Esteban Ávila (@EstebanAvila)
Luis Chiriboga ya no está en la Federación Ecuatoriana de Fútbol. Desde el viernes, su nombre dejó de
inspirar el temor de otrora. Salvo uno
que otro periodista nostálgico de las buenas épocas, de
las invitaciones a Tottori y Bad Kissingen, los chupes después de los
congresos de la Conmebol y las entradas para aquellos que no se podían
acreditar a los mundiales, el país asume con plena conciencia que este directivo dejó el
cargo que ostentó como un papado desde 1998.
¿Qué viene
ahora? La
sucesión de Carlos Villacís parece
una opción descartada. Incluso hasta reglamentariamente. Y eso que este
dirigente sumó simpatías durante los 3 meses que estuvo al frente. “Ahora hay diálogo”,
me dijo Jaime Estrada cuando lo entrevisté el viernes
pasado. Horas antes, Rodrigo Paz tuvo la misma opinión.
Villacís es el chiriboguismo
sin Chiriboga. Responde a la misma línea
paternalista y prebendista, pero alejado de la prepotencia,
la soberbia y la arrogancia de su excompañero de fórmula. A Villacís habrá que abonarle su
impecable manejo dentro de la Federación. Funcionarios de inferior rango han
caído en las investigaciones recientes realizadas por la Fiscalía, mientras a
él todo le resbaló cual teflón. Hay una explicación sencilla para esto:
Villacís era
hombre de fortuna y empresa cuando llegó a la FEF, no necesitó
-como otros- de ese cargo para su despegue social y económico.
Sin embargo, en
términos objetivos, Villacís
no representa a nadie. Su
club (Calvi) supervive en el amateur fútbol de ascenso. Su perfil, más allá del
correcto manejo reciente, no se compadece con lo que el fútbol ecuatoriano
necesita hoy en su timón: alguien
que, al menos, figurativamente tenga relación con las fuerzas dominantes,
con los clubes que hacen el fondo y la forma del fútbol ecuatoriano.
Detrás de
Villacís está el resto del comité ejecutivo, a
quienes habrá que pasarles factura por su pasmada actitud frente a la situación
de Chiriboga. Y
también están Álex
de la Torre y Guillermo Saltos Guale, directivos de una línea
que el medio local debe saltar. ¿Es concebible que quien torpedeó a la Liga
Profesional de todas las formas posibles siga en la Federación?
¿Acaso la línea de sus intervenciones en la Comisión Disciplinaria es la
que requiere el fútbol ecuatoriano para salir del estado de postración vigente?
Y de Saltos Guale, ni hablar. Sin embargo, ellos
cuentan a favor con la crónica amnesia en la que vive nuestra sociedad.
No sería raro verlos aún encaramados.
En conclusión, todo
lo que ha sucedido demanda
un cambio rotundo, incluso estético. En ese tren, por
ejemplo, yo relanzaría
la imagen corporativa de la FEF. Hay un pasado reciente que se
debe superar con vergüenza, asumiendo
públicamente los errores del pasado. El fútbol ecuatoriano, de hoy en
adelante, no
debe ser el escenario para la sospecha y la codicia. Su misión es la de convertirse
en factor de desarrollo del deporte más popular del país.
Pero más allá de
la imagen están las cuestiones realmente importantes. Sin entrar a dar nombres,
la
FEF exige una transformación rotunda. Hay cambios que en los
grandes “debates” no entran, pero que son ineludibles. Por ejemplo, la incorrecta estructura de los
torneos nacionales.
Nunca más puede jugarse con
Serie A y Serie B. El llamar correctamente a estos
torneos Primera Categoría y Segunda Categoría va más allá de una variación
nominal. Es dejar de considerar “Primera
Categoría” a un
torneo tan malo y sin emociones como es la actual Serie B. Lo que hoy se
considera “Segunda Categoría” (una competencia presa de las más
grandes irregularidades, informalidades y escándalos) debe pasar a
llamarse y, sobre todo, tratarse como una Tercera
Categoría, con un formato diametralmente opuesto al de hoy.
