Ads (728x90)

Juan Manuel Navarrete (@JM_Navarrete


En quizás una de las semifinales más bizarras y polémicas en la historia de las liguillas del fútbol mexicano por las cuatro expulsiones que protagonizaron las Águilas; Pumas, líder del Apertura 2015, consiguió su pase a la gran final para enfrentar a los Tigres de Ricardo Ferreti.

Pese a ser el equipo más ganador, regular y que mejor dominó su modelo de juego durante el torneo, los universitarios mostraron una cara poco competitiva en la antesala de la final. Y es que las tarjetas rojas de Pablo Aguilar y Miguel Samudio en el encuentro de ida, así como la de Paolo Goltz y Rubens Sambueza en el partido de vuelta, mermaron seriamente el funcionamiento y oportunidades de los americanistas para instalarse en la pelea por el título de la Liga MX, ya que fueron el equipo que más méritos hizo para llevarse el pase.


Por méritos no me refiero a las posturas de los equipos sobre quién tuvo más posesión del balón o quién mantuvo una actitud reactiva, sino a qué club generó las mayores ventajas dentro del contexto que planteó para encarar la serie. Y ese claramente fue el América.

Partido de ida. América 0-3 Pumas

Para el partido de ida, Ignacio Ambríz diseñó un plan para atacar la parte más endeble de los Pumas: la zona entre el mediocampo y los centrales. Para ello colocó a Daniel Guerrero como mediocentro, a Osvaldo Martínez como interior, Rubens Sambueza como volante derecho, a Michael Arroyo como volante izquierdo y arriba a Oribe Peralta con Carlos Darwin Quintero en un 4-4-2.

Por su parte, Memo Vázquez instaló su esquema más reactivo: 4-1-4-1: David Cabrera de mediocentro, Javier Cortés de interior derecho, Matías Britos de interior izquierdo, Ismael Sosa y Fidel Martínez en bandas, y Eduardo Herrera en punta.

Dicho esto, Pumas parecía tener superioridad numérica en la cintura del campo, pero durante el desarrollo del encuentro fue todo lo contrario. Y es que América pese a tener en teoría solo dos mediocampistas interiores, terminó generando superioridad y desequilibrio en esa zona. Esto lo logró gracias a los movimientos de tres jugadores: Sambueza y especialmente Quintero y Arroyo.

De inicio, Pumas puso a Cortés a emparejar con Martínez –porque era el que aparecía en su zona- y Herrera tapaba a Guerrero para dejar sin primer pase en corto al América. Con esto parecía que las Águilas se quedaban sin circulación de balón y bajo un dominio posicional del rival; sin embargo, fue todo lo contrario, ya que Arroyo comenzó a abandonar la banda izquierda y se colocaba a altura de un interior o enganche, lo mismo ocurría con Sambueza, pero en el sector derecho.


Esto hizo que los tres mediocampistas universitarios más Herrera estuvieran ocupados con sus respectivas marcas y dejaran de estar en superioridad numérica. Además, Darwin Quintero cumplió con una tarea crucial: abandonar a Darío Verón y mostrarse como apoyo a la espalda de Cabrera, que ya estaba ocupado tapando a Arroyo. Esto generó que el mediocentro felino estuviera en una constante toma de decisiones sobre a quién tomar, ya que en algunas ocasiones se quedaba en una situación de 2vs.1.

Estas tomas de decisión generó un efecto dominó en los Pumas, ya que Cabrera al optar por marcar a uno dejaba libre a otro, así que sus compañeros debían hacer lo mismo, por lo que América comenzó a encontrar líneas de pase por dentro y jugadores libres. Esto repercutió en que tuvieran desequilibrio y profundidad por el pasillo interior y por ende llegada a portería contraria con mucha facilidad. 










Con esto, Pumas terminaba sumamente desorganizado, y aún cuando lograba recuperar el balón no podía lanzar contraataques porque no estaba bien posicionado para hacerlo, así que tenía poca salida y su bloque cada vez se hacia más bajo. Las únicas ocasiones donde realmente pudo hacer transiciones ofensivas de calidad fue encontrando a Sosa, que tenía mucho espacio para correr, ya que Samudio, el lateral americanista de esa zona, se encontraba muy arriba y descuidaba su espalda.




VIDEO


Partido de vuelta: Pumas 1-3 América.

Para el partido de vuelta en Ciudad Universitaria, Nacho Ambríz, decidió atacar la misma zona, pero ahora con un planteamiento mucho más agresivo y con trabajo específico sobre el triángulo defensivo de los Pumas. Es decir, sobre Alcoba, Verón y Alejandro Castro, mediocentro de los univeristarios.

América salió al campo con un 4-4-2 en rombo: Javier Güemez de mediocentro, Andrés Andrade de interior derecho, Rubens Sambueza de interior izquierdo; Darwin Quintero de enganche y arriba: Darío Bendetto con Oribe Peralta.

Pumas repitió formación: 4-1-4-1, pero con Alejandro Castro de contención y David Cabrera y Javier Cortés de interiores.

Para está ocasión, Ambríz hizo que sus dos delanteros se pegaran a Alcoba y Verón con la misión de fijarlos y juntarlos hacia el centro, mientras que Darwin Quintero jugó libre en tres cuartos buscando zafarse de Castro, así que el triángulo defensivo de los felinos estaba mano a mano siempre.
Pero para que ellos tuvieran espacio, Ambríz hizo que Paul Aguilar estirara lo mayor posible sobre el carril derecho para sacar a Fuentes hacia la banda y que no estuviera cerca de Verón, lo mismo hacía Sambueza en derecha con Marcelo Alatorre, lateral de ese sector.

Esto creaba intervalos entre la línea de cuatro de Pumas, o sea entre los laterales y los centrales, espacios que tanto Benedetto como Peralta buscaban para hacer desmarques.

¿Por qué Sambueza jugaba tan abierto siendo interior? Esto se debe a que Ambriz, en esta ocasión, sí tuvo un plan para contener a Ismael Sosa, el jugador más determinante de los Pumas en transición ofensiva por su velocidad y zancada.

Sin Samudio por estar suspendido, Osmar Mares fue el elegido para ser el lateral izquierdo. Sin embargo, con poca o nula proyección ofensiva, ya que guardaba su posición para impedir que Sosa, tras robo tuviera espacio correr, así que el espacio que no ocupaba Mares sobre la banda lo rellenó Sambueza para replicar lo que hacia Paul Aguilar sobre la parcela diestra. 







Publicar un comentario