John Alegrías (@Culpable_) en @ElDoradoMGN
El fútbol, como la misma
vida, reclama atributos necesarios para desarrollar un tipo de comportamiento
enfocado a brindar el mejor rendimiento dentro de cualquier contexto. Estas
facultades se ponen en marcha dentro de la práctica (futbolística)
sometiéndolas a niveles de exigencia que añaden un valor específico: la
enseñanza. Esta última, sin tener la más mínima duda, debe rodearse de una
experiencia o de un recorrido que Mario
Alberto Yepes está soldando en un Deportivo Cali que no ha logrado establecer
una definición como equipo.
La llegada de Mario
Alberto Yepes se produjo en un momento de inestabilidad en el juego del
Deportivo Cali. No había mejor pecho para poner a la inclemente brisa que
azotaba en la comarca azucarera. En su primera experiencia como director
técnico al mando del equipo de sus amores debía alterar, de alguna forma, el
transitar del equipo. Hacerse a las riendas de un plantel en un momento de
altísima fragilidad iba a poner a prueba su capacidad para transformar un
ambiente hostil dentro de un vestuario que llevaba un inicio de año convulso
tras la eliminación catastrófica en la Copa Libertadores.
Su debut contra
Bucaramanga y su primera fase dentro del banquillo dejaron cosas para rescatar:
hizo ver al equipo más compacto, las líneas reflejaron mayor orden, funciones
pertinentes dentro del césped, jugadores con mayor convicción, sentido
posicional y, aunque la duda pasaba por el semblante ofensivo, Mario logró
ofrecer una intención en ataque que se mostraba, por lo menos, alentadora. Y lo
era porque sus jugadores (Borré, Preciado, Casierra, Sambueza, Roa y Benedetti)
no podían expresar más que un aire fresco en campo rival. De entrada había
corregido varios desajustes especialmente en fase defensiva pero, por ser
eventual, era imposible determinar su perfil en su nuevo rol. Es claro, lo
estaba construyendo y llegaba la hora para fabricar su plantilla, erigir una
estructura y darle un santo al juego.
Yepes realizó incorporaciones
según necesidades del equipo, dejando ver criterio a la hora de elegir los
jugadores para proyectar una identidad. Comenzó a abastecerse de recursos
quedando como tarea demostrar su perfil como entrenador. ¿Qué tanto iba a
exprimir Yepes la nómina? ¿Lograría robustecer al equipo con sus pensamientos
futbolísticos? ¿Qué imagen de Deportivo Cali construiría? En principio su
estrategia se basó en probar relaciones, funcionamientos y dinámicas. Quería
observar con qué contaba para luego inclinarse por características que ayudaran
a decantar un once inicialista. No lo hizo y tampoco en su rol como entrenador
no ha podido labrar ni encontrar el camino. Y todo esto soportado en su
indecisión, fragilidad para exponer un plan de juego, confusión en su gestión
del banco para restaurar el juego; exhibiendo un vacío táctico ineludible que
toma fuerza ante la irregularidad futbolística del conjunto partido a partido.
Hasta ahora el proyecto atraviesa por tierras movedizas, pues no hay un equipo
definido, no se logra reconocer a qué juega Deportivo Cali y lo hecho hasta
ahora no persuade. Hay que revitalizar, urge un impulso.
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