Gustavo Laguardia (@AKD_GustavoL)
Óscar David Romero
Villamayor u Óscar Romero o “Romerito”, ‘nacido el 4 de julio’ (nació el 04 de julio de 1992 en Paraguay), pero demasiado lejos del héroe de aquella película
y demasiado cerca de la magia y el talento de los héroes de Rácing que alguna
vez brillaron en el primer equipo de la ‘academia’, tal es el caso de Rubén Paz,
Rubén Capria y Gio Moreno (solo por citar a algunos de los últimos tiempos),
pareciera ser el eslabón perdido de la cadena de zurdos y distintos, que
siempre han hecho mucha falta para que un equipo juegue bien al fútbol.
El ‘Rácing de Cocca’ venía
de ser campeón del fútbol argentino (Torneo Transición 2014) con un 4-4-2, sin
embargo, en enero de 2015 buscó incorporar un volante zurdo para reemplazar, si
cabe la expresión, la ausencia de Centurión que emigró al San Pablo de Brasil. El "sin embargo" alude a que la contratación de Óscar Romero traía consigo
muchas posibilidades de romper con el 4-4-2 porque, de entrada, cualquiera
podía darse cuenta de que el paraguayo no era ni carrilero, ni punta, ni tercer
delantero al estilo de Centurión.
El 28 de enero de 2015
“Romerito” llegó a Rácing y el 18 de febrero debutó contra el Deportivo Táchira
de Venezuela. Dos semanas después, lo hizo por el torneo local frente a Colón de
Santa Fe con gol de penal incluido. Así inició sus primeros pasos en Rácing
este morocho, cara de niño, de 1.76 metros y 74 kilos, mellizo de Ángel Romero,
actualmente en el Corinthians de Brasil.
En el análisis que intento
hacer de este jugador, de una enorme proyección a nivel mundial, voy a tomar
una letra consonante, la “p”, para nombrar tres ejes fundamentales de sus
actuaciones, razón por la cual la utilizaré en mayúsculas: pasar la pelota, pegarle a la pelota y pintar con la pelota. Me refiero de esta forma a tres
acciones relevantes que, en mayor o menor medida, siempre son un aporte de
Romero para el buen juego y buen funcionamiento del equipo. Me refiero también
a tres acciones que pueden ser realizadas por izquierda, por derecha o como
‘conector’.
Romero es un muy buen pasador y, por ende, mejor asistente. Si repasamos sus números en la academia,
tenemos en 48 partidos, 8 goles y 12 asistencias. Si sumamos la casi veintena
de situaciones no concretadas consecuencia de sus ‘pases-gol’, estamos en
condiciones de afirmar que, partido tras partido, Romero pasa la pelota casi
con excelencia.
Romero es muy buen pateador, puede pegarle a la pelota con velocidad y precisión, más allá de que
los tiros libres se le siguen negando por muy poco o casi nada…; también le pega con precisión en los cambios de frente y en los pases largos, con
frecuencia y con un 80% de aciertos.
Romero es un muy buen pintor, Romero pinta el partido, pinta jugadas… ¿Pero, qué es pintar? Entiendo
que ‘pintar’, en el caso de “Romerito”, tiene que ver con ‘inventar, imaginar y
crear’ nuevos escenarios favorables para la elaboración del juego y la dinámica
del mismo. Un ‘cambio de frente’, eso es un nuevo escenario. Un ‘pase largo y
certero’, eso es un nuevo escenario. Un caño, una puesta de cola buscando la
falta y el tiro libre, una asistencia al menos pensado, eso es un nuevo
escenario.
Todo esto lo puede hacer
y, de hecho, lo hace durante los partidos. Sin embargo, Romero no es un
‘compartimento estanco’, Romero tiene que ver con una estructura que lo
contiene y sostiene. Por eso, además, en este análisis de las fortalezas del
zurdo distinto de Rácing, también deben observarse las debilidades, especialmente
desde sus necesidades; ¿qué quiero decir con esto?, que Óscar Romero necesita
de un Pillud y de un Cerro para brillar por derecha, cuando no hay un Cerro (o
un Gastón Díaz, en su defecto), queda expuesto porque le cuesta marcar y mucho
más le cuesta bajar a dar una mano; que Óscar Romero necesita de un Grimi y de
un Acuña si juega por la izquierda y por iguales motivos; que Óscar Romero
necesita de un Videla y de un Aued si se ubica como ‘conector’, porque le
recuperan rápido la pelota y no ‘lagunea’ como suele pasarle cuando la redonda
anda por los pies de sus rivales.
A partir de lo expresado,
puede considerarse que el mejor lugar en la estructura del equipo para que
“Romerito” rinda en su máxima expresión es la posición como ‘conector’, esto en
primera instancia y, en segunda instancia, por la derecha y como segunda
opción, no tanto así ya por la izquierda; aunque si sus necesidades están bien
cubiertas, puede rendir bien en cualquiera de las posiciones nombradas.
Si consideramos como
realidades irrefutables pasar la pelota, pegarle a la pelota y pintar con la
pelota, Óscar Romero debería siempre flotar del centro hacia la derecha y de la
derecha hacia al centro, permaneciendo más tiempo por el centro que por la
derecha; por cierto, cuando esto pasa, Rácing gana, y si quedan dudas nos
remitamos a las estadísticas, que no siempre ilustran el funcionamiento y buen
juego de un equipo, aunque la mayoría de las veces las Pintan los que saben.
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