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Pablo A. García E. (@PabloAGarcíaE)


El delantero vive hoy el bache más complicado de su carrera. Su ascenso meteórico encontró en la adaptación a la Premier League y el sistema de Tony Pulís, una prueba difícil de librar

Paula es una niña de dos años de edad que vive en Salamanca, España. La pequeña nació con una enfermedad extraña, de esas que además de no tener explicación clara, tampoco tiene cura tangible: El Síndrome de Ondine.

En la mitología griega, Ondine era una ninfa de mar que se enamoró perdidamente de un mortal. El hombre, que sucumbió ante su belleza, le juró amor eterno. Con cada bocanada de aire que tome, dijo el individuo, mi amor por ti crecerá. Pero al serle infiel y no cumplir con su juramento, la ninfa espetó sobre él una maldición: Si te duermes, se te olvidará respirar y morirás.

El síndrome de Ondine consiste precisamente en eso. El cuerpo, por alguna razón extraña aun no determinada, cae en un letargo profundo donde se apagan las funciones pulmonares cuando el cuerpo se duerme. Paula, a sus dos años, debe avisarle a sus padres que tiene sueño y quiere dormir. Ellos la conectan a un respirador para darle descanso y mantenerla con vida.

En el fútbol moderno no hay respiro. Los jugadores saltan al profesional cada vez más jóvenes. Sus carreras explotan cada vez mas temprano, y solo se permite una curva ascendente. Dormirse en los laureles implica la muerte, deportivamente hablando.

Salomón Rondón no paró de subir. Desde que se estrenó en primera división, hace nueve años con Aragua (a sus 17 años de edad), su monumental escalada fue trepidante. De Maracay a Las Palmas, luego a Málaga, después a Rubin Kazan y a anotar en San Siro, hasta tocar el cielo con un título en Rusia en el Zenit, y el vice campeonato como anotador del torneo del gigante del Este de Europa. Todo en ocho años.

“Toda la vida he trabajado duro”, comentó después de ganar el trofeo como campeón con el Zenit en el programa de radio Conexión Goleadora. “Ser futbolista requiere de muchos sacrificios, de no desmayar, de tomar decisiones que parecen equivocadas, pero que al final son las que terminan dándonos más satisfacciones”, comentó.

El salto a la Premier League parecía una oportunidad para seguir en ascenso. Sin embargo, y como le ocurrió al llegar al Rubin, tuvo unos cuantos contratiempos. Adaptarse al torneo más complicado del mundo no es sencillo, y arribar a un equipo que está dispuesto a pelear por no descender, hacen que la tarea sea más ardua.



West Bromwich Albión suma hoy 20 goles en la campaña. De esa cantidad, Rondón, Saido Berahino y James Morrison acumulan tres dianas cada uno. El 48% distribuido entre tres jugadores. Los tres del caraqueño llegaron de cabeza.

El esquema de Tony Pulís está hecho expresamente para defenderse, y aprovechar algo del rival a ver si se saca alguna ventaja. Supervivencia en estado puro. El más perjudicado siempre es el delantero, que no ve tantas pelotas como en otros equipos, y que sufre al tener que convertir cualquier bola pagando en sus linderos en una ocasión de gol. El oriundo de Catia tiene hoy dos meses y medio sin ver arco. Su último gol fue comenzando noviembre, en una derrota de su equipo como visitante.

Entre la adaptación a Bromwich y a ser un náufrago del área, Rondón se aletargó. Su sueño es peligroso. A sus 26 años de edad hay quien cree que está tirando por la borda sus mejores años en un club que no lo ayuda. Pero lo mismo se creía cuando estaba en Rubin.

En el fútbol el síndrome de Ondine es más peligroso. Un año de sueño puede ser mortal. Salomón lo sabe. Por eso se le ve frustrado, molesto, cabizbajo. Tampoco ayuda la crisis interna de la selección, que podría ser su válvula de escape, su gran desahogo. Pero el balompié es anímico, y te contagia.

El caraqueño tiene las herramientas para cambiar su suerte (obviando el esquema y las dificultades de jugar en WBA), y sabe que con la entrada de 2016 llegó el momento de despertar. Los goles serán las bocanadas de aire que le den oxígeno de nuevo. Salo no quiere vivir como Paula, sin descanso, o temiendo que un momento de sueño le arrebate todo lo que cosechó.

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  1. En este mundo traidor
    nada es verdad ni mentira;
    todo es según el color
    del cristal con que se mira.

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