Víctor Grao (@VictorGrao)
La entrevista quizás
hubiese sido algo más cómoda si el huracán Harvey permitía que el partido entre
San Antonio y Portland II por la USL se desempeñara. El ambiente, el estadio
lleno, las atajadas del portero de la liga… Y demás.
Este último es un
colombo-venezolano-estadounidense año 89 que defiende el arco del equipo
texano. Diego Restrepo usa una chaqueta de su club, con unos lentes en sus
manos. Espera a las afueras de un lugar de comida en un prestigioso centro
comercial de la ciudad. No llueve, a diferencia de los días anteriores. Le
permite estar en ropa deportiva, sin necesidad de pasar frío.
Un lugar de café es el
destinado de la entrevista. Diego invita y paga por ambos. De entrada, se
recuerda el descenso de su último club en Venezuela: Metropolitanos. Una
alineación indebida le hizo bajar al club de la capital en el repechaje para descender
a segunda. Anderson Arciniegas tenía acumulación de tarjetas y disputó minutos
contra JBL.
De entrada, el
conocimiento de ambos del tema hizo que fluyera el clima. No había mucha gente
en la cafetería que estaba dentro de una librería. El ambiente hacía propicio
que los temas se desempeñaran de manera cercana. El meta de San Antonio pidió
un café, no muy oscuro.
Diego habla un castellano
perfecto. Nació en Venezuela, estado Mérida, hace 29 años. Pero a los dos meses
se fue a Cali. Ahí residió hasta los 14 años, cuando emigró a Florida, Estados
Unidos, por el problema de inseguridad que vivía Colombia en los años 90.
En Norteamérica inició su
desempeño futbolístico y estudiantil. Graduado en negocios internacionales,
desarrolla su carrera deportiva viendo hacia el futuro: “Uno siempre piensa en
el otro lado del fútbol que es en la parte de técnico. En este tiempo que
estoy, además de estar jugando y estoy entrenando en la Universidad de Trinity.
Ahí abro esa puerta de entrenador”, comenta.
Diego habla calmado. Más
acento colombiano que venezolano, pero ve todas las convocatorias de la
vinotinto para saber si su oportunidad llega. Es uno de los dos únicos
guardametas criollos que juegan fuera de Venezuela, junto a Daniel Hernández.
Su vivencia en Estados
Unidos, deportivamente hablando, se inició en un “home club”, donde en la
academia AMG, entraría por dos años conjunto a los jugadores seleccionados para
formar parte de la selección Sub 17. Le tocó el ciclo de 2005.
Fue el portero titular y
jugó el mundial 2005 con Estados Unidos de la categoría, donde quedan eliminados
en cuartos de final. Según datos estadísticos que maneja La Pizarra del DT, fue el primer
venezolano en jugar un Mundial de la FIFA en cualquier categoría. No un
dato menor. Posteriormente también haría el proceso de la Sub 20.
Colombia
a la vista
El proceso Sub 20 llegó a
su fin y su graduación universitaria también. En la Universidad de Virginia
logró 16 partidos consecutivos con el arco en cero, superando el récord de Tony
Meola. Con 18 años, buscó expandir sus fronteras y viajó a Europa. Inglaterra
fue su destino, en el club Reading, pero sin éxito.
En la cafetería hay
personas comiendo –claro está–, pero la mayoría son jóvenes leyendo o
realizando alguna actividad en hojas y cuadernos. Con ese ambiente, Diego
cuenta con su voz pausada, su siguiente etapa: “Se me presentó la oportunidad
de jugar en la MLS y jugar en América de Cali. Me voy al América, y desciendo.
Luego llego a Táchira. Tenía ofertas de Once Caldas, en Millonarios… Pero
desaparecieron todas por el descenso”.
A Colombia llegó con 21
años. Jugar en uno de los más grandes de América le abriría puertas, pero
también el peso del equipo y el descenso le costó una mala experiencia: “Me
tocó esconderme el último mes en Colombia. Llegaron a mi casa a buscarme para
hacerme daño. Habían cosas de plata de por medio. Era América contra Patriotas (pierde
el rojo el partido por el repechaje para segunda) y me fui a esconder a casa de
un amigo que tenía un restaurante. En la parte de arriba”, recuerda.
Venezuela…
San Cristóbal es la ciudad
que más le ha gustado entre las que ha vivido. Ahí es donde llegaría a jugar
con el Deportivo Táchira un 2 de enero. Al terminar la temporada se ganó la
titularidad y le ofrecieron extensión de contrato por 3 años, pero cambió de dólares
a bolívares la extensión.
Ahí pesó la mano del
agente, que manejaba ofertas del Once Caldas… Que se esfumaron. Como las
bebidas en la cafetería. Ya el entrevistador no contaba con la merengada de
oreo que había pedido.
Con Deportivo Táchira tuvo
buenas actuaciones, pero cuando quiso volver –después de rechazar la extensión–
el club ya había fichado a otro portero. Restrepo se quedaba a la deriva: sin
equipo y sin agente. Este último le habría jugado una mala pasada,
desapareciéndose en pleno mercado.
Diego viajaría a Estados
Unidos a probar, cual juvenil, en equipos: “Llegué a prueba a varios clubes y
termino firmando con Tampa Bay Rowdies”, recuerda. Pasaría por Charlotte
Independence y llegaría a Metropolitanos en Venezuela, donde conoció a Javier
Toyo, el portero que más le ha enseñado.
“De pronto la gente no
conoce el fútbol venezolano de afuera. Pero tiene muy buen nivel. En
Metropolitanos mejoré mucho. Tenía a Javier Toyo por delante y aprendí mucho.
Al final yo terminé jugando más partidos con él”, cuenta.
El nuevo ascenso
A pesar de su declive por
la jugada de su ex agente, sumado a eventos desafortunados como los que vivió
en Cali, Diego retomó su nivel y fue en franco ascenso de su juego.
“En Ft Lauderdale quedé
como mejor jugador de la Copa de equipos de manor league. Acá es poco común que
compren jugadores. Esperan a que se les acabe el contrato para firmar. Tampa
pagó por mi 150.000$”, recuerda.
Hoy día, Diego es el mejor
portero de la USL, una liga en donde el cúmulo de jugadores suele ganar más que
en la MLS, además de comenzar a incluir figuras como Didier Drogba.
Actualmente, Restrepo cuenta
con tres ofertas en la MLS y su contrato vence en noviembre con San Antonio,
que está de segundo en su conferencia. Diego va en ascenso y espera una
convocatoria a la vinotinto, donde su nivel está haciéndose notar.
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