardenal aparecieron en los momentos difíciles y no defraudaron: respondieron a las exigencias del momento y en parte gracias a ellos (por supuesto con la ayuda de jugadores de más experiencia) se logró la clasificación a la fase final de la Liga Águila.

Ahora bien, las batallas definitivas de la guerra 2015 –II están por venir: dos partidos en Copa Suramericana y uno más por los Cuartos de Final de la Liga Águila con la posibilidad de que sean dos o cuatro más juegos dependiendo de si el equipo avanza o no a las siguientes fases de Semifinal y Final.

Se recuperaron soldados, se pasó el trago amargo de la Copa Águila. La posibilidad de escribir sus nombres en lo más alto de la historia del club hace que el Cuerpo Técnico y los jugadores no tengan en la cabeza otra cosa que no sea la de conocer que las finales no se juegan, se ganan. Se crearon, ellos mismos, una oportunidad histórica y ahora llega el momento de aprovecharla. Empieza Diciembre y con él, la chance histórica para que Independiente Santa Fe no solo busque sino que encuentre la tan anhelada gloria. 

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