Ads (728x90)





Por Diego Sancho (@SanchoDiegoo)


“Se dice que los madridistas no sabemos perder, y nada más cierto, no estamos acostumbrados a ello (…) uno se acostumbra a ver el fútbol desde un estado de ánimo determinado, y el de los madridistas es un estado de confianza con expectativas de lujo y derroche: no sólo se ganaría sino que cabría el adorno y sobraría algunos goles.” Javier Marías

Javier Marías, uno de los fanáticos de la casa blanca más lúcidos, ha definido cuál es la expectativa de sus compañeros de pasión. Esta es la verdadera esencia del Real Madrid, forjada en épocas de Copas de Europa consecutivas con Alfredo Di Stéfano en la nómina.

Al banquillo del Madrid ha llegado un entrenador que conoce el estándar que la grada del  Santiago Bernabéu demanda. En su nómina no está Di Stefano, pero sí algunos los mejores del mundo en su posición. Al llegar al club, Zinedine Zidane le hizo ver a sus dirigidos por qué estaban allí. Recordando a la plantilla que el fútbol es un juego y que la idea es divertirse (y divertir).

Eso era lo que hacía Zidane cuando jugaba, su pasado blanco lo avala. Cuando llegó a la capital española supuso un fichaje récord de 76 millones de euros, fue el más caro de su época. Estos fichajes, que fueron política de gestión del plutócrata Florentino Pérez, eran conocidos como “los galácticos”. Compartía vestuario con Beckham, Figo, Ronaldo y Roberto Carlos. Todos ellos eran titulares en el cuadro merengue por ser diferenciales y especiales, habían llegado al pináculo de carrera.

Dicen los equipos se parecen a su técnico en su etapa de jugador. El Madrid adopta ahora un fútbol de filigranas sofisticadas que asombran a la tribuna. Se adaptó una forma más pura de juego que con Benítez. Esta finura balompédica se acentúa con la ausencia de Pepe.


Otra desaparición notoria tras los primeras horas de Zizou en el banquillo es la de James Rodríguez. En un esquema 4-3-3 en la que los tres de arriba son intocables y la dupla Kroos-Modric se encarga de progresar el juego, queda un solo puesto para el interior: James o Isco. Por ahora, Zidane prefiere a Isco.

“Quiero tener la posesión y quiero jugar basado en pases rápidos, en 2-3 toques. La idea es llegar a la portería rival rápidamente (…). Para defender menos hay que tener más el balón” Zinedine Zidane

La cualidad fundamental por la que el técnico francés se decanta por el malagueño en esta posición es por su buen manejo con el esférico. Al tener un tridente que requiere rotación para llegar con sorpresa al arco rival, necesita un jugador que retenga la pelota y vea el pase clave a la vez que los de arriba se mueven. Además que ante una desposesión suele unirse a la línea de presión ayudando a un repliegue más rápido. Isco calza perfectamente en la dinámica deseada. 

El punto de quiebre viene dado por la lesión de uno de los elementos que mejor absorbió la salpicadura de confianza de Zidane: Gareth Bale. El galés recibió la nueva gestión técnica con un hat-trick al Deportivo La Coruña, mostrando un nivel físico de élite. Su baja sugiere cambios en el esquema; James recibiría una oportunidad en el once.

La propuesta de tener a James como interior junto al pivote ofensivamente más directo, el colombiano cuenta con más libertad de movimiento. Siendo la primera opción de pase de Kroos por la derecha, es quien hace el vínculo entre la BBC y el campamento central. Su comportamiento con los de arriba crea sociedades que el rival no entiende por su movilidad entre líneas. Además que es el mejor rematador de la media cancha. Su pierna izquierda tiene un guante, pero también un cañón. Es muy útil.

"El juego no me preocupa, lo importante es mantener este nivel físicamente" Zinedine Zidane

Básicamente Isco y James son buenos efectivos para llevar a cabo la misión que  Zidane desea que se cumpla en esa posición. La decisión es meramente gusto del entrenador. Este es el desafío más grande en lo que va de carrera para James Rodríguez. La vuelta de su lesión ha coincidido con el cambio de técnico, quien dibujó su pizarra con los elementos disponibles desde el inicio. Si este sistema consigue fluidez, la influencia de Rodríguez seguirá diluyéndose.

Ante esta calle ciega en la que se encuentra el chico criado en Ibagué, la única salida es la más madridista posible: brillar. Aprovechar la competencia para romper el molde que impone el cuerpo técnico y convertirse en pieza inamovible. Ser otro “galáctico” (costó cinco millones más que Zidane en su tiempo), hacer gala de sus fortalezas con gestos técnicos, aprovechar su inteligencia posicional para marcar diferencias; en fin, cumpliendo con lo que pide Marías. 

Publicar un comentario