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Juan M. Navarrete (@JM_Navarrete)


Luego de golear a León 4-1 en el Estadio Azteca en el partido de ida de los Cuartos de Final de la Liga MX, Ignacio Ambríz preparó el encuentro de vuelta utilizando la misma idea con la que ha encarado la temporada: replegando, cediendo la posesión al rival y esperando robos para contraatacar. Sin embargo, la visita al Nou Camp el pasado sábado tuvo un matiz diferente. Y es que las Águilas abandonaron el 4-4-2 que han dibujado toda la temporada para montar un 4-1-4-1 en bloque intermedio, idea que le dio bastantes resultados.

Ambríz al meter tres mediocampistas centrales: un mediocentro posicional y dos interiores, le permitió al América tener mayor control sobre el mediocampo de León, el cual es muy activo, móvil, que asocia y se junta muy bien. Ya que no solo Montes, Vázquez y Peña son elementos que gobiernan el pasillo central de La Fiera, sino que Elías Hernández y el lateral derecho, Fernando Navarro, también tienen influencia sobre esa zona con el fin de desorganizar al rival y generar espacios exteriores.

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Sin embargo, América, con los tres mediocampistas más los dos extremos tuvo una mejor ocupación de espacios sobre el eje transversal, ya que los dos interiores: Güemez y Martínez emparejaban con Vázquez y Montes; mientras que Arroyo y Sambueza, al estar más escorados a las bandas que en el 4-4-2 podían estar más cerca de los laterales esmeraldas: Navarro y Velarde. Por lo que las basculaciones defensivas eran mejor ejecutadas y con ello León no podía activar tan efectivamente sus característicos cambios de orientación –de banda a banda-.

Lo mismo pasaba en el eje longitudinal. Y aquí es donde el planteamiento de Ambríz encontró la piedra filosofal, ya que colocó a Daniel Guerrero como mediocentro, o sea el único mediocampista posicional y que sabe fijar por delante de la zaga central del equipo. Con esto, América logró tener muchísima seguridad sobre el pasillo central, debido a la lectura de juego del número 21, quien en todo momento supo escupir y nulificar a cualquier jugador leonés que se acercaba o entraba a la zona de tres cuartos de campo, haciendo énfasis con Carlos Gullit Peña, el mediocampista más adelantado de León y que se disfraza como mediapunta para recoger las segundas jugadas que genera Mauro Boselli en juego directo o bien para complementar sus movimientos haciendo rupturas al espacio desde metros atrás mientras que el delantero argentino fija o arrastra a los centrales en turno. 







Asimismo, otra las virtudes que dejó este dibujo y repartición de roles fue que Javier Güemez volvió a ser un elemento útil, ya que Guerrero al cargar con la responsabilidad de proteger a la zaga, ser la base y equilibrio de la estructura americanista, el ex –jugador de Xolos pudo jugar mucho más libre y con ello poder mostrar sus características que lo definen como interior: intensidad, achique, choque y sobre todo correr. Y es que si recordamos, Güemez ha tenido muchos problemas para interpretar el rol de mediocentro posicional, de ancla. Esto principalmente a que su concepción del juego y componentes son otros, así que en este contexto pudo expresarse como más cómodo se siente.

Esto mismo benefició a Osvaldo Martínez, quien pese a tener una mayor técnica e influencia con y sin balón, comparte muchas características con Güemez en cuanto a cómo defiende y cuáles son sus comportamientos sin la pelota y con el rival en ataque.

Con esta ejecución de juego, deja claro que Ambríz tuvo una buena lectura del rival, así como de sus propios jugadores, ya que diseñó un plan para nulificar a León incorporando un dibujo nuevo y con específicos para sus futbolistas.  

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