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Emilio Pichardo (@EmilioP7_)

Ojalá todas las frases fueran ciertas. Estoy seguro que todo un país y Lionel Messi, creyeron de más en una: “La tercera, es la vencida”. Ojalá, las ganas fuesen suficientes para cargar y guiar a tu país al tan anhelado trofeo. También no dudo, que las ganas de ‘Lio’ eran más que las de un pequeñito esperando por Santa Claus el 24 de diciembre.

La noche del 26 de junio, tras la anotación del ‘Gato’ Silva, observe los ojos de Messi. El hombre perro lloraba y lloraba inconsolablemente. Messi veía pasar esas imágenes de Rio, de Santiago y de Nueva Jersey, imágenes tan fuertes y comparables para él, como aquellas para los judíos de Auschwitz. Toda la palabrería, las críticas absurdas, las comparaciones, le hicieron cuestionarse a sí mismo y más tarde llegar a la conclusión de que el futbol, no estaba hecho para el hombre que más bonito lo ha jugado.

Se retiró de la selección argentina. Ya no más, de momento. Porque el alma muere cuando sientes que le has dejado de importar a la persona que más quieres, cuando ya no te sientes necesario y más bien te sientes inútil. Pero no hay que culpar a Lio por querer retirarse, por quizás no verlo sonreír otra vez, por no poder volver a amar. Porque cuando matan tus sentimientos, es difícil que vuelvan a revivir. Para todos aquellos que lo dudaban, Messi ama a la Argentina más que nadie y más que a nada.

Después de haber roto todos los records a nivel personal, de haber ganado todo a nivel de clubes, de formar una familia con el amor de su vida y tener todo el dinero del mundo, la ‘Pulga’ está vacía. Carga una deuda de la cual él se hace responsable sin ser el acreedor. Su segundo nombre es Cristiano y se apellida Maradona, Pelé y Kempes, sin incluso tener un parentesco que lo ligue a ellos.

Varios argentinos, no valoraron a Messi hasta que lo perdieron. Hipócritamente, le ruegan que se quede, cuando seguramente lo acuchillaron en algún momento de su carrera. Ojalá todos tuviéramos un superhéroe así: que viera siempre por nosotros y que incluso fuera capaz de dar su vida, si esa fuera la solución para que nosotros tengamos lo que anhelamos.



Seguramente Messi regresará. Como lo han hecho los grandes superhéroes en la ficción. Como aquella ave fénix que renace de sus cenizas y vuela. Como aquel gran ser humano que es.

A Lionel Messi, más que criticarlo, hay que disfrutarlo, valorarlo, apoyarlo y amarlo. Porque el pequeño gigante rosarino, no es eterno y un día, solo estará vivo en nuestra memoria.

Quiero volverte a ver sonreír Lionel.


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