Por Ernesto Moreno Ampuero (@Ernesto_Moreno)
El Estadio Nacional, con
un histórico partido amistoso entre Sporting Cristal y el Barcelona de España,
reabrió sus puertas al fútbol profesional un 25 de julio de 1964 luego de
pasados casi dos meses de los lamentables sucesos del 24 de mayo del mismo año -día en el que ocurrió una de las más grandes tragedias mundiales durante el
partido clasificatorio a los Juegos Olímpicos de 1964 entre Perú y Argentina
con un saldo de más de 300 muertos.
El Estadio Nacional, como
consecuencia de la mencionada catástrofe, sufrió algunas refacciones para darle
mayor seguridad a los jugadores y al público aficionado como la destrucción de
la tribuna adicional llamada “perrera” ubicada en la parte baja del Estadio que
rodeaba la pista de atletismo reduciendo así su capacidad de por lo menos cinco
mil localidades.
El poderoso club español,
aprovechando la gira que hacía por Sudamérica, decidió cancelar su visita a
Chile e ir a jugar al Perú con su primer equipo, en un notable gesto, sin
cobrar un centavo en beneficio de los fondos de las familias damnificadas de la
tragedia. Las expectativas generadas en la prensa fueron grandes debido a la
pléyade de futbolistas de categoría que se harían presente en lo que se
denominó “la reunión de estrellas mundiales”. El Barsa llegaba con el húngaro
Sandor Kocsis (campeón en los Juegos Olímpicos de 1952 y subcampeón mundial en
1954), el destacado goleador peruano Juan Seminario, el atacante paraguayo
Cayetano Ré y el capitán del equipo español que recientemente había ganado la
Copa de Europa, Fernando Olivella.
Por su parte la escuadra
rimense no se quedaba atrás y presentó un ataque de lujo conformado por el
bicampeón mundial brasilero Waldir “Didí” Pereyra y los peruanos Alberto “la
pantera” Gallardo y Óscar “Huaqui” Gómez Sánchez, quienes habían recibido por
deferencia especial de sus clubes el respectivo permiso para acceder a este
cotejo.
El partido empezó a las
15:47, luego del respectivo minuto de silencio en conmemoración de las víctimas
y del canto de los respectivos himnos nacionales. La tribuna norte, en donde
meses atrás se había generado la tragedia _y tal vez por este recuerdo_ lució
medio despoblada, pero el público en las demás graderías había concurrido en
gran número e hizo un marco impresionante por las ceremonias previas de
homenaje y por el interés que tenían de ver a los cracks en acción. Rápidamente
el equipo rimense tomó el control del partido y en el minuto 8 Didí, tras
ejecutar magistralmente un penal, pone en ventaja a los peruanos. De los pies
del peruano Seminario nació el empate del Barcelona al asistir al español
Zaballe. Luego del empate, las acciones se tornaron más parejas pero menos
intensas aunque el cuadro celeste es quien nuevamente toma la delantera en el
minuto 35 del segundo tiempo con el gol de “Huaqui” Gómez Sánchez al aprovechar
un grosero error del portero Pesudo. Un minuto después el equipo catalán,
haciendo valer su jerarquía, anota el empate definitivo por intermedio del
paraguayo Ré. Al finalizar el partido los jugadores y cuerpo técnico de ambos
equipos se estrecharon en grandes abrazos de confraternidad y coincidieron en
que el partido fue bueno y el empate justo. Al día siguiente el club Barcelona
siguió su gira por México.
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