Por:
Gabriel González (@Gabochini)
Sumando
esta, es segunda vez que escribo sobre el Zamora Fútbol Club. Y es que este
equipo motiva a dedicarle algunas letras por el fútbol que despliega, un fútbol
y un trabajo que no se ve muy a menudo en el fútbol venezolano.
Con
la llegada de Richard Blanco, el mejor centro delantero que tiene el fútbol
venezolano desde hace rato -proveniente de Mineros de Guayana-, una de las
consignas para este semestre era trascender en la Copa Sudamericana. Francesco
Stifano, director técnico de Zamora, ya manejaba una base sólida para luchar
por los tres frentes que se venían -Torneo Clausura, Copa Venezuela y Copa
Sudamericana-, por lo que el arribo del goleador güaireño daba simplemente un
plus al equipo.
Junto
a una escuadra formada por mucha juventud y piezas de jerarquía cruciales,
Francesco se preparaba para asumir el gran reto: Hacer un buen papel en el
torneo continental. La prueba la pasaban con creces, en principio, al sacar un
valioso empate en Guayaquil frente al Barcelona SC, el equipo que hoy es referencia
en la Primera División ecuatoriana. Estaba todo servido para dar la estocada
final en su feudo, en el Agustín Tovar de La Carolina, pero un golazo de tiro
libre le amargaba la tarde al equipo blanquinegro que no demostró su mejor
fútbol en la primera mitad. Ganaban los de Guayaquil 1-0 en Barinas -sí, no es
broma- y Zamora estaba quedando fuera de la competencia.
Bajo
una lluvia torrencial que caía en la casa zamorana, arrancaba la segunda mitad
para los dos conjuntos. Una expulsión al 58' por parte del juez principal Mauro
Vigliano al central blanquinegro Edwin Peraza daba un espaldarazo al Barcelona,
que iba a disputar el resto de la segunda parte con un jugador más. Parecía el
final, Barcelona olfateaba el pase, pero los ecuatorianos aprendieron una gran
lección en este partido: Nunca des por muerto al Zamora de Stífano.
Con
el jugador menos cambiaba todo el panorama, pero no cambiaban las aspiraciones
de Zamora de igualar y tratar de ganar el partido. Dio un vuelco al compromiso
esta acción y Zamora no desistió, siguió apostando a su manera de jugar; sean
cuales sean las circunstancias, nunca dejar de atacar. Y así fue, sobre todo
porque Stífano, con la expulsión encima, siguió insistiendo y puso en cancha a
César Martínez y Erickson Gallardo, dos jugadores ofensivos del equipo barinés
que fueron claves para el desarrollo de los minutos restantes. Punto para
Francesco.
La
premisa era evidente, había que buscar el gol sí o sí. Barcelona se desenchufó
del partido y esto el Zamora lo aprovechó los minutos restantes, defendiendo y
robando la pelota de muy buena forma, con un pletórico Yordan Osorio como único
central y Carlos Salazar siendo prácticamente el líbero de Zamora, donde los
jugadores ofensivos siguieron atacando fervientemente el predio del portero
Banguera que casi se ve afectado cuando Gallardo manda un trallazo al poste
dejando en evidencia que Zamora iba a por el empate, y en serio.
Sin
desesperación, Zamora buscó por todos los medios el empate y lo logró, luego de
varias ocasiones claras, por medio del jugador previamente mencionado, Richard
Blanco. El "avioncito" marcó el empate al 87' y desató la locura en
Barinas; Zamora seguía en la lucha. No era suficiente para ellos, los muchachos
de Stífano querían evitar la definición por penales, pero el tiempo no les
alcanzó, sin embargo, estoy seguro de que si el partido duraba tres o cuatro
minutos más, Zamora iba a conseguir el segundo gol.
Se
venían los penales. Los jugadores en cancha de Zamora esperaban arrodillados en
la mitad de la cancha el desenlace de la definición. Stífano sentado en el
banquillo, conteniendo la emoción. Luego de dos grandes atajadas de Carlos
Salazar, el gol 'a lo Panenka' de Yeferson Soteldo, y el fallo del tercer
ejecutante ecuatoriano, Zamora lo conseguía; clasificaba a la segunda fase de
la Copa Sudamericana 2016.
Luego
de tanto insistir en las difíciles, algo meritorio para el equipo de blanco y
negro sin duda alguna, obtuvo el resultado y se clasificó a la siguiente fase.
El enorme proyecto que encabeza Francesco Stífano sigue enamorando a sus aficionados
y neutrales del mundo del fútbol. Un juego basado en tener la pelota, en
generar peligro a cómo dé lugar, en ser ordenados y no traicionar los
fundamentos básicos para jugar bien al fútbol, triunfa de gran manera en el
ámbito internacional representando al fútbol venezolano. Lo de este equipo es
sencillamente admirable desde el punto de vista en el que lo mires. En el
fútbol venezolano, esta demostración de atrevimiento y fidelidad a una idea de
cómo jugar a la pelota prácticamente no se ve frecuentemente y Zamora está
siendo para muchos, como ya lo resaltaba en mi artículo anterior, un equipo modélico
para el fútbol nacional.
Esa
es la clave del Zamora: Insistir, persistir y nunca desistir. Por eso hoy
cosechan estos logros. En lo personal, esta idea de trabajo y fútbol plasmado
me fascinan. Constancia de que con esfuerzo, dedicación y sobre todo
convicción, se pueden obtener grandes cosas. Para el fútbol venezolano es un
logro importante, y debe ser un orgullo para sus seguidores la manera en la que
juega este equipo. Ahora toca seguir escribiendo páginas en la historia de
nuestro fútbol, estoy seguro de que Zamora no se quedará satisfecho y saldrá a
por el nuevo objetivo que se llama Montevideo Wanderers, siempre de la misma
forma y con los mismos ideales. Algunas veces no se darán los resultados
porque, como dijo alguna vez Dante Panzeri, el fútbol es la dinámica de lo
impensado, pero si pierdo, que sea como el Zamora.
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