Las asociaciones provinciales ya cumplieron con su vida útil. Funcionaron en el último tiempo, salvo excepciones, como un comité electoral. La gravitación histórica de AFNA, ASOGUAYAS es ineludible, pero otras fueron creadas simplemente para sustentar el chiriboguismo, darle fuerza y arraigo a cambio de dádivas. Una nueva Federación debe replantear a las asociaciones como una suerte de oficina de representación local, con funciones relativas y capaces de sobrevivir gracias a su gestión. Su derecho a voz y voto debe ser vetado para siempre, mucho menos darles dinero de los derechos de TV. El fútbol lo hacen los clubes, ese es el principio motor.
Carlos Villacís es el actual presidente |
Las asociaciones provinciales ya cumplieron con su vida útil. Funcionaron en el último tiempo, salvo excepciones, como un comité electoral. La gravitación histórica de AFNA, ASOGUAYAS es ineludible, pero otras fueron creadas simplemente para sustentar el chiriboguismo, darle fuerza y arraigo a cambio de dádivas. Una nueva Federación debe replantear a las asociaciones como una suerte de oficina de representación local, con funciones relativas y capaces de sobrevivir gracias a su gestión. Su derecho a voz y voto debe ser vetado para siempre, mucho menos darles dinero de los derechos de TV. El fútbol lo hacen los clubes, ese es el principio motor.
La Liga profesional ha caminado
poco en los últimos meses. Lamentablemente,
se convirtió en una escenografía donde solamente
se disputa cuánta plata más se va a recibir por derechos de TV. ¿No han notado que nadie debate cómo
darle más interés a los predecibles y aburridos torneos actuales? Hay empresas
en el mundo que se dedican a eso, por ejemplo la chilena Matchvision.Los clubes tienen un apetito voraz de
dinero y se han centrado solamente en esperar que gracias a la Liga Profesional
les paguen más por la emisión de sus partidos por TV. ¿Alguien ha puesto en discusión
si este es el mejor sistema de campeonato, el más atractivo para la gente y los clientes publicitarios? Nadie.
Una vez
desembarazados de la organización de las competencias locales, en la FEF deberían plantearse
la obligación de darle un andamiaje definitivo a la Selección. Hay que crear un organigrama,
presidido por un Director General de Selecciones y un Gerente. En los
combinados nacionales se debe obviar la tendencia implantada por el Ingeniero de nombrar DT de acuerdo al
calor de los resultados y al “clamor popular”.
En fin, esta es solamente una rala y muy superficial
visión de cambios urgentes que se deben operar, más allá de
quién sea el reemplazo de Chiriboga. Debe quedar claro que legislar como se ha legislado
hasta ahora, buscando el resquicio legal, la alcahuetería, el perromuerto, no
representará una variante mayor, sea en la FEF o en la Liga Profesional. Son necesarias otras prácticas, a la
espera de dar el salto cuántico que la actividad futbolística pide a gritos.
Un espacio final para la
prensa. Que lo sucedido haya dejado una
lección:esas amistades peligrosas, el maridaje con un directivo y una
organización no terminan bien nunca. Chiriboga y la prensa llegaron a ser un matrimonio
tan íntimo que cabían juntos en una cama monoplaza. Que luego, al calor de los desacuerdos
económicos y de negocios,algunos se hayan vuelto “críticos”, es
otra cosa. El periodismo deportivo quedó
muy mal parado ante la sociedad en esta etapa, gracias a las
cuñas de publicidad, las invitaciones y los viajes que un gran sector recibió, a cambio de su complicidad en
casos aberrantes como
el de Vinicio Luna. A hacer contrición del papel funesto jugado en esta época y
no repetir nunca más esta insana cercanía.
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