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Gabriel González (@Gabochini)
La convicción siempre ha sido uno de los principios inalterables de Ariel Holan. El entrenador de Independiente, dentro de ese cúmulo de cánones que mantiene presente, guarda una gran relevancia a la mejora de sus futbolistas. Emulando insignias de un maestro como César Luis Menotti, no reserva esfuerzos en la búsqueda de la evolución de sus dirigidos, dotándolos de mayores recursos para responder positivamente a los problemas que emergen del juego e intentando brindarles contextos idóneos que les permitan desencadenar sus posibilidades en función del plan común.

Ezequiel Barco, jugador que estableció su estadía en la categoría dorada del fútbol argentino como enganche, adquirió de la mano de Holan la posición de extremo izquierdo. Habituado a jugar por el medio del campo en su fugaz recorrido por las divisiones inferiores del rojo de Avellaneda, el chico de Villa Gobernador Gálvez entendió que pegado a la línea de cal podría ser muy funcional dentro del modelo de juego del ex entrenador de Defensa y Justicia, el cual da mucha importancia a las interacciones que parten desde las zonas laterales del campo. La justificación es simple: profundizar con mayor efectividad es necesario. Barco es un exponente distinguido en ese aspecto.

La desequilibrante joya argentina siente que esta nueva posición le hace muy bien. Y se muestra cómodo por la gran facilidad que encuentra desde esa zona para encarar: debido al juego que plasma Independiente, los duelos personales (1 vs 1) nacen con más frecuencia, halla respuestas distintas para penetrar las oposiciones y, lo que considera más resaltante el diestro de 18 años de edad, puede trazar el recorrido desde fuera hacia dentro para rematar con el perfil justo de cara al arco. Todo esto bajo un manto futbolístico que lo beneficia. “Un funcionamiento adecuado asegura el desarrollo de las posibilidades de cada uno”, puntualizó Menotti en 1986. Aplica en justa medida.


Su nuevo rol de wing por izquierda le brinda diferentes alternativas de juego en contraposición de su anterior oficio desde el centro del ataque -el cual, en ocasiones, tiende a ocupar-. La cercanía con el lateral que se ofrece o los apoyos que aparecen desde el medio (delanteros, volantes centrales, internos) favorecen el escenario para causar estragos en zonas más peligrosas. La línea que marca el campo no lo restringe. Actuar de extremo no lo hace ir en contra de su naturaleza como jugador: gambetea, se asocia, pasa y se mueve… Entiende mucho mejor dónde y cómo intervenir. Ariel Holan ha sido un gran facilitador en este campo.


Su disposición por el flanco izquierdo tampoco le cierra la puerta de aparecer por la banda contraria. El común intercambio de posiciones en el frente de ataque es un componente clave en la partitura que toca la orquesta roja, por lo que Barco puede tomarse la libertad de aparecer por un costado distinto y mostrar nuevas respuestas en función de la jugada en la que esté involucrado. Suma permanente de ideas para crear histeria entre los defensores contrarios.

Luego de un partido ante Alianza Lima por la Copa Sudamericana 2017 -la cual estará luchando por conseguir en el Maracaná ante Flamengo-, Barco apuntó: “Ariel ha encontrado mi lugar dentro del campo”. Aquella noche en el estadio Libertadores de América, Ezequiel brindó un partidazo desde el carril izquierdo, demostrando que puede ser igual o más letal partiendo desde el centro como desde la banda. Es indiferente a lo establecido. Va por todo.

Para un jugador tan joven y con tanto potencial por explotar, cargarlo -minuciosamente- de mayores herramientas para elevar su juego a otro escalón es esencial. Manteniendo su desparpajo característico, Barco sigue llenando de renglones su carta de presentación. César Luis Menotti, en sus pensamientos, realza el punto de las posibilidades de los futbolistas; con Barco aún no existen límites para exprimir oportunidades.


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