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Diego Baquero (@DiegoBaco23)


Un reloj no es otra cosa que una maquinaria que funciona con mucha precisión o exactitud que mediante movimientos uniformes hace avanzar unas manecillas sobre una superficie esférica, marcando el paso del tiempo. Los suizos, desde hace muchos años, perfeccionaron el arte de fabricarlos y la calidad de sus relojes fue lo que los llevo a ostentar el reconocimiento de producir los mejores del mundo.

Por su parte, Gustavo Costas, quien a todas estas siempre tiene en su mano derecha un reloj, trabaja constantemente en el perfeccionamiento de sus equipos. Con múltiples variantes tácticas busca sacar lo mejor de sus jugadores hasta hacerlos funcionar brillantemente con el único fin de ganar, eso que para él no es lo más importante sino lo único.


En Independiente Santa Fe, con su módulo táctico de 5 defensores, 3 volantes y 2 delanteros, si 5-3-2 y no 3-4-1-2 como muchos dicen juega el equipo, armó un onceno compacto, que resurgió de las tinieblas de un periodo negro de la historia reciente del club y se alzó con dos títulos en menos de cuatro meses, con un equipo que recibió mal preparado físicamente y que además, el no conformó. Seis meses después de su llegada, su trabajo es una realidad alcanzando más de 20 partidos sin perder (sin recibir gol en más del 50% de ellos) pero llega el momento del reto mayor: la Copa Libertadores.


En fase defensiva, el bloque lo componen los once jugadores, todos siempre detrás de la línea de la pelota y es Yeison Gordillo y sus laderos, por lo general Sebastián Salazar y Jonathan Gómez, quienes dictan en que sector de la cancha va a pararse el equipo. Mantener una presión alta durante todo el semestre tiende a resultar muy difícil, razón por la cual las rotaciones en el torneo local han empezado con el fin de afrontar los seis juegos de la fase de grupos de la Copa a tope físico. Sin embargo, siendo alta, media o baja, la presión siempre estará presente no solo sobre quien lleva el balón sino sobre los posibles receptores.

La clave es elegir el lugar de la cancha donde quiere recuperar la pelota y mientras la preparación física lo permita, Costas elegirá el segundo o tercer tercio ofensivo. Un equipo compacto, con tres líneas cortas, pero que ocupan todo el ancho del terreno, permitirán que ese trabajo asfixiante tan característico de los equipos de Costas sea efectivo. Si llegase a fallar algún eslabón, la presión pierde todo efecto, el equipo queda partido y la extraordinaria solidez defensiva puede verse afectada: hasta el momento, en la segunda etapa de Costas, siempre que el equipo marcó el primer gol, ganó o empató el partido, nunca lo dieron vuelta un resultado. Dato no menor.

Ahora, en fase ofensiva, los dos laterales se activan ante cualquier transición, y desprendiéndose le dan mayor amplitud a los ataques, así el equipo logra jugar con las bandas y no en ellas. Los dos volantes mixtos se suman al ataque tirándose generalmente al centro y aprovechan las diagonales del (veloz) delantero por fuera quien busca atacar la espalda de las parejas entre central-lateral que forma el equipo contrario. El nueve de área, figura predominante en este sistema, además de permitir las transiciones pivoteando, llega al área en búsqueda de las oportunidades que generalmente llegan por el desborde y el centro atrás, bien sea de un lateral o del delantero externo. No obstante, si llegase a no jugar un nueve de área, los dos delanteros serán escurridizos y buscaran atacar la espalda de la defensa rival en busca de la llegada de los volantes o laterales, aplicando la máxima de que es mejor llegar que estar.

Para atacar, el equipo no se detiene mucho en la elaboración ya que se siente muchísimo más cómodo haciendo transiciones defensa – ataque con un juego directo y vertiginoso, reflejando fielmente el comportamiento de Costas en la raya durante los partidos. Atacando los espacios y no creándolos, Santa Fe suele hacerse muy fuerte en condición de visitante, ítem fundamental en la carrera por la copa más deseada de América.


Y ojo con el as bajo la manga. Santa Fe es uno de los mejores equipos en Sudamérica en la táctica fija: la pelota quieta. Sabe utilizarla y aprovecharla brillantemente, y sus grandes logros de los últimos años han venido gracias a ella. Su poderío tanto en el área rival como en la propia, han sido y serán la llave para abrir infinidad de encuentros trabados y cerrados.


El estilo está por encima del sistema. Por lo general, el actual campeón colombiano logra hacer que el partido se desarrolle bajo sus condiciones: se juega a lo que Santa Fe quiere, es decir que tiende a dominar el trámite y desarrollo de los encuentros. Además, lo consigue sin la posesión del balón, a pesar que para muchos fundamentalistas tener el balón sea la única manera de lograrlo. Costas decide que en vez de tenerlo el 65% del partido, el balón hay que saber usarlo de buena manera: no es necesario tenerlo mucho sino perderlo poco y lejos de su propio arco o recuperarlo pronto y lo más cerca posible al arco rival. 

Jugar bien al fútbol es saber a lo que juegas y el Santa Fe de Costas sabe a lo que juega así que juega muy bien. Armó un equipo que funciona como un reloj suizo; no en vano en todos los partidos, el entrenador argentino tiene en su mano derecha un reloj. En esta ocasión quiere su Santa Fe, el Suizo, conquiste América.




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