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De Barranquilla a Valledupar y luego de Valledupar a Barranquilla. Así fue el periplo que tuvo que afrontar desde muy niño Rafael Santos Borré, el jugador que está a préstamo en el Villarreal, proveniente de Atlético de Madrid.

Cuando en su natal Barranquilla comenzaba a darle los primeros puntazos a un balón en el populoso barrio Santo Domingo, el pequeño Rafael Santos, que debe su nombre a la admiración de su padre Ismael por Diomedes Díaz (en esa época estaba de moda la canción 'Mi Muchacho') tuvo que recoger sus cosas, empacarlas y viajar para la aún más calurosa Valledupar.

El cambio obedecía a un traslado de su papá, un profesor de matemática y física que tuvo que comenzar de cero en otra ciudad al lado de su pequeño hijo de apenas 4 años. Rafael Santos fue matriculado en el colegio Loperena, más conocido por el paso de estudiantes que después fueron famosos como cantantes vallenatos, que por ser futbolistas.

Pero, curiosamente, fue allí donde comenzó en forma su proceso de formación. “Yo estaba haciendo una veeduría para escoger a los que representarían al colegio en los diferentes torneos y lo vi ahí, chiquitito, menudito, pero en los primeros entrenamientos demostró que era rápido, guapo y agresivo”, recuerda Silvestre Maestre, profesor de educación física del Loperena.

El equipo de Borré ganó todos los torneos de liga e intercolegiados, con él de goleador. “Fuera de la cancha era tímido, pero adentro se transformaba, era diferente”, confiesa Maestre.

Sin embargo, en Valledupar no solo el fútbol le robaba la atención. “Rafa también le 'jaló' al béisbol; de hecho fue subcampeón departamental en unos intercolegiados”, recuerda su padre Ismael, quien asegura además que el hoy goleador, desde chico, quiso ser arquero.

“Quería ser como Óscar Córdoba que era el arquero de moda en ese tiempo; yo le compraba los guantes y la sudadera y se probó en el arco, pero después lo ponían en otros puestos y fue cuando decidió que lo suyo era jugar adelante”.

La vida de Borré cambiaría totalmente una vez que regresó a Barranquilla para pasar un corto periodo de vacaciones. Se enroló por esos días en el equipo del barrio Santo Domingo y allí lo vio Federico Chams, entonces presidente de la Escuela Neogranadinos, y quien estaba buscando jugadores para afrontar el famoso torneo de fútbol Acefal.

“Lo vi y de inmediato lo pedí para la escuela, pero la condición que puso su papá era que lo dejaba en Barranquilla siempre y cuando lo sacáramos de su barrio; me tocó llevarlo a mi casa y ya se imaginará la reacción de mi esposa al llegar yo con un 'pelao' que poco conocíamos; además yo tenía dos hijos pequeños, así que el tema era complicado”, recuerda Chams.

Pero Borré se ajustó a la disciplina de 'su' nueva y cómoda casa en el barrio Las Mercedes, y se dedicó por completo al fútbol en una escuela debidamente organizada como la Neogranadinos.

“Lo puse a estudiar y le di todo para que no tuviera problemas de nada; me la jugué con ese muchacho porque le vi algo diferente como jugador”, asegura Chams.



En la Neogranadinos tuvo como entrenador a Rolando Campbell, un ex delantero del Atlético Junior de los años 80. “Era delgadito y chiquito, pero comencé a trabajarlo bastante; nos quedábamos una hora dándole al tema de definición, cabeceo y diagonales. Con nosotros ganó varios torneos y anotó más de 50 goles y se lo aseguro, la mayoría de esos goles eran de gran factura, golazos”, dice Campbell.

A medida que el hijo de Ismael y de Deisy del Carmen; y hermano de Keyla Marcela, Daniela Andrea y Mateo David Borré iba figurando en la pelada cancha donde se entrenaba a diario, los ojos del cazatalentos del Deportivo Cali en la costa, Agustín Garizábalo, ya estaban encima de esa promisoria figura.

Santos Borré es incesante como el mar de leva: entra, sale, hace diagonales, aturde y cansa a los defensas y casi siempre se encuentra perfilado para recibir. No está, pero de repente aparece”, lo describiría luego el mismo Garizábalo, quien lo aseguró para el Deportivo Cali.

“Estuvo a punto de irse primero al Medellín; me llamaron un empresario y un entrenador y me expresaron su interés en llevárselo porque ya lo habían visto en algunos torneos; es que el muchacho siempre fue goleador, pero yo les dije que ya le había dado la palabra a Agustín (Garizábalo)”, recuerda Federico Chams, mentor y presidente en ese entonces de la Escuela Neogranadinos.

Al Cali llegó primero para una pasantía, para ver si mostraba las condiciones que exhibía en Barranquilla; para ver si resistía estar lejos de la familia y para constatar si se adaptaba a la ciudad, a sus nuevos compañeros y a la estricta disciplina del onceno azucarero.

No hubo que esperarlo mucho. Llegó y se quedó con la firmeza de querer triunfar y así se lo hizo saber a su padre.

Santos Borré en su llegada al Atlético

 “Cuando llegó a Cali nunca mostró intenciones de regresarse; eso sí, lloró mucho en el momento de salir de Barranquilla, pero es un 'pelao' de armas tomar, se la jugó toda siendo muy joven y hoy gracias a Dios recibe el premio a tanto sacrificio”, asegura don Ismael.

No obstante el padre, como cabeza de la familia, tomó una dura decisión por esos días en que su hijo apenas se adaptaba a Cali: que Rafael parara los estudios dos años y se dedicara al fútbol para ver si esto último sería su pasaporte al éxito.

“Le dije que le daba dos años: o el estudio o el fútbol. Que jugara y después veíamos a ver qué pasaba; pero había que hacer muy bien una de las dos cosas”.

Y en el fútbol ha hecho tan bien lo que ha acometido hasta el momento, que a sus 19 años ya es ídolo del Deportivo Cali, es reconocido como un connotado goleador, se le están abriendo las puertas de la Selección y acaba de protagonizar una millonaria transferencia a uno de los clubes grandes de Europa como es el Atlético de Madrid.



En detalle

Rafael Santos Borré nació el 15 de septiembre de 1995 en Barranquilla.

Es el segundo de cuatro hermanos: la mayor es Keyla Marcela, luego están Daniela Andrea y Mateo David. Sus padres son Ismael Borré y Deisy Marcela Maury.

Comenzó jugando en el Colegio Loperena de Valledupar, alcanzó a estar en el equipo del barrio Santo Domingo de Barranquilla y luego pasó a formar parte de una Escuela organizada como la Neogranadinos.

Cuando llegó a las canteras del Deportivo Cali, el director de las Diviones Menores de los azucareros era Carlos Julián Burbano.


En el semillero caleño jugó en varias categorías y en todas mostró las condiciones de goleador, llegando muy rápido al plantel profesional.

Extraído de El País CO

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