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FOTO: Fútbol en red

Carlos Beltrán (@BeltranCarlos6)


Otrora aquel 19 de diciembre de 1979 cuando América de Cali conquistaba su primer título del fútbol profesional Colombiano bajo la batuta del médico Gabriel Ochoa Uribe, se daba por terminada la “maldición del garabato” la cual pregonaba que el cuadro escarlata nunca iba a ser campeón. Después de 11686 días, exactamente el 17 de diciembre de 2011, dos días antes de aquella inolvidable fecha para todo aquel que diga llamarse seguidor de los “Diablos Rojos”, ocurre aquella analogía con la novela de nuestro Nobel de Literatura Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada”, un histórico a nivel nacional e internacional. Sí, el América de Cali, la popular Mechita, se iba a la segunda división del fútbol Colombiano a manos de Patriotas Fútbol Club en una agónica definición por penales donde otro histórico para la institución, como lo es Jairo “El Tigre” Castillo, falló el penal que igualaba la tanda y otorgaba el chance de seguir luchando y aferrarse a la primera A.

De ahí en adelante todo se vino abajo, hecatombe total, disparo fulminante al orgullo y al amor de la parcialidad escarlata, se iba al traste tantos años de títulos y reconocimientos en torneos domésticos y foráneos, de figurar en las primeras planas, darse el gusto de contar con jugadores de renombre mundial, hasta el punto de tentar a uno de los más grandes como Maradona para vestir la casaca roja, de la pasión de un pueblo, pero como si se tratase del propio calvario que otorga uno de los seudónimos con los que se conoce en el folklore futbolístico (Diablos Rojos) empezaba el verdadero viacrucis en infierno.

Desde su primer año en la segunda división hasta el 2014-B han desfilado tres estrategas vallecaucanos (Eduardo Lara, Diego Edison Umaña, Jhon Jairo Lopez) y uno Bogotano (Luis Alberto “El Chiqui” García) ninguno ha dado con la tecla que afine la sinfonía futbolística y devuelva la grandeza que siempre ha caracterizado al América de Cali, todos han sido fracasos rotundos, que ahondan cada vez más está herida abierta en el corazón de la parcialidad Escarlata.   

En el presente año para hablar del show mediático orquestado por la Dimayor con el famoso cuadrangular de Ascenso, se alzó más en una voz de protesta porque se manifestaba el total “favor” o las ganas inmensas de subir al América de Cali a como diera lugar, diseñaron el fixture para que así fuera, en palabras más palabras menos, le armaron la fiesta y otros fueron los que se la gozaron. El cuadrangular “relámpago” era el salvavidas propicio para regresar a la “A”, conclusión: otra decepción más hacia sentimiento, honor y orgullo del hincha.

Es así, como se ha venido suscitando ha sido algo más del “circo” en el que se ha convertido la Institución, la función principal en las oficinas administrativas donde se llevó a cabo un casting (en mi vida nunca antes visto en el fútbol este tipo de estrategia) por así llamarlo de diferentes directores técnicos, finalmente el elegido de la baraja de aspirantes, un vallecaucano más, Fernando Velasco, conocedor hasta la coronilla de esta división y con una digna presentación semanas atrás en el cuadrangular relámpago con el Unión Magdalena que estuvo aportas de lograr el ansiado ascenso. De su mano arribaron jugadores de renombre como Ernesto “El Tecla” Farías y ya en el ocaso de su carrera Neider Yesid Morantes que representan la cuota de experiencia.  Desafortunadamente el equipo no ha cuajado actuaciones preponderantes, tiene un partido medio bueno por los tres siguientes funestos (actualmente es séptimo en la tabla de posiciones a 9 pts del primero).

Como lo leí en la red social de Twitter, “Tenemos una delantera de la A, medio campo de la B y una defensa amateur” y así es muy complicado lograr los objetivos. Mientras la institución siga sumida en una crisis financiera, administrativa y deportiva, alcanzar las metas se hace una misión imposible, con cada directivo tratando de desangrarlo y sacar la mejor tajada posible. Todo lo que florea alrededor del equipo los últimos años es un calvario, luego de pasar por los constantes vínculos con los carteles de la droga de Cali, los hermanos Rodríguez Orejuela, la Lista Clinton, directivos aciagos, directores técnicos junto a jugadores que pasan con más pena que gloria, aun así América de Cali no desfallece pero ojo que pareciera como si estuviera en un coma inducido con ventilación artificial, es un milagro que aún exista, tal vez en parte porque todavía hay gente buena que cree en una resurrección pronta.      

Hoy 17 de abril del 2015, quiero recordar que han paso 1217 días desde que se consumó la tragedia del descenso, como hincha y seguidor del equipo duele la situación actual; durante este trajinar por la segunda división han pasado futbolistas (sobre todo españoles que con todo el respeto no los conoce ni la mamá), directivos, directores técnicos, que no logran dimensionar la grandeza de un equipo como lo es América de Cali. Sigo pensando y tengo la firme convicción de que uno de los activos más valiosos que tiene América es su hinchada, una de las más fervorosas, grandes del país y del mundo entero, pero como todo tiene su límite, ya estamos cansados, queremos y deseamos que América resurja de las cenizas del infierno en el que se encuentra deambulando.


Finalmente de algo si estoy muy seguro, y traigo a colación la frase del recientemente difunto escritor Uruguayo Eduardo Galeano: En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”, de América de Cali fui, soy y seré hasta el cajón.  

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