Leandro Marinovich (@leomarinovich)
Si existe un
futbolista que haya sido vendido como el jugador de las masas, de los que menos
tienen, del potrero, ése es Carlos Tévez. Desde sus inicios en Boca, y
continuando por Brasil, Inglaterra e Italia, al "Apache" lo han catalogado como
“El jugador del pueblo”, aludiendo su capacidad de lucha constante, de
transpirar la camiseta, de querer que los colores triunfen por encima de todo.
Desde allí, destacar sus cualidades futbolísticas quedó en segundo plano. Pocas
veces he leído o escuchado a alguien que se encargue de analizar el rendimiento
del atacante de Boca despegándolo de esa “mística” que le hicieron tener.
Por distintas razones, Tévez siempre terminó imponiendo su nombre en la Selección, salvo en la era Sabella, cuando el exentrenador de Estudiantes fue claro desde un principio y consecuente con sus dichos después. Sabella, vaya saber uno realmente el detonante de su decisión, entendía que la presencia de Tévez no le sumaba a lo que quería construir: un grupo.
El “Apache” nunca fue titular indiscutido. Salvo con Bielsa, en donde sí era ‘9’ referencia, con ningún otro DT logró la continuidad que se creía que iba a tener cuando se consagró con la camiseta de Boca. Con Pekerman, era suplente de Saviola y Crespo. Basile, en la Copa América de 2007, eligió a “Valdanito” y a un ya determinante Messi. Maradona tenía pensado un 4-4-2 antes de Sudáfrica y se le terminó imponiendo la presencia de Tévez. Mascherano, quien nunca estuvo tan solo en el mediocampo, aún sigue tratando de parar a los alemanes de aquella vez. Batista lo descartó durante su corto proceso, hasta que dio la lista para la Copa América 2011 y, vaya uno a saber por qué (Parte II), el "Apache" terminó dentro de los ‘22’. Y, tras no estar en todo el proceso que culminó con un subcampeonato del mundo, Martino decidió que ya era hora de volver a contar con él, ya que su magnífico presente en Juventus no podría ser desperdiciado. Hasta hoy, en los minutos que le tocó disputar, nunca gravitó. Nobleza obliga: desde su experiencia y un lado más constructivo, no se quejó cuando no jugó en la Copa América 2015 y priorizó el bien del grupo que perdió la final con Chile.
Tras volver a su país, Tévez tuvo momentos de gran nivel y otros de no tanto. El torneo pasado es más recordado por la plancha que le propinó a su joven colega de Argentinos Juniors Ezequiel Ham, lo que le generó una triple fractura de tobillo. Además, este año, chocó con el arquero de Newell´s, Ezequiel Unsain, y le propició una doble fractura en el maxilar. Si hubo intención o no en ambas jugadas, solo lo sabe el mismo Tévez. Los dos chicos perjudicados prefirieron no pensar en eso.
Volver al fútbol argentino lo bajó del olimpo. Si hasta los hinchas de River pedían por su presencia cuando el DT de turno no lo citaba, hoy ya no se polemiza con su no convocatoria. A pesar de ser dos veces campeón con Boca desde su regreso, su equipo nunca terminó de gustar al ojo del espectador, tal es así que –tras apenas un mal arranque- la dirigencia despidió a Rodolfo Arruabarrena, su entrenador.
Verlo semana a semana, tenerlo desde cerca durante todo el año, leer y escuchar noticias suyas las 24 horas, terminó desgastando la imagen de “Jugador del Pueblo” que el hincha general sostenía sobre él. Ya no es más el tipo del barrio humilde que triunfa en toda Europa, la tierra de los ricos. Esa imagen de Robin Hood se ha ido desvaneciendo y ahora sí se analiza su rendimiento dentro de un campo de juego más allá de la estirpe o la llegada que pueda tener hacia el futbolista. “Se tira muy atrás y no gravita”, se oirá decir a uno. “Le falta compañía de los volantes”, saltará otro. “No está bien de la rodilla y busca una zona en donde haya menos roce”, sentenciará el tercero. Lo cierto es que Tévez, quien además es noticia por una foto que salió a la luz brindando con la barra de Boca, ya no es más el hombre de la plebe.
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