La era de Pablo Guede en
San Lorenzo no comenzó de la mejor manera. Tras 8 jornadas era séptimo en la
zona 2 del fútbol argentino. Para esa misma fecha había quedado eliminado de la
fase de grupos de la Copa Libertadores y las dudas iniciaban en el barrio de
Boedo.
Una racha de siete
victorias consecutivas lo colocaron segundo y, finalmente, se quedaría con su
grupo en Argentina. Misma situación que vivió en Chile con Palestino: de 11
partidos ganaron 10 y los clasificó a la Libertadores luego de 30 años de
ausencia. Al parecer la “idea Guede” tarda en asimilarse, pero una vez que se
logra, la evolución habla con lenguaje de resultados.
En Colo Colo hay dudas.
Haber iniciado con solo 6 puntos 18 preocuparía hasta a los parientes más
cercanos de Guede. Más en un club grande como lo es el albo. Pero la situación
no radica allí. Va más allá: ganaron el clásico contra la
Universidad de Chile y los movimientos en cancha se reafirmaron en el marcador,
situación que había sido esquiva. El golpe anímico y la racha con su firma
patentada parece que podría dar inicio en la octava jornada del fútbol chileno.
La victoria 2-0 sobre la U
generó un premio a los ojos de los espectadores: triangulaciones, juego con la
pelota, creación de espacios y salida limpia. Guede trabaja a diario en ello.
Un entrenador que se para a las 6 a.m. y se acuesta a las 8 p.m. trabajando, según
sus propias palabras.
En los entrenamientos
trabaja en función al juego. Generar movimientos para ser utilizados en los
partidos, entre ellos, en función al juego de posición, dinámica que se aplica
al rol de mantener su sector de la cancha, pero ejerciendo la rapidez física y
mental en el movimiento.
El sello Guede viene
inculcado en la asfixiante marca en la recuperación del balón, sumado a la superioridad
numérica para la generación de oportunidades en ofensiva. La tenencia también es parte de sí,
pero no necesariamente indispensable en su juego.
En el partido contra la U,
Colo Colo estableció un patrón de juego de asfixiar al rival, buscando la
equivocación, robo de esférico, superioridad numérica y conclusión de la jugada
con toques de primera. Hay un video que lo refleja a la perfección:
Además, en el video se refleja
el uso de los triángulos de Guede, que tanto le gusta aplicar. Un modelo “copiado”
de Guardiola y su paso por España. El tener los triángulos, te genera una
cierta ventaja en cuanto a los posibles receptores de cara a la tenencia del
esférico.
El equilibrio
El conjunto albo tiene un
jugador indispensable en el plantel. Tal como en antaño lo era Ortigoza en San
Lorenzo, lo es Esteban Pavez en Colo Colo. La salida, el primer toque, el juego
limpio y la velocidad mental se lo otorga al conjunto de Pablo Guede. Es por ello que, entre otras cosas, es el segundo jugador con más minutos en el plantel, tras Paredes.
En su momento, el
entrenador argentino comentó sobre su preferencia por jugar el sistema 4-1-3-2,
aunque el equipo genera un desorden natural en la cancha variando el esquema inicial, ese es su “número
telefónico” favorito: “Una cosa es lo que me gusta y otra es la que nos
conviene. El 4-1-3-2 te da muchas opciones. Al fijar a los dos centrales el
equipo contrario tiene problemas y al jugar con tres mediapuntas ayuda”. Ese “1”
en el sistema lo ocupa Pavez.
Por su parte, la presión
comentada anteriormente es aplicada de manera territorial. El tener mayor
cantidad de efectivos en un sector de la cancha, implica tener una ventaja
numérica sobre el rival. Una vez ganado el balón, desahogar para el sector de
la cancha opuesto, para buscar otro panorama.
Pablo Guede está
inculcando su fútbol de a poco en Colo Colo. La paciencia, propia del fútbol
austral en confiar en los proyectos a largo plazo le va de la mano de cara al
resto del torneo que está en sus primeras de cambio, pero que tiene varios
serios contendientes. El argentino, meticulosamente, estudia a los rivales,
buscando las imperfecciones para potenciar sus virtudes en función a las
debilidades contrarias. Con esta premisa, Guede intentará poner su sello en el
albo.
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